Las integrantes del Ordo Virginum realizan un rito nupcial y prometen castidad, pero mantienen "su vida normal"
Sevillana, procuradora y virgen consagrada, así es Pilar Trujillo, de 46 años. Tras la ceremonia nupcial que tuvo lugar el 13 de enero en la catedral de Sevilla ha pasado a formar parte de una de las instituciones católicas más antiguas: el Ordo Virginum u orden de las vírgenes consagradas. Los requisitos para acceder a ella, según la Santa Sede, consisten en "nunca haber celebrado nupcias o vivido en un estado opuesto a la castidad, ser fieles en la vida casta y poder perseverar al servicio de la Iglesia y del prójimo y ser admitidas por el obispo ordinario del lugar".
Pilar relata a 20minutos su historia de vocación como una historia de amor. Desde que era joven percibió "una atracción grande hacia Cristo", pero sintió "un flechazo por él" con 23 años y decidió corresponderle. "Yo hice mi vida, estudié historia del arte y a los 23 tomé la decisión de seguir a mi corazón. Me salía corresponderle de forma natural, como quien se enamora. Estuve en un convento unos años, pero no sentía que me llenase, así que lo acabé dejando. Poco después, un sacerdote me recomendó leer sobre las vírgenes consagradas y lo hice", narra la sevillana.
Esta orden se diferencia de las monjas y las numerarias por la forma de consagración y modo de vida. Las monjas emiten votos (como los de castidad o silencio) y las vírgenes realizan promesas y reciben una oración preparada para ellas en la ceremonia. Además, no viven en comunidad ni dependen de una congregación o reglas marcadas. Son mujeres supervisadas por el obispo que trabajan en distintos ámbitos "sin necesidad de que sean eclesiásticos" y que comparten "la vida de oración y la pertenencia a Cristo." Pilar ejerce de procuradora y en su tiempo libre ayuda en la secretaría de una parroquia y en la misión de evangelización de un pequeño pueblo.
El proceso
Aunque la promesa de virginidad se puede realizar y sostener de forma íntima, Pilar tenía claro que quería hacerlo público "igual que las parejas hacen públicas sus relaciones" para compartir su alegría con los demás. "Además, yo ya no estoy soltera, estoy casada con Jesús. Se lo fui contando de forma gradual a mi círculo cercano cuando supe la fecha concreta y a la mayoría no le extrañó. Expliqué que la ceremonia iba a ser como una boda y vino mucha gente. Me hizo muy feliz que quisieran compartir esta buena noticia conmigo", cuenta.
La procuradora asegura que, "aunque pueda parecer lo contrario", el proceso previo para consagrarse como virgen "no tiene nada que ver con el de la formación de un sacerdote" sino que es "seguir un camino muy sencillo, resolviendo dudas y viviendo la vida con el acompañamiento de un sacerdote asignado por el arzobispo". Suele durar una media de dos a tres años y en ese tiempo se busca que la candidata sea consciente y se adapte a la vida que va a llevar.
"Es más difícil tomar la decisión de empezar el proceso que adaptarte a él. La duración es variable, los libros de Roma marcan que deben ser unos cinco años, pero las candidatas solemos contar con preparación o guías espirituales anteriores, por lo que la media se reduce a dos o tres. Mi proceso duró exactamente dos años y dos días. Además, durante las jornadas de antes de la ceremonia se suele hacer un retiro espiritual para poder reflexionar y acabar de conectar con Jesús", explica la sevillana.
La ceremonia
El Ordo Virginum es una de las instituciones más antiguas de la historia católica, pero fue disuelta en la antigüedad por "la peligrosidad de mantener mujeres en soledad en la sociedad". El papa Pablo VI la restauró en 1970 con la promulgación del nuevo rito de la consagración de las vírgenes. En estos escritos se recoge que el culmen del camino de conversión es la ceremonia de consagración. Pilar la define como "preciosa, nupcial y un antes y un después en su vida". En España hacía casi dos años que no se consagraba una y actualmente, hay 250.
"El objetivo de esta ceremonia es convertirse en esposa de Jesucristo. La oficia el obispo y es donde hacemos pública nuestra promesa de castidad. Para ello, se invoca a la intercesión del cielo y es cuando se realiza el característico postrado en el suelo. El prelado nos consagra con una oración muy bonita preparada para nosotras y nos entrega los tres símbolos de la ceremonia: la alianza matrimonial, el velo y el libro de la liturgia de las horas, que son las oraciones que nos comprometemos a rezar to... {getToc} $title={Tabla de Contenidos}