El conflicto entre Israel y Hamás tiene su eco en los estadios. Turquía ha detenido esta semana a dos futbolistas hebreos que juegan en la liga de ese país por exhibir su apoyo a las víctimas del atentado del 7 de octubre. Poco después les pusieron en libertad, pero el hecho ha provocado un conflicto diplomático entre Ankara y Tel Aviv. En España, el señalado es el futbolista israelí Shon Weismann, jugador del Granada. Le acusan de haber escrito y compartido mensajes en las redes sociales que van más allá de un mero gesto de solidaridad con sus compatriotas. Hinchas granadinos le han denunciado por un delito de odio, aficionados del Burgos vetan su posible fichaje y seguidores de Osasuna profirieron gritos pidiendo su muerte en un partido disputado en octubre. Por este último episodio, el Comité de Competición de la RFEF ha reaccionado con una sanción de 18.000 euros para el conjunto navarro.
Según informan a El Confidencial fuentes del Consejo Superior de Deportes (CSD), la entidad que ahora dirige Pedro Rocha ha comunicado la decisión a la Comisión Antiviolencia a título informativo. La multa para Osasuna, que se decidió por el Comité de Competición de la RFEF en vía disciplinaria, se basa en el acta elaborada por el observador de la Liga tras el encuentro disputado en Pamplona entre Osasuna y Granada en el estadio de El Sadar. Tuvo lugar el 20 de octubre, tan solo dos semanas después de que los terroristas de Hamás irrumpieran en territorio israelí, asesinaran a 1.200 personas y secuestraran a cientos de rehenes en el mayor atentado terrorista sobre suelo israelí de la historia.
Este periódico ha tenido acceso a la denuncia presentada ante la Fiscalía de Granada por un grupo de seguidores del conjunto andaluz. En ella se detallan los mensajes que escribió o alentó Weissman en la red social X. Uno de ellos, escrito en su cuenta personal, respondía a un vídeo de una televisión israelí "en el que se observaba a dos presuntos terroristas palestinos siendo apuntados por un miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de Israel". El jugador escribió el 8 de octubre el siguiente mensaje en hebreo: "¿Por qué Ezael no le dispara en la cabeza?". La denuncia sostiene que, "más allá de que se traten de dos terroristas o no, la realidad es que se les ve desarmados y aparecen completamente desnudos mientras que son apuntados".
Este mensaje no aparece ya en la cuenta de Weissman. Este periódico se ha puesto en contacto con el jugador de 27 años de edad, que ha declinado hacer declaraciones. La denuncia dice que lo borró posteriormente, pero aporta los pantallazos con el comentario. "No es habitual que futbolistas o personalidades influyentes viertan comentarios en sus redes sociales pidiendo tiros en la nuca a nadie, el jugador continuó contribuyendo en la difusión de otro tipo de mensajes, dirigidos ya sí sin ninguna duda, contra la totalidad del pueblo palestino y la totalidad de la población de Gaza", alega el escrito, remitido a la Fiscalía de delitos Económicos de Granada. Cuando el 20 de octubre jugó el equipo andaluz en Pamplona, el jugador no estaba convocado, pero eso no impidió que los seguidores más radicales de Osasuna le dedicaran varios cánticos.
Así lo recogió en su acta el observador de LaLiga, dedicado a documentar incidentes de este tipo durante el encuentro: "En el minuto 1 de partido, y habiendo comenzado el cántico justo antes del saque inicial del partido, un grupo de aficionados locales, ubicados en la grada sur baja, situados tras unas pancartas con los lemas 'Lizarra', 'Osasuna' y 'Graderío Sur', entonaron de forma coral y coordinada, durante aproximadamente 10 segundos, el cántico, 'Weissman muérete, Weissman muérete', dirigido a un jugador perteneciente al equipo visitante, quien no se desplazó y, por tanto, no se encontraba en el terreno de juego, debido a motivos de seguridad".
Este documento añade algo de contexto al cántico: "De acuerdo a la información de diversos medios de comunicación, por el conflicto entre Israel y Palestina, dada su nacionalidad israelí y unas supuestas previas declaraciones del jugador sobre dicho conflicto". Según el protocolo, LaLiga luego manda esos informes al Comité de Competición de la RFEF y a la Comisión Antiviolencia para dar cuenta de los cánticos que se producen en los encuentros de fútbol que inciten a la violencia o tengan un contenido insultante o intolerante". Las fuentes consultadas por este periódico explican que al no poderse identificar al autor o autores del grito y al tratarse de una consigna que emanó de un sector del estadio, el expediente sancionador se tramita por la RFEF y la multa se impone al club.
La posición de Osasuna
Osasuna tiene ahora la opción de recurrir en apelación en el ámbito disciplinario ante el Comité de Apelación de la RFEF y finalmente al Tribunal Administrativo del Deporte, órgano colegiado de ámbito estatal que decidiría en vía administrativa y como última instancia deportiva. Fuentes del club navarro consultadas por este periódico han confirmado que recurrirán la sanción, no porque estén de acuerdo con los cánticos, sino por mitigar el perjuicio económico a la institución. Osasuna se siente maltratado por los estamentos que deciden estas multas en comparación con otros clubes sin que, a su juicio, El Sadar sea un estadio muy diferente al resto. Cifran en 57 las sanciones de este tipo recibidas en lo que va de temporada y resaltan que el siguiente equipo más sancionado ronda las 30.
Desde el club rojillo introducen el debate de hasta qué punto deben ser responsables de lo que grita un grupo de aficionados en su estadio. "Si alguien acude al teatro e increpa a los actores, nadie pensaría que el responsable es el teatro", dice una fuente del club. Si el motivo es forzar a actuar contra gradas violentas, lamentan que no se puede prohibir la entrada a un sector entero en el estadio y recuerdan que la Policía cuenta con efectivos, cámaras suficientes e información para identificar a todo aquel que comete acciones censurables. "Si a nosotros nos indican quién ha hecho algo que sea merecedor de una sanción, actuaremos y le expulsaremos", insisten desde Osasuna, si bien advierten de que en ocasiones la Justicia ha revocado ese derecho de admisión al considerarlo arbitrario.
La Federación de Comunidades Judías de España (FCJE) lleva semanas denunciando que la guerra en Gaza ha provocado un repunte del antisemitismo. Weismman no oculta su fe, es una persona religiosa y lo exhibe públicamente cuando marca un gol o para explicar a sus aficionados que no disputa algún partido por respetar las fiestas del calendario judío. La FCJE ha valorado los insultos de El Sadar porque ve tras ellos una motivación antisemita. Este organismo, que representa a los judíos españoles, cuenta con un observatorio en el que actualizan todos los ataques contra personas o intereses judíos e incluyeron los gritos que Weissman recibió en el estadio de El Sadar.
Las muestras de rechazo al jugador se extendieron también a Burgos. Aficionados de este equipo manifestaron públicamente su oposición al posible fichaje del futbolista en este mercado de invierno que culmina el 31 de enero. "Hay líneas que no deben cruzarse, y valores que mantener", dice el colectivo de seguidores burgaleses La hinchada de Arlanzón. Un portavoz del grupo aseguró a El Confidencial que no son antisemitas y calificó de inhumanos los gestos del jugador en las redes. "En Gaza se está cometiendo una atrocidad, se están bombardeando civiles y se están asesinando niños. No queremos que un jugador que hace eso vista nuestra camiseta", sostienen.
Las banderas palestinas han ganado presencia en las gradas de los campos de fútbol desde que empezaron los bombardeos de Israel sobre Gaza, tanto en España como en otros países. Durante el partido de Copa de Europa disputado entre el Celtic de Glasgow y el Atlético de Madrid en octubre, las gradas del estadio escocés se inundaron de banderas palestinas. La afición del Celtic —que habitualmente se solidariza con la causa palestina— desobedeció con esa imagen la petición expresa de su club de no posicionarse y las normas de la propia UEFA que impone sanciones cuando aprecia gestos de carácter político. Los estadios, como lugares de expresión social, se manifiestan así en torno a un conflicto secular que desde hace semanas marca la actualidad internacional.
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