Aitana es una artista superventas. Y no sólo con su música. Lo mismo despacha un menú del Mcdonalds, mientras mira a la McHamburguesa con una sonrisa que...
Aitana es una artista superventas. Y no sólo con su música. Lo mismo anuncia un menú de Mcdonalds, mirando a la McHamburguesa con una sonrisa que delata que jamás comería tal pringosa cosa. Lo mismo dispara las ventas de las Nancy de Famosa. Su miniclón de plástico se ha convertido en la muñeca más comprada en esta Navidad.
Vamos, que los Reyes Magos habrán distribuido muchas Aitanitas esta noche. Las niñas y los niños quieren jugar con Aitana. Y sus madres y sus padres, también. Todos. Todas. Todes. Aitana Ocaña despierta un sentimiento de aspiración transversal en una época en la que los referentes artísticos se quedan en nichos de público más acotados. Ella, no. Ella reúne el conjunto de telegénicas peculiariades para atraer la curiosidad de un amplio espectro social. Belleza, moda, humildad, sencillez, carácter, provocación. Y nos identificamos con ella porque notamos hasta cuando sufre el desamor, aunque en el escenario esté interpretando una coreografía con la que se hace la fuerte. Nos representa. Sin proponérselo.
En tal magnetismo, ayuda que mantiene parte de esa ingenuidad que contagió en Operación Triunfo desde el minuto uno. En esa primera actuación, Bang Bang, no fue bien el playback musical y su propia cara ya no pudo disimular que algo estaba saliendo mal. Ese caos fue mágico, pues Aitana estaba proyectando la empatía de la imperfección que nos une. Su expresividad era honesta con el público, nos hacía entender que algo no estaba saliendo bien. Y no pasaba nada.
Desde aquella primera vez en OT 2017, la frenética popularidad de Aitana ha provocado que haya tenido que crecer muy rápido. Sólo tiene 24 años, una edad perversa en la que la popularidad instantánea se digiere peor que su McMenú con patatas, ketchup y McHelado.
En cambio, la velocidad de despegue de Aitana no ha coartado su autenticidad. Ahí está la clave de su éxito. Porque su autenticidad va conectada a la inseguridad de la humildad de seguir teniendo los pies en una tierra que a ratos es firme y a ratos se convierte en arena movediza.
Aitana es muy famosa, sí. Incluso con muñeca de Famosa, vale. Pero Aitana cuando habla no sienta cátedra. Es fácil comprenderla. Es la chica popular de la clase con todo para creérselo pero que duda como todos. Y, claro, queremos ser de su pandilla, como ya sucedió aquella primera vez que la vimos en OT, que suena tan lejos y, a la vez, tan cerca.
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