Cuando el maltratado es él: años de golpes, insultos y sexo a cambio de adelgazar 10 kilos

Cuando el maltratado es él: años de golpes, insultos y sexo a cambio de adelgazar 10 kilos

Fueron 12 años de convivencia. Fueron muchos años de maltrato. Bofetones, arañazos y lanzamiento de objetos. Insultos como "subnormal", "me das asco", "eres una mierda", "gordo". Y humillaciones como hacerle firmar un documento en el que ponía que, si adelgazaba 10 kilogramos, tendrían una semana de sexo.

Es solo parte del calvario sufrido por un padre de familia al que amenazaban con perder a sus hijos y que por "vergüenza" no se atrevía a contar lo que pasaba en casa. Un hombre que reproducía comportamientos de las víctimas de esta lacra, como las heridas cuyo origen se oculta o el alejamiento de sus amigos, y que aún sufre las secuelas de esa turbia convivencia.

El Juzgado de lo Penal número 1 de Palma de Mallorca ha juzgado su caso y ha condenado a su agresora a dos años y dos meses de prisión como autora de un delito de maltrato habitual y otro de lesiones en el ámbito familiar. La mujer tiene prohibido acercarse o comunicarse con su expareja durante un periodo de cuatro años y deberá abonar una indemnización de 5.000 euros por el "daño moral" causado.

La sentencia, a la que ha tenido acceso El Confidencial, muestra el "trato gravemente humillante y vejatorio" que de forma "continua" sufrió Luis —nombre ficticio— a manos de R.J.M. durante la relación que mantuvieron entre 2009 y el 4 de enero de 2021. La víspera de esa noche de Reyes se produjo el episodio que llevó a la víctima a denunciar la situación que durante años padecía en silencio.

P. D. Almoguera

Sobre las 1:00 de ese día, y durante "el curso de una discusión" —en el domicilio familiar en la localidad de Artá—, la acusada agredió a Luis. Según considera probado la magistrada, le "propinó diversos golpes con el puño en el rostro" y "le agarró del cuello con la mano" mientras le profería frases tales como "vete de aquí, no te aguanto"

El hombre, en un primer momento, se trasladó a dormir al sofá; pero como la situación no se calmaba, decidió abandonar la vivienda. R.J.M., no obstante, "con el propósito de hostigarle", tiró su ropa de la víctima por la ventana, al mismo tiempo que reiteraba los insultos: "Vete a la mierda, hijo de puta. Vete de la casa y no vuelvas".

"Como consecuencia de estos hechos, —la víctima— sufrió lesiones consistentes en escoriaciones a nivel de piel de cuello superficiales, que precisaron para su curación una única asistencia médica facultativa, con tratamiento farmacológico sintomático y ansiolítico, y dos días de perjuicio básico".

A un amigo que lo vio salir corriendo tras una presunta agresión le pidió por favor que no contase nada porque le daba "vergüenza"

Luis denunció lo ocurrido ante la Guardia Civil y posteriormente fue a dormir a casa de su madre, a quien confesó lo que venía pasando y que no le había contado antes "para no hacerla sufrir". Esta, durante el juicio, recordó que su hijo "llegó en pijama" y observó que tenía "un arañazo en el cuello".

Otras agresiones

No fue la única experiencia grave. La víctima, durante el proceso judicial, recordó que el 5 de agosto de 2009 "fueron a ver los fuegos artificiales a casa de sus padres y la acusada —supuestamente— le dio un bofetón en la cara". Como consecuencia del golpe, su progenitor tuvo que llevarle al médico.

También rememoró que en el verano de 2017, cuando estaban comiendo, la investigada le tiró un vaso de agua a la cabeza en presencia de los niños y después arrojó sus platos al fregadero.

En otra ocasión, al parecer, le persiguió por la casa con un instrumento de cocina en la mano para pegarle. Una escena que presenciaron los menores de la casa, como así declaró la hija que Luis había tenido con una pareja anterior y que ese día se encontraba allí.

Gustavo Bravo

Un empleado y amigo de la víctima vio cómo "salía corriendo del garaje tras un enfrentamiento", pero le pidió que no dijera nada porque "le daba mucha vergüenza". El trabajador relató ante la magistrada que cuando llegó a la vivienda "escuchó muchos gritos, una pelea", y cuando entró "estaba todo por el suelo". Su jefe tenía "la camiseta rota y arañazos". Cuando le preguntó qué había pasado, "se echó a llorar".

Por sus hijos

Luis explicó durante la vista oral que no se marchó antes de casa por los niños, pues su compañera sentimental, que le espetaba "pégame y verás lo que te pasa", lo "amedrentaba" diciéndole que se los llevaría a Inglaterra.

Aguantó tanto porque pensaba que R.J.M. cambiaría, pero el trato "humillante y vejatorio" fue continuo. Escuchó insultos como "subnormal", "imbécil", "gilipollas", "tonto", "hijo de puta", "me das asco", "eres una mierda" o "gordo". Hasta "le hizo firmar un papel en el que ponía que si adelgazaba 10 kilos tendrían una semana de sexo", recoge el fallo, en el que se describen ataques físicos "consistentes en zarandeos, bofetones en el rostro, arañazos, agarrones del cuello, y lanzamiento del mobiliario de la vivienda".

"Muchísimas veces, cada vez que había un enfrentamiento", respondió la víctima cuando se le preguntó la habitualidad de las agresiones, para confesar que, cuando ocurrían, "se quedaba parado y ella se enfadaba aún más".

La víctima está en tratamiento porque a raíz de lo vivido padece "ansiedad, trastorno depresivo y estrés postraumático"

Un amigo apuntó en el juicio el "control excesivo" que sufría Luis y que eso "influyó en que dejaran de verse". Hecho que se repitió con otras amistades. El testigo añadió que, cuando acabó la relación con R.J.M., retomaron el contacto.

"A consecuencia de los hechos relatados, —el hombre— presenta lesiones psíquicas" como "ansiedad, trastorno depresivo y estrés postraumático", recalca la jueza en su sentencia, donde detalla la "prueba objetiva" que representan los cinco informes psicológicos de los profesionales que han tratado a la víctima.

La magistrada sostiene que "las manifestaciones, enteramente coherentes, del perjudicado", así como otras pruebas de cargo presentadas por la Fiscalía y la Acusación Particular, lo son "en grado suficiente para romper la presunción de inocencia que ampara a la acusada". Por eso considera probado que cometió un delito de maltrato habitual y otro de lesiones leves y la condena a dos años y dos meses de prisión, además de imponerle una orden de alejamiento y comunicación y una multa de 5.000 euros.



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