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En 1925, mientras Europa buscaba cómo reinventarse tras una guerra que lo había puesto todo patas arriba, París organizó un evento que cambiaría para siempre el diseño moderno: la Exposición Internacional de las Artes Decorativas e Industriales Modernas. Aquel escaparate de lujo y vanguardia, un despliegue de perfumes, tejidos, cristales tallados y arquitectura racional, fue también el bautismo oficial de un estilo que aspiraba a conquistarlo todo: el Art Déco.
Y allí estaba España. Nuestro pabellón, diseñado por Pascual Bravo, combinaba tradición con novedades estéticas que respiraban modernidad. Allí se vieron muebles de Marco e Ibáñez, joyería de Masriera y Carreras, un escaparate de moda firmado por Luis de la Rocha, el elegante stand de perfumería de Myrurgia, y obra gráfica de Larraya, Fontanals y Rafael de Penagos, este último incluso premiado. Aquello sirvió para que se plantara una semilla.
En cuestión de pocos años, Madrid empezó a abrazar el estilo. El Cine Barceló de Gutiérrez Soto, los cafés con columnas cromadas, los escaparates de la Gran Vía con vidrio grabado y geometrías limpias... Todos esos elementos que hoy nos parecen retro-futuristas, en su momento fueron el futuro: una ciudad abrazando el diseño como promesa de lo moderno y elegante. Ese es el Madrid que se nos cuenta en una exposición que se hace imprescindible para todo buen aficionado a la historia, el diseño y los cambios sociales. Y todo ello gracias a dos prestadores privados: López-Trabado y Carlos Velasco.
El desembarco madrileño del DécoLidia García López-Trabado, comisaria de la muestra y directora de la Colección López-Trabado, resume así la idea: "Queríamos mostrar cómo el Art Déco llegó a la vida cotidiana, a todas las clases sociales, no solo al lujo". A lo que Angela Suau, directora y fundadora del Centro CARTE, que administra la colección de Carlos Velasco, añade: "Nos dimos cuenta de que nuestras colecciones eran distintas pero complementarias. El papel, el textil, la moda, los objetos... juntos narraban una historia coherente". Esa mirada amplia se traduce en una exposición con 400 metros cuadrados ocupados por casi un 85% de piezas de los dos archivos
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Exposición Internacional de las Artes Decorativas e Industriales Modernas "Nuestro objetivo es demostrar que el cartel antiguo tiene un valor artístico propio y que es una fuente de información esencial para entender el pasado", afirma Suau, que gestiona más de 12.000 piezas originales. En la exposición se pueden ver obras de grandes cartelistas como Penagos, pero también piezas más populares como anuncios de neumáticos o de máquinas de escribir. "Hay un cartel de Hispano Olivetti que resume el espíritu del Déco: habla de modernidad, de velocidad, de tecnología. Lo tiene todo en una imagen", señala Suau.
Y no solo hay carteles. La colección también incluye lo que se conoce como ephemera: "Tarjetas de visita, puntos de libro, abanicos, catálogos, reclamos publicitarios... piezas creadas para ser desechadas, pero que hoy son testimonio valioso de una época", dice Suau.

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La colección de Lidia García López Trabado aporta la dimensión textil, pero también documenta a través de revistas, catálogos y facturas toda la riqueza e inmensidad de lenguajes de aquellos años: "La moda cambia radicalmente en los años 20. De pronto, una mujer joven lleva el pelo corto, se maquilla, enseña las piernas y viste un diseño tubular que no marca su cuerpo. Eso era escandaloso para una generación anterior"
Todo esto también implica una nueva forma de vestir la casa, de comprar, de disfrutar del ocio. "Nace el tiempo libre como concepto moderno, la jornada laboral se reduce y aparecen los cafés, los cines, los bares", afirma Suau.
En los dos espacios que hay acondicionados, a través de secciones dedicadas al ocio, la arquitectura o la publicidad, se puede disfrutar del devenir del estilo y de como Madrid evoluciona. Desde el edificio Capitol hasta los barrios de Prosperidad o la Guindalera, el Déco se fue infiltrando en cada rincón de la ciudad. "Incluso un atasco de coches en la Gran Vía era un símbolo de progreso", recuerdan las comisarias.
Museografía precisa, mensaje claroLa muestra ha sido diseñada por el estudio Cariátide, que interpretó con acierto el discurso curatorial. "Queríamos una exposición clara, bien estructurada, que permitiera ver y leer cada pieza", dice García. Los colores no se limitaron al rosa pastel o al dorado típico del Déco más clásico: "Queríamos transmitir también el lado industrial, moderno, hasta duro, del progreso".
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Exposición Internacional de las Artes Decorativas e Industriales Modernas Cada sección está pensada para tener peso específico y para mostrar cómo el Art Déco llegó a todos los rincones: "Desde la estantería de Feduchi hasta un pay pay o un abanico publicitario, todo cuenta una historia."
Un estilo que vuelve, una mirada al presenteLa exposición no se queda en el pasado. "Vivimos una mirada nostálgica constante", indican las dos prestadoras. "Y el Art Déco vuelve porque es bello, funcional y sigue vigente. Muchas de las piezas podrían usarse hoy sin problema". Para García, el Déco es un movimiento-refugio: "En tiempos de incertidumbre, buscamos belleza. Y el Art Déco ofrece eso. Es exquisito, pero accesible. Es moderno, pero cercano"
Y además, no hemos cambiado tanto: "El catálogo de los años 20 es el Amazon de hoy. El reclamo publicitario es el post de Instagram. La función es la misma, solo ha cambiado el soporte" Con esta exposición, ambas comisarias no solo iluminan una etapa brillante del diseño español, sino que también demuestran el valor de las colecciones privadas y del papel como soporte de la memoria. "Un lienzo es el soporte del arte. El papel es el soporte de la vida cotidiana. Y ambos merecen el mismo respeto".
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