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Se llama Hanan Serroukh y es hija de la inmigración. Nacida en Barcelona en 1974, a los 15 años huyó de su familia para no casarse a la fuerza. Ahora, con cincuenta, es un ejemplo de integración para muchas hijas de personas que han llegado del extranjero para construir una vida en España. Ella no sólo huyó, sino que se la jugó colaborando con las fuerzas de seguridad. Su historia está recogida en Coraje: el precio de la libertad (Reflejos de actualidad, 2024), pero su testimonio y su mirada contribuyen a abordar el fenómeno migratorio en una semana en que los disturbios de Torre Pacheco nos han puesto ante el espejo. Nadie está a salvo de sus mensajes: ni las amenazas de expulsión de Vox, ni el buenismo inoperante de la izquierda, ni el fracasado modelo multicultural francés. "Torre Pacheco es el reflejo de la gestión de este Gobierno respecto a la inmigración", concluye.
P. ¿A qué atribuye los disturbios de Torre Pacheco?
R. En Torre Pacheco confluyen diferentes problemas: el incremento de la inseguridad, el impacto de la desigualdad y el efecto de los discursos de odio que aprovechan la dejadez del Estado. Es la tormenta perfecta de las zonas tensionadas. La instauracion del "ellos y nosotros" por ambos lados y sus consecuencias no sólo es lo que vemos hoy, sino también en un futuro más inmediato donde los niños y jóvenes que hoy se sienten señalados puedan mostrar su resentimiento si no actuamos.
P. ¿Cree que se trata de un estallido excepcional o hay riesgo de contagio?
R. Este tipo de estallido se repetirá en todas las zonas tensionadas, porque las situaciones cada vez son más volátiles, porque la violencia que vemos hoy están intentando sacarle rédito tanto Vox y sus voceros como la izquierda con sus políticas del buenismo y el victimismo. Mientras, el problema se vive en las escuelas y en los servicios sociales. La inmigración se ha convertido en el cajón de sastre para tapar y manipular a una sociedad donde el Estado está empezando a colapsar.
P. ¿Están reaccionando adecuadamente las autoridades locales, autonómicas y nacionales?
R. No se puede no tener políticas migratorias, no entender algo tan básico como es la seguridad y gestión de nuestras fronteras (que son fronteras europeas) o no trabajar en la diversidad social. No podemos seguir tratando a los españoles hijos de inmigrantes como elementos folclóricos. La sociedad española avanza y, por suerte, más rápido que la gestión de los políticos. Es urgente empezar a deshacer el nudo de la inmigración y llamar a las cosas por su nombre. La solución no es sólo expulsar o retornar a los menas con sus padres. Aquí urgen políticas de ciudadanía para trabajar y reforzar el marco común que nos convierte en una sociedad cohesionada. Es lamentable ver que hoy en Torre Pacheco se les ha dejado solos, pero es el reflejo de la gestión de este Gobierno respecto a la inmigración: no tiene ni criterio ni capacidad de análisis de los riesgos, porque, según señalan varios informes de seguridad nacional, la falta de gestión de la inmigración supone un peligro para nuestro Estado democrático.
P. Y, en el otro extremo, la idea de expulsar a 7 millones de inmigrantes, como dijo Rocío de Meer (Vox).
R. Tenemos un problema grave si en el contexto político no entienden la dimensión del problema de la inmigración. La solución no es expulsar, pero es un asunto que nadie quiere abordar: no tenemos políticas de inmigración, sino eslóganes para campañas absurdas.
P. ¿Estamos estigmatizando al inmigrante, ya sea regular o irregular?
R. Lo primero, hemos de entender que la frase de Rocío de Meer señala a jóvenes españoles. Ser español no es solamente un papel, tenemos miles de jóvenes nacidos en terceras o cuartas generaciones que no hay que segregar ni colectivizar; que son españoles, que se sienten españoles, que crecen en nuestro país, que forman parte de nuestra realidad presente y futura, pero que debido a la visión cortoplacista y alarmista que genera el discurso de Rocío de Meer, se les quiere señalar. Y eso no quiere decir que no haya problemas con la inmigración. Evidentemente que tenemos un problema, justamente porque no hay política de inmigración. Pero hacer esta lectura tan generalista y criminalizando provoca que los jóvenes y no tan jóvenes se sientan excluidos. Se rompe la cohesión social, el afecto al entorno y, por lo tanto, da la oportunidad a los que quieren romper la convivencia.
"Hay cosas de Vox en que podríamos estar de acuerdo, pero la señora Rocío de Meer es nuestro Herodes del siglo XXI"
P. Lo que usted quiere decir es que al estigmatizar a esos jóvenes los estás expulsando del sistema.
R. Exacto. Los hijos de la inmigración, y yo soy hija de la inmigración, corremos dos peligros. Por un lado, la segmentación y señalamiento de los discursos radicales como los que hace Vox; y, por otro lado, la segregación y el colectivismo por parte de los partidos de izquierda basándose en las políticas del multiculturalismo y la diversidad. No tenemos ninguna política que trabaje hacia un marco común. Fíjate, lo terrible de la situación es que tenemos jóvenes que han nacido y crecido aquí, que no tienen la nacionalidad española y que tienen una burocracia arcaica. Y, por otro lado, hay personas que no sienten el país, que no tienen sentimiento de pertenencia, ni arraigo, que están haciendo trámites y trampas en la Administración para adquirir la nacionalidad sin cumplir lo que dice la ley. Te pongo un ejemplo: el colectivo marroquí. En Marruecos y España no hay reciprocidad para compartir la nacionalidad, de modo que si quieres la española tienes que renunciar a la nacionalidad marroquí. Pues tenemos muchos marroquíes que no han cumplido el proceso de la renuncia a la nacionalidad para acceder a la nacionalidad española y la tienen. Eso es un problema.
P. ¿Usted es crítica con el conjunto del mensaje de Vox en inmigración?
R. Respecto al discurso de Vox en general hay cosas que podríamos estar de acuerdo, pero en política, tan importantes son los objetivos como los métodos, y específicamente la señora Rocío de Meer es nuestro Herodes del siglo XXI, porque el problema no es que los inmigrantes tengan hijos, el problema es que a los hijos de la inmigración los segregamos y los expulsamos a ser gestionados por colectivos. Delegamos ese elemento tan importante de generar cohesión social en pantallas, en ONG multiculturales, etcétera, y los expulsamos. Si estos jóvenes nacen y crecen en los valores y en el arraigo de la sociedad, son españoles.
P. Es evidente que no se va a expulsar a 7 millones de personas…
R. Evidentemente. Le pregunto: ¿a mí a dónde me va a expulsar? Yo soy nacida, crecida y soy una ciudadana como muchos otros que han servido a este país. En mi caso, después de mi familia, mi mayor pasión es mi país, España. ¿A mí a dónde me va a enviar?

La crisis de Torre Pacheco vista sin anteojeras
Pablo Pombo
P. Supongo que al país de sus padres.
R. Es absurdo, tendríamos que fijarnos mucho más en cómo viven realmente los jóvenes, adolescentes de 15 años, 20 años. El problema es que tenemos realidades sociales de población tensionada, desigualdad, falta de inversión en infraestructuras. La pobreza tiene unas consecuencias terribles. Pensar que expulsando se ordena todo es una lectura simplista, y yo respeto a Vox porque hay una parte de la población que lo ha votado, pero yo pido a Vox que dialogue.
P. ¿Usted cree que con nuestras políticas de inmigración vamos camino de Francia: que haya una generación, o varias, a las que les cueste mucho integrarse en los valores de la República francesa?
R. Sí. De hecho, cuando yo hablo de entornos tensionados, lo hago por las consecuencias de las políticas de la segregación del multiculturalismo (identificar a los jóvenes por el origen de los padres). ¿Por qué a mí me tienen que señalar como ciudadana española por llevar un hiyab si igual me gusta el rock and roll o Alaska? Este folclorismo lo que ha generado es la segregación y encorsetar a estos jóvenes. Lo que tenemos que trabajar es en el marco común, en reconocer que la diversidad social y el marco social español es diverso, es amplio y sirve a unir a la sociedad. Es decir, la diversidad tiene que estar al servicio del marco común.
"Pensar que, expulsando, se ordena todo es simplista, y yo respeto a Vox porque parte de la población lo ha votado, pero pido que dialogue"
P. Usted está afirmando que el discurso de Vox contribuye a crear guetos.
R. Contribuye a generar resentimiento, desafección, y ojo que yo no hablo desde una visión paternalista. Soy consciente de que tenemos problemas con la inmigración, el primer problema es que no tenemos políticas de inmigración, no tenemos políticas de ciudadanía, pero sí es verdad que una lectura visceral emocional como la que está haciendo Vox está generando tensiones en la convivencia.
R. A usted tampoco le gustan las propuestas de la izquierda, por buenistas e inoperantes...
R. Absolutamente. Las propuestas hasta ahora de la izquierda son meros eslóganes de campaña, no representan a la diversidad social, folclorizan, estigmatizan a los jóvenes. Un ejemplo: igual se sienten más identificados con nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad, con nuestras fiestas tradicionales. La segregación por colectivo tiene unos efectos terribles y uno de ellos es la expulsión del sentimiento de pertenencia a la sociedad y, por lo tanto, retroalimenta el otro discurso de la extrema derecha.
"Las propuestas hasta ahora de la izquierda son meros eslóganes de campaña, no representan a la diversidad social, estigmatizan a los jóvenes"
P. ¿Usted cree que el modelo de integración francés ha fracasado?
R. Absolutamente, y no lo digo solamente yo, lo dice la Comisión Europea. Evidentemente, el multiculturalismo es un elemento que ha demostrado que ha fracasado, que está siendo un problema y que hay que buscar otro enfoque para trabajar la cohesión. Una ciudadanía cohesionada dentro de la diversidad es un elemento clave de futuro.
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