
La firma subía a la pasarela su nueva propuesta de Alta Moda, inspirada en el imperio romano con glamurosos vestidos que mezclan los tejidos más delicados con las armaduras.
Dolce&Gabbana nos acaba de demostrar que no es Alta Costura porque no quiere. Nada más terminar la Semana de la Moda de París, donde las grandes casas de moda mostraban sus looks más espectaculares, la firma italiana ha querido dejar claro que el verdadero savoir faire (o mejor dicho en italiano, competenza) está en Roma.
La marca capitaneada por Domenico Dolce y Stefano Gabbana presentaba en el Foro Romano su última colección de Alta Moda, inspirada en la historia clásica y los monumentos más icónicos de la Ciudad Eterna, desde la plaza de España hasta la Fontana di Trevi.
Los directores creativos han hecho alarde de su talento en una de las mejores creaciones que han presentado hasta el momento sobre la pasarela, escogiendo como escenario el Foro Romano, el nexo perfecto que conecta lo antiguo con lo moderno, al igual que las piezas que han diseñado.
Este entorno, que evoca la majestuosidad de los templos, basílicas y arcos de triunfo, difumina las líneas entre la historia y la leyenda, rindiendo homenaje al colegio de las Vírgenes Vestales del cual Rhea Silvia, madre de Rómulo, el fundador de Roma, formaba parte. Las imágenes y personalidades de la antigua Roma reviven entre estandartes, arte escultórico y el cine de los años 50.
Como si se entrara en una máquina del tiempo, las armaduras de los generales romanos vuelven a la vida, en una disonancia constante con los tejidos vaporosos y delicados a los que acompañan, envolviendo en un aura de glamour este pedazo de la historia.
Uno de los símbolos más icónicos de Roma, la Fontana di Trevi, cobra vida en un abrigo que se convierte en una verdadera obra de arte. Confeccionada utilizando la técnica de intarsia, la prenda reproduce meticulosamente cada detalle del monumento.
En la tela, la hábil combinación de brocados, jacquards y sedas lúrex transmite la riqueza material de la imagen de la fuente, como en un lienzo tridimensional, desde el cielo azul que la cubre hasta la miniatura de columnas, capiteles, arcos, estatuas y volutas que la adornan. El agua, elemento clave del monumento, se representa a través de docenas de tonos de chiffon que caen por la prenda como una suave cascada.
La colección rinde un tributo sofisticado a la belleza femenina de los años 50 y al arte del drapeado, con paneles de gasa de seda cortados al bies, drapeados en un telar, trazan un diseño radial: un motivo único en forma de abanico que revela belleza en cada detalle y culmina en un tejido central. Un nudo escultórico que muestra el refinamiento de la técnica y se convierte en el punto focal de la pieza.
El espíritu barroco de la firma no se pierde, presentándose en forma de delicados encajes en negro o en su forma más escultural, en un vestido ajustado con las hojas de acanto en un 3D blanco que sobresale de la prenda.
Las esculturas cobran vida en los vestidos, incorporando un elemento esencial con el que entender la cultura clásica. Decoran las orejas de las modelos e inspiran algunos de los vestidos, ya sea mancando las formas de la modelo o, incluso, añadiendo esos rostros blancos a los diseños.
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