Condena histórica para Peña, el inspector de Hacienda que se pasó al lado oscuro

Condena histórica para Peña, el inspector de Hacienda que se pasó al lado oscuro

A finales de los 70, cada vez que entraba una investigación compleja en la Dirección General de Tributos, todos miraban a un joven que, pese a llevar poco tiempo en la institución, parecía llamado a ser ministro de Hacienda. Había sido número de su promoción de inspectores y estaba especializado en ingeniería fiscal. "A Fernando le caían todos los casos gordos, porque no se le escapaba uno vivo", recuerda uno de sus compañeros en Tributos, hoy Agencia Tributaria. "Era uno de esos nombres, como Mario Conde o Ruiz-Mateos, llamados a encabezar una España nueva, seria y convincente en lo económico. Aquello no salió bien", continúa.

En efecto, como Conde o Ruiz-Mateos, Fernando Peña (Burgos, 1951) pasará un tiempo entre rejas. Ayer fue condenado por la Audiencia Nacional a 80 años de prisión por la comisión de 57 delitos como cabecilla del caso Nummaria, una trama de fraude fiscal que contaba en su cartera con caras populares como Imanol Arias, Ana Duato o Carmen Posadas. Es una de las mayores penas impuestas en España contra un fiscalista, si bien solo pasará a la sombra un máximo de nueve años, la resulta de multiplicar por tres los años de condena por su delito más grave. Se trata de otro final trágico para la facción económica de la beautifu people, que prometió cambiar el país y acabó, como De la Rosa o Roldán, cruzando demasidas líneas rojas.

José María Olmo

Peña es uno de sus casos de brillantez prematura. Con solo 27 años fue nombrado Jefe de Asesoramiento Técnico del Ministerio de Hacienda y con 29 seya era Vocal Asesor en la Presidencia del Gobierno. Departía son Calvo-Sotelo y Suárez en Moncloa sobre tributación e incluso, dicen sus los que le conocieron, llegó a forjar una relación personal con el abulense, al que aconsejaba en distintas facetas de su economía personal. "Era un tío currante que se movía estupendamente en las altas esferas. Lo entendía todo a la primera en un momento político, digamos, delicado. Un tiburón. Después llegó el PSOE y se fue diluyendo un poco, aunque seguía siendo uno de los perfiles técnicos más respetados del Estado", continúa su excompañero.

La llegada de Felipe González al Gobierno no truncó la carrera de Peña, pero sí ralentizó su fulgurante ascenso en el ministerio de Hacienda: esu perfil liberal chocaba con los nuevos aires socialistas. Para no abandonar el foco público, Peña dedicó sus esfuerzos durante los años 80 a la publicación de libros y artículos de opinión en los que abogaba por una profunda reforma del sistema fiscal que nunca llegaría a cristalizar. Así, en 1987, el burgalés pidió una excedencia para fundar Gestores del Mercado de Valores y, posteriormente, Gestesor SGIIC, que se integró en Fibanc en 1991. También se convirtió en el primer presidente del Registro de Economistas Asesores Fiscales (REAF) entre 1988 y 1996, logrando una afiliación significativa de profesionales del sector.

Peña, durante su participación en 'La Clave', en los años 90. (Antena 3)Peña, durante su participación en 'La Clave', en los años 90. (Antena 3) Peña, durante su participación en 'La Clave', en los años 90. (Antena 3)

Para comienzos de los 90, Peña ya se mostraba cierto desencanto con un Estado que, en su opinión, no recompensaba debidamente sus servicios. "La Administración debería cuidar el posible mantenimiento de los funcionarios, dándoles una buena carrera administrativa y unas mejores remuneraciones, por supuesto", explicaba en el programa La Clave, de José Luis Balbín. O, lo que es lo mismo: no estaba contento con su progresión y amenazaba con montárselo por su cuenta. "A esas alturas es cuando le perdí la pista. Decían cosas de él, como se dicen de otros técnicos que se pasan al sector privado, pero en este caso no quise saber más, porque Fernando tenía una cabecita que, al servicio del mal, haría mucho mal", afirma su excompañero.

Poco a poco, Peña fue introduciéndose entre la elite española. A través de su amigo José Manuel Díaz Arias, también fiscalista, conoció a Rafael Vera, secretario de Estado de Interior de González, creando un tandem que controlaba toda la información de Hacienda y que habría servido, según El Cierre Digital, para mover capitales a Estados Unidos procedentes de la guerra sucia contra ETA. También daba clase en distintas universidades, siendo José María Aznar uno de los que se sentaron en los pupitres de enfrente. Salía en televisión, colaboraba en tertulias y escribió una veintena de libros. En un suspiro, Peña se convirtió en la primera opción de las grandes fortunas a la hora de reducir su factura fiscal.

Porque si Peña era la herramienta perfecta para detectar el fraude fiscal, también lo era para lo opuesto: conocía las lagunas de Hacienda y sabía cómo explotarlas. En 1994 fundó el Grupo Nummaria, un latinajo que significa "relativo al dinero" y que a la postre es la sociedad que le llevaría a prisión. Peña dirigió el bufete durante treinta años sin demasiados sobresaltos, a excepción de una condena en 2004 por apropiarse el dinero de sus clientes. En 2009, el gobierno de Zapatero le conmutó la pena de cuatro años a dos a condición de que no volviese a incurrir "no vuelva a cometer delito doloso en el plazo de cuatro años desde la publicación del real decreto". Sin embargo, solo un año después y gracias a su puesto como secretario de la Agencia de Televisión —que había conseguido gracias al placet de su amigo de la beautiful Ansón—, el fiscalista conoció a Imanol Arias y Ana Duato, sus dos clientes más populares, y la atención pública de la pareja captó la atención de la Agencia Tributaria, que tirando del hilo terminó por encontrarse los más de 80 millones de patrimonio que Peña ocultaba en paraísos fiscales.

Peña ocultaba más de 80 millones de patrimonio en paraísos fiscales

Sobre el papel, desde 2012 Peña es un fiscalista jubilado sin actividad laboral ni apenas rendimientos económicos. Para la Sección Segunda de la Audiencia Nacional, es el cerebro de una red de fraude fiscal diseñada ad hoc para burlar a Hacienda en la que se tocaban todos los palos: igual te compraba una sociedad en Islas Vírgenes que te emitía una factura falsa para abaratar el IVA o se quedaba, directamente, con parte del dinero de sus clientes.

Más de un año tardaron sus excompañeros de la Agencia Tributaria en deshacer la madeja de empresas en varios países que Peña había creado para evadir impuestos. Cuando los funcionarios de Hacienda irrumpieron junto a la guardia Civil en la sede de Nummaria para registrarla, muchos trabajadores saludaron afectuosamente a sus excompañeros. Según desveló este periódico en 2017, la ingeniería de Peña no solo servía para ocultar las ganancias de sus clientes, sino también las propias, entre las que se encuentran: un chalé exclusivo en La Moraleja, una finca en Cáceres de 349 hectáreas, pisos en Lisboa y Montevideo, vehículos de lujo, un palco en el Santiago Bernabéu y abonos para el Teatro Real, la Feria de San Isidro y el Open de Tenis de Madrid.

"Al final, Fernando tenía razón: eso no lo habría ganado quedándose en Hacienda", concluye su excompañero.



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