Así es el 'pez escorpión', el animal venenoso que vive en las profundidades del mar Mediterráneo

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Cuando pensamos en el verano, es lógico que se nos venga a la cabeza, casi de manera inconsciente, un entorno tan propicio para disfrutarlo como es la playa. Tomar el sol en la arena de la misma, así como refrescarnos gracias a un buen chapuzón en el mar, son algunos de los planes más frecuentes en la época estival. Sin embargo, en este último caso, el baño puede truncarse debido a un agente inesperado.

Entre las aguas más próximas a la propia costa, una peculiar criatura suele encontrar un lugar ideal para refugiarse, defendiéndose en caso de sentirse vulnerable. Se trata del pez escorpión. También conocido como pez araña o víbora de mar, su fama viene precedida del veneno de su picadura y su capacidad para camuflarse en la arena de la playa más superficial, a poca profundidad en el interior del océano. Aunque suele localizarse en territorios próximos al Mediterráneo, puede estar presente en otras ubicaciones costeras.

P. Díaz

En este sentido, el pez escorpión emplea las espinas ubicadas en su aleta dorsal para atacar a cualquier elemento que considera una amenaza. De esta manera inyecta su veneno en el usuario, el cual suele provocar un dolor especialmente agudo en la zona afectada, por lo que es recomendable acudir al servicio costero de primeros auxilios ante la aparición de los primeros síntomas.

Características del pez escorpión

Si bien su capacidad para pasar desapercibido es una de sus cualidades más importantes, el aspecto del pez escorpión es realmente reconocible una vez sale a la luz. Se trata de una especie de entre 15 y 45 centímetros de longitud, con complexión alargada y con un prominente tono pardo en sus escamas, con tintes grises y amarillos.

No obstante, su rasgo más característico es la aleta dorsal repleta de espinas venenosas, así como su aleta pectoral llena de aguijones. El rostro del pez araña también es muy particular, con sus ojos resaltados y su boca en dirección hacia arriba. Muchas veces, nos percataremos de su presencia a través de una picadura propia o de otro bañista en las proximidades.

En caso de sufrir el ataque de un ejemplar de dicha especie, lo primero que debemos hacer es salir fuera del agua de manera inmediata, de forma que evitemos perder el conocimiento fruto de la intensidad del dolor. Tras ello, localizaremos la herida y la trataremos con agua salada y calor local, exponiendo la dolencia a una temperatura mínima de 40ºC durante una franja de entre 30 a 90 minutos. En caso de aparición de más síntomas, como náuseas o fiebre, lo aconsejable es acudir a un centro médico lo antes posible.



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