Ana Raya, activista digital en turismo inclusivo: "No es un extra ni un lujo: es justicia social para todos"


         Ana Raya, activista digital en turismo inclusivo: "No es un extra ni un lujo: es justicia social para todos"

@RayadaLife, en redes, reivindica con humor y firmeza una mirada sin prejuicios sobre la discapacidad.

Divulgadora, activista, asesora en accesibilidad universal y creadora del proyecto @RayadaLife, Ana Raya se ha convertido en una de las voces más potentes de las redes sociales en torno a la discapacidad. Desde su experiencia personal como mujer con artritis idiopática juvenil y como viajera incansable, denuncia barreras, forma en derechos y rompe estereotipos. Con honestidad y sorna, comparte en Instagram y TikTok lo que significa convivir con una enfermedad crónica en una sociedad aún capacitista.

Su camino comenzó casi por necesidad y "por una llamada". Ana cuenta que su enfermedad la ha obligado a reinventarse muchas veces, y fue precisamente en uno de sus ingresos hospitalarios cuando nació @RayadaLife: "Cogí el móvil, no podía dormir y me grabé como en un diario". Pronto descubrió que lo que a ella le servía también podía ser últil para otros. "Quise compartir cómo es vivir con una enfermedad crónica, con discapacidad, mostrar mi día a día y visibilizar esa realidad tan poco contada". Hoy su perfil en redes sociales se ha convertido en una auténtica marca personal, con la que ofrece formación, asesora alojamientos y entidades, a través de su sección de tips de productos de apoyo e inventos (en sus redes) ayuda a las personas con discapacidad en su día a día, y denuncia injusticias cotidianas.

Las barreras actitudinales hacen más daño que las físicas

"Las barreras actitudinales hacen más daño que las físicas", asegura. Ana subraya que los escalones, las rampas mal puestas o los aseos inservibles siguen siendo una constante, pero que el verdadero dolor lo causa el capacitismo, la infantilización o que te miren con condescendencia. "Que me pregunten si viajo sola con 'eso', refiriéndose a mi silla, o que se asuma que no puedo tener pareja, duele más". Reivindica el derecho a decidir sobre sus propios límites: "No me digas que no puedo. Déjame intentarlo".

Una parte esencial de su activismo pasa por el turismo inclusivo, un ámbito que conoce tanto por formación (ha dedicado su TFM a ello) como por vivencia directa. "En España, la accesibilidad sigue viéndose como un extra, algo que se pone para decorar". Ana ha vivido situaciones tan absurdas como tener que cruzar cocinas y montacargas para llegar a una piscina o tener que avisar en recepción con antelación para poder bañarse. "Tener una habitación adaptada no significa que el hotel sea accesible. Hay que garantizar toda la cadena de accesibilidad: información, transporte, instalaciones y atención".

En su recorrido por distintos destinos, Ana guarda recuerdos positivos de Ibiza (“pensaba que no podría ir a ninguna playa y al final fue un viaje accesible y muy satisfactorio”) y Valencia, "una ciudad bien adaptada". En cambio, recuerda Roma como una de sus peores experiencias: "No conseguíamos un taxi adaptado y estuvimos a punto de perder el crucero. Lloramos de la ansiedad".

Ana también ha abierto espacios de reflexión sobre la interseccionalidad. Se define como "coja, artrítica, lesbiana, andaluza y activista", y asegura que el rechazo lo ha vivido desde dentro: "Yo misma me he discriminado por mi orientación. Me negué durante años por miedo a añadir otra etiqueta más". La falta de representación y la sobreprotección familiar fueron también parte del camino: "Si no te ves reflejada, tampoco te imaginas como una adulta con expectativas".

Tuve que hacerme amiga de mi enfermedad

Su infancia y adolescencia estuvieron marcadas por los brotes, los tratamientos agresivos con corticoides, las operaciones, la baja autoestima y el aislamiento. "Durante años odié mi cuerpo y creí que si luchaba lo suficiente me curaría. Pero no. Aprendí que tenía que hacerme amiga de mi enfermedad". Hoy reivindica esa historia como parte de su identidad: "La artritis me ha hecho ser quien soy".

Pero también se pregunta: ¿qué hubiera cambiado si alguien le hubiera hablado claro desde el principio? "Me hubiera gustado que me preguntaran cómo estaba, de verdad. No solo qué me dolía". Reclama equipos multidisciplinares, con apoyo psicológico desde el primer momento, y con información adaptada a niñas y adolescentes con enfermedades crónicas. "Las cicatrices no son solo físicas. Y nadie te explica cómo afecta eso a tu autoestima, a tus relaciones o a tu sexualidad".

Como formadora, ha participado en charlas con escolares, entidades y ayuntamientos. Para ella, la educación es clave para cam... {getToc} $title={Tabla de Contenidos}

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