La pseudogestación, cuando una perra cree que está preñada


         La pseudogestación, cuando una perra cree que está preñada

Aunque no suele requerir tratamiento, conviene conocer sus síntomas y las herramientas para gestionarlo.

Convivir con una perra no esterilizada implica aceptar ciertos procesos fisiológicos que, aunque naturales, pueden resultar desconcertantes. Uno de ellos es la pseudogestación o embarazo psicológico, un fenómeno hormonal que, pese a su nombre, no tiene nada de imaginario. Quien haya visto a su perra adoptar juguetes, protegerlos con fiereza, preparar un nido o incluso empezar a producir leche sin haber tenido contacto con ningún macho, sabe que estamos ante algo que parece muy real.

En muchos casos, los titulares se enfrentan por primera vez a una pseudogestación sin haber oído nunca hablar de este proceso, que se produce generalmente entre las seis y las diez semanas posteriores al celo. Sin embargo, los embarazos psicológicos caninos son más comunes de lo que parece.

Un proceso biológico muy natural

La pseudogestación es una respuesta fisiológica que se da en muchas hembras caninas no esterilizadas tras pasar por el celo. Desde el punto de vista hormonal, el cuerpo de la perra ‘no sabe’ si ha quedado preñada o no. Tras la ovulación, los niveles de progesterona aumentan durante varias semanas (fase conocida como diestro), tal como sucedería en una gestación real. Cuando la progesterona desciende, el organismo interpreta ese cambio como la señal de que el parto está cerca y activa la producción de prolactina, una hormona implicada en la lactancia y en los comportamientos del cuidado maternal.

El resultado es que, incluso sin haberse producido una monta, muchas perras desarrollan síntomas similares a los de una gestación real. Algunos de los más comunes son la inflamación de las glándulas mamarias, producción de leche, lamido insistente de la zona abdominal, apatía, irritabilidad o una actitud protectora hacia objetos que asumen como sus cachorros. También pueden aparecer comportamientos de anidamiento, insomnio, inquietud y, en algunos casos, rasgos de agresividad.

Lejos de ser una rareza de los animales domesticados, tiene un fuerte componente evolutivo. En los grupos de cánidos salvajes, como ocurre en los lobos, la pseudogestación parece haber sido una ventaja adaptativa. Aunque no existen muchos estudios sobre este fenómeno en lobos en libertad, se ha documentado con claridad en ejemplares en cautividad. Observaciones a largo plazo, como las realizadas durante más de 35 años en el centro Wolf Park (Indiana, Estados Unidos), apuntan a que todas las hembras no gestantes desarrollan en mayor o menor medida signos de embarazo psicológico tras la temporada de cría. Algunas muestran simples alteraciones hormonales, mientras que otras llegan a producir leche, arrancarse el pelo del vientre para preparar un nido y comportarse como si estuvieran criando.

La hipótesis más extendida para explicarlo señala que, en grupos sociales complejos como los de los cánidos salvajes, este proceso permitiría que las hembras no reproductoras contribuyan a la supervivencia de las crías de otras, amamantándolas o cuidándolas durante las primeras semanas. Es una estrategia cooperativa y profundamente arraigada en su biología. Hoy en día, nuestras perras domésticas no comparten sus camadas con otras ni conviven en estructuras familiares tan amplias, pero su organismo sigue reproduciendo fielmente ese patrón ancestral.

¿Es peligrosa? ¿Se repite siempre?

La pseudogestación en sí misma no es una enfermedad, y en la mayoría de los casos remite espontáneamente en un plazo de entre una y dos semanas. No deja secuelas ni supone un problema de fertilidad, y muchas perras pueden pasar por varios episodios a lo largo de su vida sin que esto afecte a su salud a largo plazo.

Dicho esto, sí conviene estar atentos a posibles complicaciones. Si la producción de leche es muy abundante y no se interrumpe, existe riesgo de mastitis (infección de las mamas). Si el animal se encuentra especialmente decaído o presenta comportamientos agresivos que alteran la convivencia, puede ser necesario acudir al veterinario. También si los síntomas se prolongan más de lo esperado o si aparecen signos físicos como fiebre, dolor al tocar las mamas o secreciones anómalas.

En cuanto a la recurrencia, hay perras que experimentan pseudogestaciones de forma más llamativa o frecuente, y otras que no presentan nunca síntomas evidentes, aunque los cambios hormonales internos sean los mismos. No hay una edad ni una raza más propensas, y no todas las hembras desarrollan embarazos psicológicos con la misma intensidad.

¿Cómo puede ayudar el dueño?

Uno de los errores más comunes es pensar que la perra está enferma o que los síntomas obedecen a un embarazo oculto. Si no ha habido cópula, se puede descartar la gestación con seguridad, pero si ha habido contacto con machos, inclus... {getToc} $title={Tabla de Contenidos}

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