El pueblo de Menorca con una espectacular playa: alberga el restaurante preferido de Dabiz Muñoz

El pueblo de Menorca con una espectacular playa: alberga el restaurante preferido de Dabiz Muñoz

Aislada, salvaje y casi secreta. Así es la cala conocida como Cabra Salada, un rincón escondido cerca de la bahía de Fornells, en el norte de Menorca. Su nombre, heredado de las cabras que se pasean tranquilamente por la orilla, delata su carácter silvestre. Llegar a ella es una aventura: solo se accede caminando más de cuatro kilómetros o navegando en kayak desde Fornells, en apenas cinco minutos. Lo que uno encuentra allí es una playa mínima, sin servicios, sin masificaciones, y con una paz que solo interrumpe el balido de los animales. Es solo una de las muchas maravillas que puedes encontrar en Fornells.

Es el tipo de lugar que uno esperaría encontrar en una postal, no en la vida real. La playa es tan recóndita que ni siquiera aparece en muchas guías convencionales. De hecho, su nombre original era “Cabracelada” —de celada, que significa oculta—, aunque con el tiempo la fonética catalana la transformó en “Cabra Salada”. El nombre ha calado entre los visitantes que buscan lo auténtico y lo salvaje, y que no tienen miedo a esquivar piedras, cabras e incluso excrementos para estirar su toalla en soledad.

Pero Fornells no solo sorprende por sus paisajes. En este mismo pueblo costero se encuentra uno de los rincones gastronómicos favoritos del chef más atrevido del panorama nacional: Dabiz Muñoz. El tres estrellas Michelin ha confesado en varias ocasiones su devoción por el restaurante Sa Llagosta, donde asegura haber probado “la mejor caldereta de langosta” de toda Menorca. Su vínculo con este lugar va más allá de una simple visita turística: es una parada imprescindible en sus viajes gastronómicos.

Sa Llagosta es mucho más que un restaurante marinero. Fundado en 1999 por David de Coca y Mònica Cortassa, este templo culinario se ha especializado en rendir culto a la langosta menorquina. Durante su 25 aniversario ofrecieron hasta veinticinco versiones del crustáceo, desde tempura con mayonesa de coral y Pedro Ximénez, hasta langosta cocida con resina de pino, que deja un efecto fósil sobre el plato. Todo un espectáculo visual y gustativo, cocinado al vapor en su propio jugo y presentado como si fuera una joya.

Quienes conocen el restaurante saben que no se trata solo de platos con técnica, sino también de alma. Los productos provienen directamente del mar que se ve desde las mesas del local, y la temporada de pesca, que va del 1 de abril al 1 de septiembre, marca el ritmo de una carta comprometida con la sostenibilidad. La langosta llega con una brida azul, certificando su procedencia de las aguas de Fornells, lo que convierte cada bocado en un homenaje a la isla.

Carlos Sánchez

Y si el visitante se queda con ganas de más, puede acercarse a Es Mercadal, donde el cocinero Lluc Guix —vinculado también a Sa Llagosta— ha abierto un obrador llamado S’Ambosta. Allí se preparan platos para llevar, desde la icónica caldereta hasta ensaladas creativas y pasteles personalizados. Un complemento ideal para quienes, después de una jornada en Cabra Salada, quieren seguir saboreando el espíritu de Menorca en casa.



{getToc} $title={Tabla de Contenidos}

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente

Formulario de contacto