¿Es seguro dar cubitos de hielo a los perros? Lo que dicen los expertos


         ¿Es seguro dar cubitos de hielo a los perros? Lo que dicen los expertos

Deben darse de forma muy puntual, ya que pueden provocar molestias estomacales y problemas dentales.

A algunos perros les basta oír el zumbido del dispensador de hielo o la cubitera para acudir como si se tratara del timbre de la puerta. No falta quien aprovecha ese entusiasmo canino para premiarles con un cubito de hielo, especialmente en verano. Pero, ¿es realmente una buena idea?

El hielo ha sido, durante mucho tiempo, un comodín veraniego que algunos titulares dan por hecho que también sirve para perros: es refrescante, inocuo y parece entretenido. Pero basta rascar un poco en la opinión de los veterinarios para que el entusiasmo se enfríe, y nunca mejor dicho. Porque aunque el hielo no es, en sí mismo, un veneno ni un error garrafal, su uso como snack o remedio improvisado para el calor merece matizaciones importantes.

Riesgos y beneficios

La anécdota que disparó las alarmas hace años sigue presente en foros: una persona afirmaba que su perro había sufrido una torsión gástrica tras beber agua con hielo. La historia era angustiosa y su viralidad inevitable, pero el problema es que no hay evidencias científicas ni clínicas que respalden esa relación directa. La torsión gástrica, una urgencia vital donde el estómago se hincha y rota sobre sí mismo, afecta sobre todo a perros grandes y de pecho profundo, y ciertos factores, como comer con ansiedad o hacer ejercicio intenso tras una comida copiosa pueden influir. Pero echarle la culpa a un cubito de hielo es, como poco, una simplificación.

Lo que sí puede afirmarse con más certeza es que masticar cubitos de hielo no es, ni mucho menos, el pasatiempo dental ideal. Como señalan los veterinarios, el esmalte dental de los perros no está diseñado para triturar bloques sólidos de agua congelada. Masticar los cubitos les puede provocar microfracturas invisibles que con el tiempo pueden derivar en piezas partidas, infecciones o la necesidad de extracciones.

En cuanto al valor nutricional o fisiológico del hielo, la respuesta es bastante plana. No lo necesitan. Un perro sano, bien hidratado, no obtiene ningún beneficio extra por consumir agua en estado sólido. Si tiene sed, beberá. Y si hace calor, el agua fresca (no helada) será más efectiva que cualquier cubito para regular su temperatura corporal. De hecho, en situaciones de golpe de calor, ofrecer hielo es desaconsejable y lo indicado es mojar sus patas y su abdomen con agua a temperatura ambiente, facilitar sombra y descanso, y acudir al veterinario.

Mejor granizado de hielo que cubitos

En Internet es habitual que los nuevos convivientes con cachorros de perro planteen la pregunta de si el hielo es adecuado para aliviar el crecimiento de los dientes. Y la respuesta que reciben es “puede ser”. Pero la alternativa más segura no son cubitos de hielo, sino, por ejemplo, un paño húmedo y metido en el congelador durante unas horas. Aun así, incluso con esa opción casera y más aconsejable que los cubitos, conviene tener cuidado, ya que algunos cachorros podrían asociar el alivio con cualquier tejido y, a partir de ahí, convertir en presa todo lo que huela a toalla o camiseta. Mejor optar por mordedores específicos pensados para el momento de la dentición canina, que ofrecen la textura y resistencia adecuada sin poner en riesgo los dientes ni los muebles.

En climas muy calurosos, como suele ser el verano en España, ofrecer hielo puede considerarse un gesto de cariño hacia el animal, pero el verdadero gesto de amor es garantizar un entorno donde el calor no suponga un peligro y proporcionarles sombra, agua siempre disponible, actividad física en horas frescas y, en razas más sensibles, incluso métodos de enfriamiento pasivo como alfombrillas refrigerantes.

Para los cuidadores que insisten en que su perro disfruta con el hielo, hay un pequeño margen para el compromiso. Si no hay antecedentes de sensibilidad dental, si se trata de cubitos pequeños o, mejor aún, hielo triturado, y si se ofrece con moderación, puede formar parte de un juego puntual. Pero siempre con supervisión y sabiendo que no se está haciendo ningún favor nutricional ni veterinario. Solo, como mucho, emocional.

Es importante recordar que, cuando hablamos del cuidado de otras especies, los gestos humanos, por muy entrañables que parezcan, no siempre tienen sentido en clave animal. No todo lo que refresca a las personas es útil para un perro, y no todo lo que nos parece divertido es seguro para ellos.

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