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¿Cómo se educa a una princesa en los tiempos de los influencers y de TikTok? Y, dado que la heredera representa al pueblo ¿no debería ser su formación igual a la de este? Puestos a pensar en ello, ¿en qué momento del proceso educativo se le despierta a un niño llamado a reinar la conciencia de que en el futuro será Rey? ¿Cuándo fue consciente el chico que fue Felipe VI de que su vida estaba condicionada por un destino que él no había elegido?¿Y Leonor de Borbón? ¿Qué debe ir antes, la educación castrense o la universitaria? O incluso: ¿tiene sentido la educación militar? Y, en la semana en la que la infanta Sofía se ha graduado en Gales, ¿deben los hermanos de los herederos tener una educación similar, dado que tienen un papel de remplazo y apoyo?
Todas estas preguntas y muchas más han sido abordadas en un extenso informe publicado por la Red de Estudios de las Monarquías Contemporáneas (Remco) bajo el titulo Educando reyes. La educación de los herederos de las monarquías europeas. Firmado por los profesores Tania Alonso Sainz, María José Ibáñez Ayuso y David Reyero García, a lo largo de sus 99 páginas compara la educación que está recibiendo la princesa Leonor con la de los herederos de las coronas británica y danesa. La hija de Felipe VI es la primera mujer heredera en 190 años.
La principal conclusión es que la princesa Leonor es un modelo contracultural para su generación, la generación Z, los nacidos después de 2000. Desde su mismo nacimiento, la heredera de la Corona es un desafío para las narrativas que prevalecen en quienes hoy rondan los 20-25 años y que viven en un universo en el que reina la inmediatez, el individualismo y el bienestar. Sin embargo, los autores sostienen que, al cumplir los 18 años, la hija de Felipe VI renunció a una parte importante de su libertad personal, algo inevitable por su condición familiar, pero absolutamente distinto a los anhelos que al alcanzar la mayoría de edad acompañan sus coetáneos: una generación que busca sentido más allá de sí misma, que —sostienen los autores—, "anhela contribuir, construir y liderar con sentido y autenticidad".
"La educación en las familias reales está más vinculada a conceptos como virtud, entrega, sacrificio, ejemplaridad o misión, frente a los conceptos que más se manejan en el sector educativo: la libertad de elección, la autonomía o la emancipación", añaden.
Un rey soldadoAño 1985. Se está produciendo un pulso entre Zarzuela y Moncloa a cuenta de la educación del príncipe Felipe.
—Yo quiero que Felipe vaya primero a las academias militares y después a la universidad —le confiesa Juan Carlos I al jefe de la Inteligencia, Emilio Alonso Manglano, tal y como recoge el libro El jefe de los espías.
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A. Espí—Majestad, lo que el Gobierno no quiere, el Partido Socialista —especifica Manglano—, es convertir al príncipe en un rey-soldado.
Al final se impuso el criterio del rey, y el príncipe completó primero la formación militar. Treinta años después, en lo que sin duda es una forma de reconocimiento a la educación que don Juan Carlos y doña Sofía le dieron a su hijo, Felipe VI y la reina Leticia han reproducido el itinerario que va siguiendo la princesa: último curso del bachillerato fuera de España (él en Canadá, ella en Gales) y un año en cada una de las tres academias militares antes de matricularse en la universidad.
A este respecto, los autores subrayan que la formación castrense es uno de los elementos de mayor envergadura y tradición en la formación de los herederos, como atestigua el hecho de que el paso por diversas academias militares y cuerpos de las Fuerzas Armadas sea un lugar común no sólo español, danés y británico, sino también de numerosas casas reales tanto europeas como de otros continentes. No obstante, los autores señalan la discrepancia entre el caso español y el británico, donde ocurre a la inversa. "Puede ser más adecuado que la formación castrense, dado su impacto formativo", apuntan los autores, "preceda a la civil, para lograr así una madurez personal que realmente acompañe a la madurez legal".
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Genoveva Crespo. ZaragozaLas fuentes consultadas por El Confidencial aseguran que en la decisión de los Reyes está no sólo la réplica del itinerario seguido por Felipe VI, que mantiene y cultiva la relación con sus compañeros de las tres academias, sino en la importancia de los valores que se adquieren en los ambientes militares: disciplina, esfuerzo, lealtad, sacrificio y compañerismo. Tomada la decisión, y con la princesa enrolada en el buque-escuela Juan Sebastián Elcano, en Zarzuela no pueden estar más satisfechos de la naturalidad con la que la heredera se desenvolvió, primero, en la Academia militar de Zaragoza, y después como guardiamarina.
Papá, voy a ser rey¿En qué momento del proceso educativo se le despierta a un niño la conciencia de ser un futuro rey? Tras analizar la casuística de Felipe VI y la princesa, los autores apuntan a los primeros discursos de los herederos, cuando han tenido sus primeros actos oficiales y donde se ha despertado con fuerza la conciencia de la responsabilidad de su tarea, En el caso de Felipe VI, en 1982 durante en la entrega de los Premios Príncipe de Asturias en Oviedo.
"Don Felipe estaba algo nervioso y ensayó varias veces en su habitación del Hotel Reconquista antes de dirigirse al Teatro Campoamor. Prefirió escribir de su puño y letra el que iba a ser su primer discurso en público. Nuestro consejo fue, ante su nerviosismo por la cantidad de gente que habría en el teatro, que daba igual que fueran diez que treinta mil. Lo único que tenía que preocuparse era de leer despacio, pronunciar bien y hacer las pausas necesarias, que llevaba marcadas con trazo o barra negra en el sitio adecuado. Y salió perfecto. Don Felipe preguntaba y repreguntaba cómo había estado y no acababa de creerse que había bordado el examen", recogen los autores del libro “Felipe VI. La formación de un Rey”, de quien fue su preceptor José Antonio Alcina.
"Don Felipe estaba algo nervioso y ensayó varias veces. Prefirió escribir de su puño y letra el que iba a ser su primer discurso en público"
Los autores sostienen que ese despertar "es un proceso, un continuo", pero no obstante se atreven a apuntar que el momento clave en la toma de conciencia de Felipe VI fue cuatro años después, en 1986, en el acto de juramento de la Constitución ante las Cortes Generales. "Este momento es recordado por don Felipe como un momento especial y trascendental", apuntan antes de recoger unas palabras al respecto del entonces príncipe: "Yo era muy consciente de la importancia de ese acto y del compromiso público de lealtad que adquiría con España, con la Constitución que juraba y con la corona de la que soy heredero. Experimentaba al mismo tiempo el sentimiento de satisfacción y el peso de la responsabilidad. Tuve una percepción muy clara de lo que significaba esa Jura".
No fue hasta 1986 cuando el Príncipe, en cambio, habló de la Corona con motivo de los Premios Príncipe de Asturias, y de su futuro papel dentro de ella, algo que la princesa hizo con cuatro años de antelación: "Es, además, la tierra que da nombre al título que ostento como heredera de la Corona, al igual que hizo mi padre, el Rey, durante tantos años. Y lo hago con responsabilidad". Una sutil diferencia entre la iniciación de padre e hija.
Los cinco deberes de la princesaEn definitiva, Alonso, Ibáñez y Reyero señalan cinco aspectos relevantes en la formación de Leonor de Borbón. El primero es la preparación para el futuro papel como jefa de Estado, que implica una formación exhaustiva en áreas como derecho constitucional, historia, relaciones internacionales y protocolo. Casi noventa años atrás, cuando su bisabuelo, don Juan de Borbón, fue designado con más de treinta años por Alfonso XIII como heredero de la Corona (algo que él nunca imaginó porque era el tercer hijo varón) tuvo que improvisar una formación adulta en todas estas disciplinas.
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P. C.A día de hoy no se sabe dónde cursará Leonor de Borbón sus estudios civiles ni en qué disciplina, de modo que la pregunta es si afrontará la universidad desde una perspectiva funcional o si se tendrán en cuenta sus gustos si no coinciden con el Derecho y la Economía. "Previsiblemente, siguiendo la tradición de la monarquía de nuestro país en los últimos años -a diferencia de la tradición británica-, se priorizará el sentido del deber y, por tanto, una formación civil acorde a las funciones que habrá de desempeñar", concluye e informe.
El segundo es la representación de la Corona, que la Princesa está asumiendo gradualmente: Leonor ya ha participado en actos oficiales, tanto en España como en el extranjero. Por ejemplo, su primer viaje oficial al extranjero (12 de julio de 2024 a Portugal), jura de la Constitución (31 de octubre de 2023, día en que cumplió 18 años), primer acto oficial en solitario, en el 30 aniversario del Instituto Cervantes (el 24 de marzo de 2021).
También es relevante la combinación de su conversión en símbolo de la continuidad dinástica, tal y como asumió en el acto de jura de la Constitución, con la conexión con las nuevas generaciones. "Se espera que la princesa pueda establecer un vínculo con las generaciones más jóvenes, ayudando a mantener la relevancia de la monarquía en una sociedad cambiante. Prueba de ello son los perfiles de la princesa Leonor en redes sociales mostrando el día a día de su actividad pública.
Ser normal versus ser excepcionalEn conclusión, sostienen los autores, la educación de los herederos se mueve entre una realidad excepcional y un deseo de normalidad, entre la solemnidad institucional y la cercanía al pueblo. "Las decisiones que se toman en la primera infancia y etapa obligatoria son, efectivamente, 'normales', como lo haría cualquier otra familia: escuchando recomendaciones y guiándose por lo que ha funcionado a los miembros de la familia en ocasiones anteriores", subrayan antes de apuntar la última paradoja: la inviolabilidad constitucional del monarca choca con el deseo de transparencia y rendición de cuentas de la sociedad moderna.
Así queda patente que la educación de los herederos es una cuestión de Estado, y que combina la doble exigencia de ser normales y excelentes. Este es el destino de Leonor, como lo fue de su padre. La inmensa mayoría de sus coetáneos escogerá, de una forma u otra, su trabajo, sus profesiones, sus estudios. Ellos saben desde que eran niños, que no han de ser durante toda su vida otra cosa que, primero, heredero del trono y, después, rey de España. Ante ellos sólo se abre un camino: el del deber.