¿Es el Zendal un hospital fantasma, un proyecto fallido?

¿Es el Zendal un hospital fantasma, un proyecto fallido?

Me interesan mucho los reportajes que el colega Raúl García protagoniza en Espejo Público. Revisten talento periodístico, originalidad y enfoques objetivos, bien cuando trata asuntos insólitos o bien cuando acude a las cotidianidades. Por esas mismas razones resultaron tan elocuentes las conclusiones implícitas que depararon su “misión” en el Hospital Zendal.

El proyecto estrella de la política sanitaria de Isabel Díaz Ayuso se presentaba a los espectadores como una estructura fantasmal. Y no desmentía las sensaciones el criterio del “guía” médico que describía la escena en el laberinto. Javier Martín confirmaba, en efecto, que solo una cuarta parte del hospital está operativo. Y que había un millar de camas desocupadas, aunque listas para la situación de una emergencia.

Se llegaba a la conclusión de que la megaestructura del Zendal, inaugurada hace cinco años como respuesta a la crisis del coronavirus, es un hospital del “por si acaso”. Listo para una pandemia e inoperativo para los asuntos cotidianos, aunque las imágenes espectrales del reportaje de Antena 3 suscribían más bien la idea de la negligencia o de la ineficacia.

Gonzalo Valero

Y no es cuestión de cebarse con la deficiente política sanitaria de Ayuso ni de atribuirle en solitario la mala gestión de la crisis del covid. El enfoque conmemorativo del quinquenio ha precipitado un debate arbitrario que tanto enfatiza la responsabilidad de la emperatriz madrileña como exonera los errores de la Administración central. Y claro que Ayuso se desenvolvió en la emergencia con las luces cortas y desaciertos, pero la propaganda monclovense abusa del “caso de Madrid” para encubrir la gestión incompetente de Sánchez, como si únicamente hubieran muerto ancianos en las residencias capitalinas y como si el antagonismo político a Ayuso justificara la tergiversación de otras realidades igualmente embarazosas.

No colabora a favor de la presidenta la fantasmagoría del Zendal en la periferia de Madrid. Las atenciones terapéuticas se concentran en los enfermos de ELA y están en marcha otros proyectos de rehabilitación neurológica y neuroregenerativa, pero prevalecían las sensaciones inquietantes a medida que las cámaras de Espejo Público exploraban la instalación e indagaban en las entrañas del monstruo. Nadie desea que las camas se abarroten de enfermos, pero tampoco se explica que haya problemas de atención primaria en otros centros colapsados o que haya más sanitarios que pacientes en una estructura de dimensiones “aeroportuarias” cuyos 8.000 metros cuadrados (y ausencia de quirófanos) identifican la megalomanía y el despilfarro en la periferia de la ciudad.



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