:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Faf2%2F488%2F9dc%2Faf24889dc173b3a6c772ceffa27a0b9d.jpg)
Ha caído uno de los tabús de la política catalana: se puede hablar con la ultraderecha. La decisión de Junts de dejar que Sílvia Orriols siga gobernando en Ripoll marca un antes y un después. Los Comunes han pedido una reunión del pacto antifascista en el Parlament para establecer en qué fase se encuentra ahora. Junts no solo se ha descolgado del acuerdo para echar a la líder de Aliança Catalana de su alcaldía. Es que reconoce que hablarán con esta formación, aunque aseguran que descartan llegar a acuerdos con ellos tras las municipales de 2027.
Cuando Aliança Catalana llegó al Parlament en mayo del año pasado se les aplicó la misma política que a Vox. Se les dejó fuera de todo, no se les permitió presidir comisiones en el Parlament. Y marcaje estricto en el hemiciclo, tanto por parte de Salvador Illa como del presidente de la Cámara catalana, Josep Rull. Ahora se entra en una nueva fase: hasta el presidente del Consell de la República, Jordi Domingo, se niega a marginar a Aliança Catalana de su ronda de contactos.
En la entrevista en RAC-1, el secretario general de Junts, Jordi Turull, ha evitado en todo momento calificar a Aliança de extrema derecha. El clima ha cambiado. Y la lluvia de críticas desde ERC, PSC, Comunes y la CUP le ha llegado al partido de Carles Puigdemont. El más duro ha sido Illa: "en Europa, en Cataluña o en Ripoll o se está en la defensa de los valores europeos o se está con quién los ataca". Por su parte, el cabeza de lista por Girona de Junts, Salvador Vergés argumentó que "el cordón sanitario tal y como se entiende en este momento está condenado al fracaso, tal y como se demuestra en Europa y en todo el mundo, y nosotros vamos a combatir las mentiras que Aliança Catalana está extendiendo.
Desde el PP, su presidente en Cataluña, Alejandro Fernández, se muestra escéptico: "Nunca nos han gustado los cordones sanitarios. A nosotros nos los aplicaron con el pacto del Tinell. No nos gusta nada que se les aplique a Vox y a Aliança Catalana. En mi opinión, lo de ayer en Ripoll no traerá ningún cambio en esos cordones en el Parlament". No es la opinión de David Cid, portavoz parlamentario de los Comunes, para quien "ahora habrá que ver si Junts empieza a votar a favor de iniciativas de Aliança Catalana".
Fuentes internas del PSC se muestran más prudentes. Para empezar, valoran que los cordones sanitarios funcionan si se aplican y no si se habla de ellos y se utilizan como gancho electoral, algo que determinada izquierda hizo en Badalona, en su pacto contra Xavier García Albiol. García Albiol no es la ultraderecha, pero muestra cómo al PP en el pasado se le han aplicado este tipo de políticas de aislamiento. El resultado fue que, tras un año, García Albiol se presentó a las elecciones y ganó por mayoría absoluta. Eso, justo eso, es lo que ha querido evitar Junts retirándose en el último minuto de un acuerdo que estaba en su recta final.
"Junts tenía que escoger entre ser la derecha de Núñez Feijóo, que habla con Vox, o ser la de Angela Merkel, y han optado por Núñez Feijóo", lamenta David Cid. A ERC le preocupó tanto, que en última instancia, el presidente de ERC, Oriol Junqueras, llamó por teléfono a Turull y al propio Puigdemont para evitar que el pacto descarrilase. En Junts se mantuvieron firmes, asegurando que lo que pretendía montarse en Ripoll era "una alianza Frankestein", en palabras del propio Turull.
Junts, en desventaja
Junts saldrá perjudicada de la decisión de esta semana, coinciden todas las fuentes consultadas. Incluso algunas internas de Junts. Pero no porque se haya acabado el cordón sanitario contra la extrema derecha, sino por lo mal ejecutada que ha sido la ruptura. Incluso desde dentro de Junts se apunta que no se debería haber entrado en las conversaciones para presentar una moción de censura contra Aliança Catalana en Ripoll, en lugar de romper en el último momento y darle a Orriols una victoria fácil que la vuelve más poderosa.
En realidad, mientras en Cataluña se guardaban las formas, en Madrid Junts y Vox ya habían coincidido en su voto en el Congreso. La novedad es que esto llega ahora al espacio político catalán, que se quería diferente. Eso hacía por ejemplo que Junts y la CUP llegasen a acuerdos, aunque a muchos militantes del partido la extrema izquierda les puede causar tanto o más rechazo que la extrema derecha.
Hay dudas sobre si Junts podrá rentabilizar en votos su giro con Aliança Catalana
Además, Junts acaba comprando la agenda política de Aliança Catalana –inmigración, seguridad– y desde el PSC advierten de que en estos casos el votante acaba inclinándose por el original y no por la copia. Esas mismas fuentes desde dentro del partido advierten que una cosa es hablar con Aliança Catalana y otra llegar a acuerdos. El PP en Cataluña siempre ha querido llegar a pactos con Vox y en la pasada legislatura eso fue imposible.
ERC beneficiada
En el PSC temen que este nuevo contexto beneficie a ERC. Al socialismo catalán le va bien cuando los republicanos están de capa caída. Así ha llegado Salvador Illa a president. Pero en esta nueva era puede haber votantes independentistas que se incomoden con el giro de Junts y se vuelquen con los de Oriol Junqueras.
En todo caso, lo ocurrido en Cataluña ejemplifica cómo los cordones sanitarios dejan de tener sentido cuando no funcionan. El que se aplicó a Vox no resultó. Tras tres años, los de Ignacio Garriga se mantienen en los once diputados. En Ripoll, la popularidad de Sílvia Orriols iba al alza. Junts tenía una encuesta al respecto. Desplazarla hubiera podido ser contraproducente a largo plazo. Cuadros locales de Junts no lo veían claro y, al final, Puigdemont se decidió por renunciar a un pacto que ya estaba en su recta final. Ahora Turull anuncia que "confrontarán ideológicamente con Junts", una metáfora sutil de que habrá contacto entre ambas formaciones.
El cordón sanitario se ha acabado justo cuando en el contexto internacional Donald Trump y las derechas internacionales han lanzado una ambiciosa contrarreforma ideológica.
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