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Donald Trump ha cambiado las reglas del juego y ahora la Unión Europea está sola. Un mes después de la llegada del líder republicano a la Casa Blanca, la UE ha asumido que debe hacerse cargo de su propia seguridad y que, entre los riesgos que afronta, está el de convertirse en un mero testigo de un mal final para Ucrania tras la invasión rusa. Pero analizar el nuevo escenario global, recalibrar sus fuerzas, incrementar la inversión en defensa y marcar una estrategia común a largo plazo conlleva un tiempo del que Europa carece. Para analizar cómo impacta en el continente el segundo mandato de Trump y qué opciones tiene, se reunió el Comité Editorial de El Confidencial en su primera sesión del año.
Este Comité, presidido por José Antonio Zarzalejos, contó con la asistencia de José Antonio Sánchez, presidente ejecutivo y editor de El Confidencial; Nacho Cardero, director del periódico; los directores adjuntos Carlos Sánchez, Ángel Villarino y Miquel Roig; Alberto Pérez Giménez, subdirector de Nacional; Rebeca Fernández, redactora jefa y jefa de Opinión; Esteban Hernández, corresponsal político y analista de El Confidencial; Enrique Andrés Pretel, editor de Defensa; Argemino Barro, corresponsal del diario en Estados Unidos; Ramón González Férriz y Marta García Aller, periodistas y columnistas del periódico; Ignacio Varela, analista del diario y consultor político; y Fernando Abril-Martorell, consejero delegado de Urbaser y expresidente de Indra.
Los Estados Unidos de Trump
Solo ha transcurrido un mes desde la toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos y la política internacional ya está del revés. Tras llamar al líder ucraniano, Volodímir Zelenski, “dictador” por su presunta negativa a celebrar elecciones, abroncarlo delante de la prensa estadounidense, y exhibir el apoyo de EEUU a Putin en la ONU, entre otras cosas, resulta imprudente aventurar cómo se perfilará la política internacional en los próximos meses. “Dado que uno de los rasgos del Gobierno de Donald Trump es la incertidumbre, unas veces de manera intencional y otras porque simplemente cambia de opinión, resulta difícil anticipar sus acciones”, indicó Argemino Barro, corresponsal de El Confidencial en EEUU.
Por ello, antes de “proyectar nuestra imaginación” hacia el futuro, recomendó estudiar los pilares de su coalición de Gobierno y la filosofía que los une. Las tres patas de esa coalición son las bases populistas MAGA, los cristianos nacionalistas y los tecnoligarcas. “Tener esto en cuenta nos ayuda a entender mejor las grandes prioridades de Trump. Por ejemplo, el actual proceso de desmantelamiento del Gobierno federal satisface esas ganas de las bases populistas de acabar con unas instituciones percibidas como corruptas, dinamitar el Deep State, ‘drenar la ciénaga”, apuntó Barro.
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El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y el estadounidense, Donald Trump. (EFE/J. L. S.) Además, a diferencia de su primer mandato, ahora el líder republicano está rodeado de acólitos y lo que hace en Washington “es más parecido a los bolcheviques que a los republicanos, es decir, destruir para después crear”. “Es Trump en estado puro”, argumentó.
Para los cristianos nacionalistas, este desmantelamiento permitirá “acabar con la cultura urbanita-progresista (woke, sobre todo) que se ha parapetado en las instituciones y restaurar los valores cristianos sobre los que supuestamente se fundó EEUU”. Por su parte, los tecnoligarcas sueñan con “empequeñecer el Estado, bajar los impuestos y diezmar las regulaciones” para desatar las energías económicas de EEUU: desde los hidrocarburos y las tierras raras a las criptomonedas y la inteligencia artificial. “Explorando estos intereses cortesanos se puede tener una visión más clara del trumpismo 2.0 y de su agenda”.
Barro considera que Trump lidera un gobierno de perfil patrimonialista, concebido como una prolongación del propio presidente, en el que “es difícil diferenciar lo público de lo privado y lo legal de lo ilegal”. En esta estructura de poder, la relación que se mantiene con el líder condiciona todas las dinámicas, lo que conlleva el incremento de la corrupción y el desgaste de la separación de poderes.
¿Y cómo se está viviendo toda esta transformación en Estados Unidos? El corresponsal de El Confidencial aludió al “agotamiento cognitivo” de los ciudadanos por el “bombardeo informativo” que conduce al cinismo y al “erial crítico”. Mientras tanto, en las filas demócratas, convive la resignación con la teoría de que están esperando para responder cuando se detecte cierta fatiga ante las decisiones del Ejecutivo trumpista.
En lo que se refiere al ecosistema mediático, también se ha visto sacudido rápidamente. Trump está “presionando” a la prensa con demandas y delimitando el acceso de los medios a la Casa Blanca, por ejemplo, decidiendo qué periodistas pueden hacerle preguntas. Entre las transformaciones más destacadas está la de The Washington Post, cuyo dueño, Jeff Bezos, anunció el pasado miércoles un cambio en la dirección editorial de la sección de Opinión del periódico para adaptarse a la nueva etapa republicana: el enfoque se centrará en la defensa de dos principios fundamentales, las libertades individuales y los mercados libres.
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Ángel Villarino
“El megáfono” de Elon Musk también copa el debate público. A juicio de Barro, es “un demagogo de la vieja escuela con un altavoz global”, que ha irrumpido en la política europea con la intención de “colocar gobiernos de su gusto”, como se pudo comprobar durante la campaña electoral alemana con su apoyo a Alternativa para Alemania. “Cuando la desinformación en lugar de ocupar el 10% ocupa el 50%, la calidad del debate se degrada”, precisó. Por último, alertó del riesgo que supone la figura de Musk para los trumpistas: “que el valido acabe fagocitando al Gobierno”.
El reto de Alemania
A pesar del respaldo de Musk a AfD, la CDU de Friedrich Merz ganó los comicios alemanes con el 28,5% de los votos. El SPD quedó en tercer lugar, con el 16,4% de las papeletas, es decir, la suma de estos dos partidos tradicionales no supera el 45%.
Con una participación del 83%, la más alta desde el año 90, AfD logró un 20,8%, una cifra que sumada a la de Die Linke (8,7%) y Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) -que se quedó fuera del Parlamento con un 4,9%-, arroja un 34% de voto “antisistema”. Estos resultados fueron analizados por Ramón González Férriz, periodista y columnista de El Confidencial, quien resaltó que los comicios hicieron aflorar una cámara fragmentada que debe decidir sobre el incremento en defensa y en inversión pública, pero que no dispone de una mayoría suficiente para “levantar el freno a la deuda”. ¿Qué opción les queda hoy por hoy? “Cambiar la Constitución para elevar el techo de la deuda antes de que se forme el nuevo Gobierno dentro de un mes”.
El Walkman de Sony y por qué Europa está condenada con Trump
Ramón González Férriz
En opinión de González Férriz, al igual que le sucede a la Unión Europea, los tiempos y la rapidez en los gestos trumpistas juegan en contra de la transformación que necesita ahora Alemania. No obstante, sí destacó un rasgo positivo del nuevo Ejecutivo: su plan para reducir la regulación y la burocracia, una visión “que se trasladará a Europa”.
Tras su intervención, los asistentes al Comité Editorial debatieron sobre la profunda reforma que requiere Europa para hacer frente al nuevo panorama geopolítico y comercial.
¿Y qué pasa con España?
Con Washington más cerca de Moscú que de Bruselas y en un mundo multipolar asimétrico, ¿qué papel juega España? En este momento, nuestro país es el que menos invierte en defensa de los 32 aliados euroatlánticos y la sociedad española sigue siendo una de las más refractarias a elevar el gasto militar. Sin embargo, en esta era, el poder armado se traducirá en influencia geopolítica y comercial, y el nuevo escenario internacional aboca a nuestro país a incrementar la inversión en defensa. “La pregunta ya no es si hay que invertir más, sino cuándo, cuánto y cómo”, analizó Enrique Andrés Pretel, editor de Defensa de El Confidencial.
En geopolítica, cuando un actor se va, “otro ocupa el espacio”, por lo que Pretel consideró que Europa debe tomar el mando de su seguridad, a pesar de que eso conlleve el aumento de la tensión entre las fronteras. Un ejemplo de ello es Marruecos, con el que hay un permanente tira y afoja, a pesar de que no se registran señales sobre su intención de invadir territorio español.
Para que Europa pueda liderar su propia seguridad, es necesaria la reorganización de la industria de defensa del continente. “Mientras que Europa utiliza 17 modelos distintos de carro de combate, los estadounidenses utilizan uno. En el terreno naval, los europeos tienen 29 tipos de destructores/fragatas diferentes, frente a cuatro de los norteamericanos. Y el ratio en cazas de combate es 20 a seis. La situación se repite, en algunos casos de forma sangrante, en vehículos de infantería, artillería y howitzers o misiles de todo tipo”.
La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha impactado especialmente en las economías y sociedades europeas, que también serán las que deban “sostener, financiera y militarmente, lo que la Casa Blanca y el Kremlin acuerden”. Sobre la mesa está la posibilidad de “desplegar tropas europeas en territorio ucraniano sin el paraguas de la OTAN ni protección estadounidense”, con el desgaste que implicaría una operación sin fecha de salida. Mientras se mantiene este debate, Trump quema décadas de poder blanco y traza “nuevas alianzas transaccionales” en beneficio de su agenda aislacionista.
Las tensiones internas
La política internacional no suele tener gran peso en el voto español, pero puede que esta vez sea diferente. Para Esteban Hernández, corresponsal político y analista en El Confidencial, “los planes económicos que se diseñen en Bruselas, así como el ámbito de libertad que se conceda a las capitales influirán electoralmente en España”.
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José Antonio Zarzalejos
Ahora, el momento político español está marcado por “varios movimientos simultáneos”. La debilidad del bloque de izquierda no parte del desgaste del partido que gobierna, que se mantiene con una intención de voto relativamente estable, sino “de las complicaciones para reconstruir una opción a su izquierda”. Los distintos frentes abiertos, y la necesidad de contentar a la vez a socios con agendas muy diferentes, añaden incertidumbre. “Como en la legislatura anterior, los rumores sobre una duración corta del Ejecutivo conviven con declaraciones expresas sobre la voluntad socialista de agotar el mandato”.
A la izquierda del PSOE, las tensiones entre Sumar y Podemos se han agravado tras los casos Errejón y Monedero, y parecen ya “dos opciones irreconciliables”. Esto se produce cuando el liderazgo de Yolanda Díaz “ha desaparecido y no encuentra sucesor”. En opinión de Hernández, “la fragmentación de las izquierdas españolas, que se han convertido en territoriales (ERC, Bildu, BNG, Compromís, Más Madrid, IU en Andalucía), complica mucho las cosas para encontrar un punto de encuentro”, a lo que se une el desgaste electoral que casi todas esas formaciones están cosechando, a excepción de las nacionalistas como Bildu o Compromís.
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Esteban Hernández
El bloque de la derecha vive tensiones distintas, ya que la suma de PP y Vox daría sobradamente para gobernar, pero está en juego “la influencia real de la que pueda gozar Abascal sobre Feijóo”. Hay una pelea por ganar porcentaje de votantes, en la que Vox se apoya en la fuerza internacional de sus partidos hermanos y Feijóo, en la solidez de sus territorios.
La intervención de Hernández dio paso a un debate sobre el desgaste de las instituciones españolas, el peso del problema territorial interno en la gestión del Gobierno, la motivación del voto en los comicios españoles (el voto contra algo vs. el transformador) y la difícil digestión por parte de los partidos de izquierda del debate militarista.
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