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El vicepresidente de Sociedad Civil Catalana (SCC), Álex Ramos, ha presentado una denuncia contra el ya expresidente del Colegio Oficial de Médicos de Barcelona (COMB), Jaume Padrós, y contra el exdirector corporativo de la entidad, Marc Soler, por presuntos delitos de acoso laboral, coacciones y discriminación ideológica, agravada con delito de odio. La demanda está apoyada también por el Sindicat Mèdic Català (Simecat), que ha tomado la iniciativa en contra de la cúpula médica barcelonesa.
A Álex Ramos le pasó como al asesino con Miguel Gila: le sacaron de en medio con insinuaciones. “Tenemos al enemigo en casa”, deslizaban durante las reuniones de la junta directiva del Colegio Oficial de Médicos de Barcelona. Según el sindicato que defiende al doctor Ramos, con la frase se hacía alusión directa al asociacionismo civil no independentista que practicaba el doctor Ramos. “En particular, se censuraba su activa implicación en la entidad cívica Sociedad Civil Catalana, de la cual era vicepresidente, cargo que sigue ocupando en la actualidad”. Ramos fue uno de los principales impulsores de la gran manifestación constitucionalista del 8 de octubre de 2017 (congregó a más de un millón de personas), “en contra del procés y en defensa de la concordia”.
El sindicato denuncia que en escritos internos del Colegio de Médicos “se emitieron comentarios despectivos y de clara carga ideológica hacia su persona”. Destaca la organización médica que “es sabido que en los años del proceso separatista, la dirección del Colegio de Médicos de Barcelona mantuvo una línea abiertamente independentista de apoyo a las reivindicaciones secesionistas y de defensa a ultranza de los políticos presos. El propio denunciado Marc Soler llegó a manifestar al denunciante la incomodidad de la dirección general del Colegio por su participación en Sociedad Civil Catalana”.
De hecho, el Colegio era visto como una entidad proclive el procés durante la última década y a nadie se le escapa las simpatías de su presidente, Jaume Padrós. En un momento determinado, llegó a ser el principal apoyo ideológico que tenía el entonces president Quim Torra para enfrentarse a Madrid e intentar una resolución de la crisis sanitaria específicamente catalana.
El procés se ha acabado, pero sus secuelas continúan. Y a algunos, les ha amargado la vida y la carrera. Son cicatrices que una amnistía no puede curar. A Ramos le perdió su constitucionalismo. El prestigioso doctor llevaba desde 1990 en la institución, habiendo sido director de la Oficina Técnica de Acreditación (OTA), que tramita las acreditaciones de médicos. Además, era director del Centro de Estudios Colegiales (CEC).
Acoso y derribo
Pese a sus credenciales, el acoso y derribo fue constante lo largo de los años en que se significó como uno de los puntales del bando constitucionalista frente a los independentistas extremistas. Primero, el COMB desmontó la OTA y el CEC para poner en marcha el Instituto de Formación y Liderazgo (Ifmil). Fue entonces cuando el Colegio le empieza a hacer el vacío.
En plena pandemia, con todos confinados en casa, el Colegio le puso un detective privado para vigilarlo. “No pudieron sacar nada, aunque lo que querían era una mínima excusa para poder despedirme como un asunto laboral. Pero no hubo jamás nada raro. Cuando me comunicaron el despido, intenté una conciliación, porque todo apuntaba a que era por un tema político. No hubo manera de llegar a un acuerdo. Ellos se mantuvieron en su postura y al final, no comparecieron en el juicio, porque no tenían ninguna excusa para el despido laboral. No pudieron vestirlo como un tema de trabajo. Allí todos sabían que era por un tema político, porque yo era constitucionalista y, además, dirigente de SCC. Es decir, que estaba señalado”.
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El vicepresidente de Sociedad Civil Catalana, Álex Ramos. (Europa Press/Kike Rincón) El doctor relata cómo durante dos años sufrió el acoso de una institución que estaba minada por el independentismo. El presidente del COMB era, hasta hace tres días, Jaume Padrós, uno de los veteranos convergentes que se pasaron al independentismo de armas tomar. Llevaba en la institución desde los años 80, cuando el nacionalismo comenzó el asalto a instituciones sociales, cívicas, políticas y profesionales. Militante de la Juventud Nacionalista de Cataluña (JNC), los cachorros de Convergència, llegó a ser diputado de CiU. A finales de 2020, en plena epidemia de covid, resolvió despedir a Ramos. El caso acabó en los tribunales. En 2021, se anunció la fecha del juicio, pero el Colegio renunció a presentarse.
Diez testigos
En 2022, se zanjó el asunto laboral con despido improcedente y ahora, dos años más tarde, Ramos ha decidido poner una denuncia por un tema ideológico y delito de odio. ¿Por qué ahora se vuelve a revitalizar el tema? “Tanto el sindicato como yo hemos llegado a la conclusión de que no puede prescribir el delito ideológico y hemos decidido presentar la demanda antes de que eso ocurra. Tenemos 10 testigos que pueden certificar el acoso ideológico y la discriminación que me hicieron durante más de dos años por no ser independentista”, asegura Ramos a este diario.
Para el doctor, “no puede haber impunidad para casos de este tipo. Lo que queremos es ir al fondo de la cuestión y demostrar que lo que hubo que una represalia política. Un Colegio ha de ser neutral. Estuvieron años arrinconándome en la institución. Primero, me arrinconaron, me despojaron de mis responsabilidades, me apartaron poniéndome una mesa en un rincón y, finalmente, me despidieron. Todo por no ser independentista”, explica Álex Ramos a El Confidencial.
"Se le aisló dentro del organismo colegial, sometiéndolo a un hostigamiento sistemático y, finalmente, al despido fulminante
En esta batalla, le acompaña el Simecat. Un escrito de este sindicato explica que el doctor Ramos trabajó durante más de 30 años para el COMB. En ese periodo, tuvo “un equipo administrativo a su cargo, impulsó incontables proyectos de formación continuada, de acreditación de la formación y de buena praxis médica, que repercutieron en resultados institucionales y económicos positivos pata el Colegio, su gestión económica y presupuestaria generó excedentes que revertían en becas y ayudas para los colegiados”.
Asegura el sindicato que por sus ideales políticos “se le aisló profesionalmente dentro del organismo colegial, sometiéndolo a un hostigamiento sistemático, al progresivo vaciado de sus funciones, al nulo acceso a su antiguo equipo y, finalmente, al despido fulminante, sin argumentos profesionales o económicos que justificaran la decisión”.
Ello provocó que durante los dos últimos años tuviese “una fuerte afectación en su estado de ánimo y salud mental que requirió tratamiento clínico y apoyo psicoterapéutico”. Fue su precio político a pagar, más allá de la pérdida de su trabajo.
El sindicato se ha presentado como parte denunciante en el proceso porque “los hechos descritos encajan en el delito de persecución ideológica por parte del COMB, entidad que debería mantenerse al margen de disputas políticas y actuar en interés de todos los colegiados, sin discriminación alguna”.
Fuentes del Colegio de Médicos de Barcelona consultadas por El Confidencial no comentan la demanda ni la situación. El Colegio debería haber realizado las elecciones a la junta directiva el próximo mes de marzo. Padrós no se presenta a estas elecciones (era presidente de la institución desde 2014) pero en su lugar tomó el relevo su vicepresidenta primera y mano derecha, Elvira Bisbe, que, ante la ausencia de lista alternativa, fue nombrada el día 22 de febrero como nueva presidente antes incluso de vencer el plazo legal de las elecciones.
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