Madrid Río, la 'niña bonita' de Gallardón que derribó la frontera psicológica de la M-30

Madrid Río, la 'niña bonita' de Gallardón que derribó la frontera psicológica de la M-30

Dos décadas después de que se iniciara el soterramiento de la M-30, el proyecto de Madrid Río ha concluido. Así ha quedado patente con la inauguración a principios de diciembre del nuevo espacio verde que ocupa la zona donde hace años estaba ubicado el estadio Vicente Calderón. Poco o nada queda de aquella imagen de una autovía partiendo en dos la parte oeste de la capital que tanto ruido y estrés causaba a sus moradores. Además, todo ello ha venido acompañado de una renaturalización del río Manzanares, donde se empieza a ver fauna y flora donde antes solo había agua embalsada.

Enterrar, literalmente, aquella barrera de asfalto para derribar una frontera hasta el momento inexpugnable es lo que se propuso hace más de 20 años el entonces alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón. "Le echó coraje y atrevimiento, y consiguió financiar la intervención vía impuestos", rememora Carlos Rubio, uno de los arquitectos artífices del proyecto ganador del concurso internacional celebrado para tamaña empresa, la de construir en la superficie aquello que vemos hoy en día.

No estaba solo. Trabajó junto a los estudios de arquitectura Burgos & Garrido, Porras La Casta y West 8, unos paisajistas holandeses. "Conseguimos ganar un concurso en el que se presentaron arquitectos a nivel internacional de primer orden, y creo que el resultado de Madrid Río lo ha valido", sostiene Rubio. Para muestra, las decenas de premios que han galardonado unas obras cuyo resultado parecía impensable hace un cuarto de siglo.

Andrea Farnós

Cerrar una herida en la ciudad

Por la M-30 pasan cientos de miles de coches cada día, lo que por aquel entonces creaba un muro que aislaba una zona de otra en Madrid, recuerda el arquitecto. "Esto hacía imposible ni siquiera ver el río, que era un completo desconocido porque no te podías acercar a él", añade el ideólogo de una propuesta que ha venido a "cerrar una herida en la ciudad y crear un espacio verde ahora utilizado por miles de personas", en sus propios términos.

Andrea Farnós

Cabe recordar que el Manzanares estaba atravesado por una serie de represas construidas a principios del siglo XX que estancaban el agua. "Siempre ha tenido poco caudal, pero también se han dado crecidas, por eso pensamos respetar al máximo la naturaleza del río, tanto su canal como las esclusas que tenía", agrega Rubio.

Fueron los paisajistas holandeses de West 8 quieres dieron con la tecla: "Nos imaginamos una crecida del río que inundara las zonas más próximas y cómo el agua, después, volvería a su cauce. De ahí los surcos y caminos sinuosos que se pueden ver en la superficie, en las márgenes del río, y que argumentan el relato del diseño", detalla el especialista.

El trabajo técnico

Sigfrido Herráez, decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), vivía cerca del Paseo de Extremadura y todavía recuerda cómo aquello "era como vivir a las afueras de la ciudad, más allá de esa barrera física que constituía la autopista". Esta "división psicológica", como él la denomina, todavía está presente en el argot popular, tomando como referencia el centro de la capital todo aquello que queda dentro de la M-30.

Desde su punto de vista, el proyecto de Madrid Río ha significado una mejora de vida muy elevada para los vecinos de la zona, pero no solo. "Este espacio se ha convertido en un parque de atracción para gentes de otros barrios que van ahí a pasear, montar en bici o hasta al rocódromo, lo que significa que no solo ha mejorado la vida de las personas que están cerca de él, sino de la ciudad al completo", ilustra el decano.

E. Sanz

Como férreo defensor de los concursos abiertos para intervenciones de tal envergadura, Herráez opina que Madrid Río no hubiera sido lo mismo si lo hubieran desarrollado los ingenieros municipales, "que los hay y muy buenos", apuntilla. En cambio, "un concurso te permite comparar diferentes propuestas que normalmente están medidas al milímetro, que cuidan el detalle más nimio, como una farola o un banco", añade. Ante este extremo, el decano del COAM insiste en la necesidad de también "mirar la tierra, el medio ambiente, aunque en este caso sea urbano".

Defiende que sean los técnicos y expertos quienes decidan si hay que poner árboles, por ejemplo, y en qué zona, cuántos y de qué tipo. Al igual pasa con la fauna: "Hay que conocer bien qué especies se dan en la meseta y remar en esa dirección, no empeñarse tampoco en hacer cosas que no se pueden y que el propio entorno natural va a rechazar". Por eso, repite como un mantra, y más tras la dana de Valencia, "deben prevalecer los aspectos técnicos y científicos, como ingenieros y arquitectos, sobre otros intereses políticos y económicos".

Sin declaración de impacto ambiental

Yago Martínez, miembro de Ecologistas en Acción (EeA) en Madrid, asevera que es innegable que el soterramiento de la M-30 supuso una transformación radical de esa parte de la ciudad. "Se recuperó una gran cantidad de espacio público que antes solo ocupaba la carretera para un uso exclusivo del transporte, sobre todo privado, y ha desaparecido ese efecto barrera que existía", comenta.

Por otra parte, recuerda cómo la organización ecologista llevó a los tribunales dicho soterramiento al carecer de declaración de impacto ambiental: "Ganamos un contencioso-administrativo porque querían hacer pasar las obras en una autopista como si se tratara de una vía urbana, así que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid nos dio la razón", determina.

Marta Nevot

El activista medioambiental también critica que el enterramiento de los carriles trajo consigue un aumento del 25% de coches. "Se evita el ruido, es cierto, pero la contaminación sigue existiendo y fue a más", puntualiza. Asimismo, remarca que las obras tuvieron un impacto "muy negativo" para la naturaleza y biodiversidad de la zona. "Se llevaron a cabo numerosas talas, como todavía sucede en otras partes de Madrid, y en su momento lo denunciamos con diversas manifestaciones", agrega.

Martínez considera que la situación ha mejorado un poco con el paso de los años: "El proyecto de Madrid Río ha servido para recuperar espacios públicos con vegetación, aunque los árboles o plantas de esa zona apenas tengan espacio para desarrollarse al estar encima de una losa y no alcancen el nivel freático", se explaya.

Cómo seguir cuidando el río

En lo que respecta al Manzanares, este integrante de EeA incide en que abrir las presas del río ha propiciado su renaturalización. "Se han generado nuevos árboles en el propio cauce de manera espontánea y para la biodiversidad ha sido un boom", subraya. Hace tiempo, las presas ornamentales a lo largo del caudal hacían que el agua quedara embalsada, sin dejar la posibilidad de que creciera vegetación y con una capacidad muy limitada de albergar fauna.

Desde Ecologistas presentaron en 2016 un proyecto al Ayuntamiento, liderado entonces por Manuela Carmena. "Queríamos que el agua corriera de manera natural, aunque no sea mucha. Esto ha supuesto que no ocupe todo el cauce y permita que los sedimentos arrastrados por el agua creen orillas o isletas", continúa Martínez.

Ruth Ugalde

De esta forma, se lleva a cabo una "renaturalización espontánea" al crearse un pequeño bosque autóctono en la ribera. "Y ahora ya podemos ver algunos árboles como sauces y álamos", ejemplifica. Todo ello ha conseguido que la biodiversidad vaya a más en la zona. Por el momento, se han avistado más de un centenar de especies de aves en el río.

"Que exista una zona así en la ciudad supone también una mejora importante para el disfrute de las personas. Hay numerosos estudios que certifican que la existencia de parques y zonas verdes cerca de los domicilios hacen que aumente la esperanza de vida y mejoren los parámetros de salud física y metal", desarrolla el propio Martínez.

Claudia Vila Galán

Por último, el ecologista advierte de una dinámica que a día de hoy puede entorpecer este buen camino. "El río se ha convertido en un foco de atracción turística y el Ayuntamiento así lo fomenta con actuaciones en sus alrededores", introduce. Ahí queda la mascletá realizada en febrero y que conllevó la oposición de numerosos colectivos ecologistas. "Todo esto supone una mayor masificación de Madrid Río que trae consigo conflictos vecinales y cierta gentrificación", enuncia.

De hecho, a día de hoy se debate la conveniencia de iluminar por la noche una parte del Manzanares: "Hay una carta firmada por decenas de científicos que se oponen a estos focos por ser algo negativo para la biodiversidad del cauce", dice Martínez mientras resuenen las palabras de Herráez, el decano del COAM, sobre dejar hacer y trabajar a los expertos.



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