Casas bajas unifamiliares, pequeños edificios de dos plantas de altura, una parroquia, una ermita y varios bares forman la localidad de Motilla del Palancar (Cuenca, 6.259 habitantes). A simple vista, es similar a otros municipios conquenses cercanos, pero detrás de este pueblo está el 50% de toda la industria tecnológica de la provincia de Cuenca. Gracias a este sector, bares, comercios, concesionarios o centros de logística han elegido este pequeño pueblo para instalarse. Y cada vez son más los ciudadanos que también se animan y escogen Motilla para residir.
"Llevamos en crecimiento desde hace muchos años", reflexiona Pedro Javier Tendero, el alcalde de Motilla del Palancar. Los datos sostienen su afirmación. Desde el año 2000 la población ha crecido en 1.100 personas en una comarca, La Manchuela, calificada como zona de "intensa despoblación" por la Junta de Castilla-La Mancha. El municipio ha pasado de ser un lugar agrícola y con poca industrialización a ser un núcleo de actividad tecnológica. La adquisición por parte de la multinacional alemana Mahle de la local Nagares en 2017, que ya entonces daba trabajo a 400 personas, fue el detonante del boom tecnológico de la localidad. A partir de ese momento, fueron más de 900 los empleados en plantilla.
Con el impulso de esta industria, el municipio ha pasado de un 25% de paro en el año 2012 al 9,7% en 2024. "En el instituto tenemos cuatro módulos de formación profesional y todos los jóvenes salen de ahí con trabajo", subraya el regidor, que confirma que "han aparecido restaurantes y negocios a raíz de esto". Los bares cuelgan el "lleno" los días entre semana, pero los viernes, sábados y domingos mucha gente sale del pueblo.
Pedro Talavera (31 años) llegó en 2024 como hijo pródigo a Motilla. Natural de Iniesta, ha vivido en el País Vasco, Cantabria, Alicante, Valencia y Barcelona. En sus últimos destinos trabajó en la alta cocina, lo que siempre ha sido su pasión, pero reconoce que desde que se fue ya pensaba en volver. "Nunca me llegué a sentir 100% como en casa, al final cada lugar tiene su cultura e idiosincrasia y yo buscaba la de la Mancha por todas partes", reconoce y continúa: "Mi pareja ahora me dice que parezco otro, estoy mucho más a gusto".
Tras más de diez años dedicados a la gastronomía, Talavera decidió meterse de lleno en la restauración. "En mi familia siempre ha habido espíritu emprendedor", comenta. La oportunidad se le presentó en su propia tierra con el hotel Seto del Palancar. "Quería volver a casa y poder desarrollar todo lo que había aprendido fuera", señala. Además, el nacimiento de su hijo propició el retorno a casa: "Era también una gran oportunidad para que mi hijo estuviera cerca de mis padres".
El de esta localidad es el ejemplo más claro del crecimiento de toda una comarca y también, de toda Castilla-La Mancha. Según los datos de INE publicados el pasado mes de diciembre, el saldo migratorio refleja un 2023 positivo, con un resultado favorable de 25.500 personas. Es decir, ya hay más gente que decide mudarse a la comunidad de la que se va. Por provincias, en Guadalajara, Ciudad Real y Albacete crecen principalmente las áreas urbanas, mientras que en Toledo los nuevos vecinos llegan sobre todo al área intermedia diversificada (el conjunto de municipios alejados de zonas urbanas donde más del 75% de la población reside en localidades de más de 2.000 habitantes), y en Cuenca, a zonas de intensa despoblación como La Manchuela.
La lucha contra la despoblación llevó a esta comunidad autónoma a aprobar en 2021 su propia ley para atajar el problema. Las autoridades de la región saben que para atraer a ciudadanos de otras comunidades deben fortalecer la educación, sanidad pública, los servicios sociales y el transporte público. En este sentido, Jesús Alique, el Comisionado del Gobierno de España para el Reto Demográfico en Castilla-La Mancha, señala a El Confidencial que "el fenómeno no es una foto fija, sino el resultado de unas políticas" y asume que "la región va hacia una buena dirección, pero aún queda trabajo por hacer". Desde la entrada en vigor de la ley, más de 15.000 personas han optado por residir en zonas de intensa o extrema despoblación.
En el conjunto de las cinco provincias, es en las zonas intermedias diversificadas y en las periurbanas (las más cercanas a las zonas urbanas) donde más se nota el crecimiento. En cada una de estas áreas, en el año 2023, el saldo migratorio supera las 6.300 personas. "La gente se da cuenta de que aquí también tiene los servicios garantizados y entonces elige estas zonas", comenta Alique.
"Castilla-La Mancha es referente en España y en Europa en atajar la despoblación", incide el comisionado. Esta región es también la primera en incorporar partidas presupuestarias específicas para hacer frente a este problema. La estimación del Comisionado es que para 2025, la ley de presupuestos incluya 2.036 millones de euros para hacer frente a la despoblación, lo que supone el 3,7% del PIB de la región. Aparte de reforzar los servicios públicos, Alique señala la importancia de la fiscalidad diferenciada. Bajo esta política, más de 1.600 personas han trasladado su vivienda habitual a áreas vaciadas y 89.000 se han beneficiado de medidas como la reducción del 25% del IRPF en el tramo autonómico. Además, la Junta ofrece un 40% adicional de todas las ayudas para emprendedores.
Aparecen los problemas de las metrópolis
La llegada de ciudadanos de distintas partes del país también ha supuesto nuevos retos para los alcaldes. El regidor de Motilla del Palancar apunta al problema de la vivienda como un nuevo factor que encarar. Muchos vecinos han arreglado sus casas viejas que estaban cerradas desde hace años para ponerlas en alquiler ante la llegada de trabajadores, pero no es suficiente. "Pensamos ya en vivienda protegida y en dotar de suelo urbano del Ayuntamiento a la Junta de Comunidades y al Sepes", avanza el regidor y añade que "ya hay gente que empieza a valorar otros municipios para vivir". Pedro Talavera reconoce claramente este problema: "Si no tienes a gente aquí es un asunto complicado porque no se construyen viviendas para el alquiler, que es lo que busca la gente que ha llegado recientemente". De hecho, el joven explica que los principales clientes del hotel que regenta son trabajadores que les sale más rentable dormir allí de lunes a viernes que pagar un alquiler.
La vivienda no es el único reto que enfrenta este Consistorio. El edil también hace referencia a problemas con la potencia eléctrica. "Estamos incrementando el suelo industrial en 120 hectáreas para ofrecérselo a las empresas de Valencia y Madrid, pero muchas no pueden venir porque falta potencia". Frente a estos obstáculos, Jesús Alique apunta en una dirección clara: "Luchar frente a la despoblación es hacer que quien ya vive se quede aquí, y quien no, pueda venir".
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