Esta vecina fue desalojada hace un mes porque su edificio, en pleno Barranco del Poyo, ha cedido varios metros.
Loli Hernández pasea por Chiva con dolor. No es una cuestión física, el suyo es un dolor emocional. Cuando se cumple un mes de la peor DANA del siglo, esta vecina del municipio, uno de los afectados por la catástrofe, regresa a la que durante toda su vida fue su localidad, aunque cada día lo es un poco menos.
"Estoy viviendo en casa de una hija en Valencia, es muy triste tener que dejar tu casa, mucho", cuenta con la voz entrecortada mientras mira desde abajo la que un día fue su terraza, situada en pleno barranco. Este matiz es importante porque su hogar no es que esté cerca, es que el bloque está construido en plena barranca, aún hoy devastada. Aunque en las calles principales se puede transitar con normalidad, las imágenes del barranco sobrecogen porque esa zona sigue patas arriba.
El hogar de Loli se mantiene en pie, intacto, al lado de todo ese desastre, pues es el último piso de un edificio de varias plantas. El problema está en las zonas bajas y en los cimientos, completamente comprometidos. Basta con echar un vistazo desde el puente para hacerse una idea del riesgo.
La fuerza con la que bajaba el agua ese día se llevó por delante las paredes de las zonas bajas, y aún hoy se puede ver el interior de esas casas. Las inmensas riadas derribaron paredes, aunque dos bicis todavía resisten colgadas.
"Mi casa está bien, pero nos desalojaron porque el suelo del edificio ha cedido tres metros", explica esta vecina mientras se coloca el abrigo con nerviosismo. "Los pilares están agrietados, entonces nos echaron por precaución...". Son las 10 de la mañana y ella ha hecho esos 30 kilómetros de Valencia a Chiva en autobús para reencontrarse con una realidad que cuesta digerir. "La psicóloga me ha dicho que no venga a Chiva para que no vea todo esto, que mientras menos lo vea me irá mejor".
Enfrentarse a la tragedia cuesta. En el municipio, de unos 16.000 habitantes, Loli tenía su casa, pero también su vida, sus amigas... y su rutina, esa que también se cargó la DANA. "Tenía mis actividades de gimnasia, clase de adultos...".
Mientras camina por el puente que atraviesa la localidad, donde un grupo de operarios intenta desatascar las alcantarillas, varias conocidas se paran a saludar. Es momento de reencontrarse y preguntar cómo están. Hace días que no se ven. Y al final es inevitable no recordar lo que pasó aquel 29 de octubre.
"Durante cuatro días estuve sin agua, sin luz, sin teléfono para poder comunicarme con mis hijas y fue horroroso. Sin poder llevarme nada calentito a la boca y a continuación nos desalojaron que salí de mi casa con lo puesto. Cogí una bronquitis que aún la llevo arrastrando", rememora.
Mientras intenta adaptarse a esa nueva realidad, las dudas y la incertidumbre asolan a Loli y a las miles de personas en su situación. Se estima que hasta 30.000 edificios fueron dañados y que, de ellos, 1.600 viviendas fueron declaradas no habitables, 491 desalojadas por problemas estructurales y 130 deberán ser demolidas. Por el momento, esta vecina de Chiva desconoce qué va a pasar con su casa, si en algún momento podrá volver o si, por el contrario, la tirarán abajo.
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