En los últimos años, la percepción de inseguridad en Barcelona ha alcanzado cifras alarmantes. Los robos y hurtos en espacios públicos han aumentado significativamente, generando una sensación de desprotección en turistas y vecinos. Según la Oficina Europea de Estadística (Eurostat), la ciudad condal es la segunda metrópoli europea con mayor tasa de robos, concretamente 398 por cada 100.000 habitantes, tras París, que encabeza la lista con un total de 611 ilícitos.
Muchos de estos delitos se cometen en el transporte público, lo que ha provocado que la inseguridad se sienta incluso en los momentos más cotidianos y rutinarios. A pesar de que las autoridades locales han incrementado la vigilancia en puntos calientes como pueden ser algunas de las estaciones más concurridas del metro, los cuerpos policiales no logran cubrir toda la demanda de seguridad en una ciudad con tanto movimiento turístico y comercial.
En este contexto nace la Patrulla Ciudadana de Barcelona, un grupo de vecinos comprometidos con proteger a visitantes y turistas de los numerosos hurtos. La agrupación está formada por personas totalmente voluntarias que vigilan los principales medios de transporte de la ciudad, especialmente el metro, donde se producen la mayoría de los hurtos. "El punto de inflexión fue 2019, cuando Barcelona empieza a vivir un auge de delincuencia muy elevado y es cuando empiezan a surgir grupos con esta iniciativa", cuenta Xavier. D., uno de los integrantes del conjunto. Para Martín. B., otro de los miembros, su punto de inflexión fue cuando lo atracaron a escasos metros de su domicilio: "Llevo 21 años en Barcelona y he visto la ciudad degradarse mucho, no se puede vivir así", afirma.
¿Cómo actúa la patrulla ciudadana?
Las intervenciones de la Patrulla Ciudadana no son arbitrarias, puesto que el grupo cuenta con una metodología estructurada que les permite reconocer a los delincuentes —algunos reincidentes y otros nuevos— sin extralimitarse en sus funciones como ciudadanos. "La mayoría suelen ser recurrentes, ya los conocemos", explica Xavier. Además, él mismo confirma que hay algunos patrones que son claros y pone el ejemplo de los carteristas: miran frecuentemente a los lados, actúan de manera nerviosa y siempre llevan encima objetos como chaquetas, toallas o bolsas para ocultar sus manos.
La patrulla se organiza a través de un grupo de WhatsApp en el que los miembros se comunican para distribuirse estratégicamente. Cuando alguno de ellos quiere ir a patrullar, lo avisa por este canal. Normalmente, se suelen acompañar los unos a los otros, aunque hay algunos miembros que prefieren patrullar solos. "Sabemos desde dónde salen los carteristas y por lo general vamos juntos. Nos dividimos en las estaciones más conflictivas, que son las que abarcan más de una línea de metro, como Plaza Cataluña o Plaza España", aclara Martín. Paralelamente, cada patrulla cuenta con un líder que es quien establece las rutas y coordina las intervenciones para poder abarcar los puntos más críticos.
Pese a la eficiencia de su logística y metodología, los ciudadanos que conforman el grupo son conscientes de que hay ciertos límites legales que no pueden cruzar. Es decir, no pueden realizar registros ni identificarse como policía, ya que sus acciones deben limitarse a la disuasión hasta la llegada de las fuerzas de seguridad. Por eso, muchas veces las intervenciones del grupo terminan en la calle, pues en primer lugar se intenta que el ladrón abandone las infraestructuras del metro y una vez en la calle llaman a la policía.
Aunque esta colaboración es esencial, no aborda la reincidencia, ya que en la gran mayoría de las ocasiones el ladrón queda libre y a los pocos días la patrulla se lo vuelve a encontrar. "Lo que hacemos no sirve de nada a largo plazo, porque el ladrón vuelve a robar, aunque sí que sirve de mucho a corto plazo", detalla Martín, refiriéndose a que mientras el grupo actúa, el ladrón no estará delinquiendo. Los dos miembros de la patrulla afirman que la raíz del problema son las "leyes garantistas": "Realmente las fuerzas de seguridad de Barcelona son para sacarse el sombrero, pero hay gente dentro de la patrulla que lleva cinco años viendo a los mismos carteristas, hay algo que está fallando", defienden.
El riesgo siempre está presente
Por otro lado, los integrantes de la iniciativa se enfrentan a represalias y amenazas constantemente por parte de los delincuentes. Desde agresiones verbales hasta intentos de intimidación, como escupitajos e incluso amenazas físicas. Si algo tienen en común las experiencias de los miembros que conforman la patrulla, es que todos y cada uno de ellos conviven con situaciones hostiles, dado que, tal y como afirman, "los sustos están presentes todo el rato".
En una ocasión, Xavier se enfrentó a unos carteristas que formaban parte de una de las bandas que tienen identificadas. "Días más tarde me los encontré en un autobús y empezaron a dirigirse a mí con insultos homófobos", señala. Posteriormente, tuvo otro encontronazo. Los delincuentes se acercaron a decirle que sabían dónde vivía.
Otro de los retos más importantes del grupo es la percepción pública, puesto que mientras algunos ciudadanos los ven como héroes anónimos, otros consideran que sus métodos pueden rozar el acoso o la intervención ilegal. En algunas ocasiones, su presencia ha llegado a generar un malentendido entre los propios barceloneses. Martín recuerda un incidente en el que mientras intentaban disuadir a una carterista, una transeúnte intervino acusándolos de "acosadores". Esta confusión representa un desafío para el grupo, además de la frustración que genera, ya que el principal objetivo de la patrulla es defender la ciudad, manteniendo una conducta ética y respetuosa para que su labor sea legítima.
Un perro policía detiene a un peligroso carterista en Barcelona a mordiscos
El Confidencial
Las estadísticas
Según los datos presentados por el Ayuntamiento de Barcelona, los hurtos siguen representando gran parte de los delitos cometidos en la capital catalana, concretamente el 48,1%. Además, la situación no ha mejorado, puesto que, según el consistorio, se ha logrado reducir la cifra en comparación al año 2019, pero las estadísticas de 2023 muestran un aumento del 6,5% respecto al año anterior.
Este fenómeno no solo refleja un problema de criminalidad, sino también la dificultad de las autoridades locales para coordinarse frente a una crisis de seguridad que afecta a la ciudad. En este sentido, los miembros de la Patrulla Ciudadana sienten que las leyes y los recursos policiales no son suficientes para proteger a los ciudadanos de forma efectiva.
Vecinos y comerciantes salen a la calle en Barcelona contra la inseguridad ciudadana
EFE
La actuación de la patrulla no deja de ser una llamada de atención sobre la necesidad urgente de revisar y ajustar las políticas de seguridad en la ciudad condal, dejando en el aire la pregunta sobre si los esfuerzos actuales son suficientes para adaptarse a la creciente complejidad del crimen urbano organizado.
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