En la dehesa de Tablada aterrizó en varias ocasiones el dirigible Graf Zeppelin camino de Brasil, pero en la enorme llanura de 340 hectáreas situada al suroeste de Sevilla ya hace tiempo que no se celebran hitos aeronáuticos. Fue esa condición de ser un enclave pionero de la aviación —los primeros vuelos datan de 1910—, la que impidió el desarrollo de la dehesa en la que todavía se adivina la pista de aterrizaje y despegue. El Ministerio de Defensa vendió los terrenos en 1997 a las cajas de ahorro sevillanas, El Monte y la Caja San Fernando, que los vendieron a un grupo de inmobiliarias con idea de construir pisos hasta que el PGOU de 2006 tumbó esa posibilidad al declarar la zona como "terreno no urbanizable de especial protección", entre otras razones, porque se encuentra dentro de la llanura de inundación del río Guadalquivir.
El visor del Ministerio de Transición Ecológica lo deja claro y tiñe de azul toda la superficie hasta el muro de defensa que supone la circunvalación SE-30 y la carretera de la esclusa. Es una zona inundable con probabilidad "media u ocasional" de que se produzca una riada si el Guadalquivir baja con más caudal del esperado en casos de precipitaciones intensas y si se dan unas condiciones. Esto no quiere decir que Tablada vaya a anegarse si caen en Sevilla los 450 litros que se registraron en Valencia en cuestión de 12 horas el pasado martes. "No son estrictamente comparables, pero nos sirve para ver que el riesgo existe", expresa Leandro del Moral, catedrático de Geografía de la Universidad de Sevilla que colaboró en los estudios para determinar qué había que hacer con Tablada en la expansión urbanística de la capital andaluza.
"Tablada moverá 250.000 millones [de pesetas]", rezaba la primera portada de Diario de Sevilla, periódico fundado en 1999 y que hablaba de la construcción de 15.000 viviendas en la dehesa. Han pasado 25 años desde aquel anuncio y en la llanura solo pasean las ovejas y los pastores que las acompañan, además de una fauna que la ha tomado como un reservorio de biodiversidad. Pero hay quien aboga por revisar la situación tal y como quedó blindada en 2006. Fue el alcalde de la capital andaluza, José Luis Sanz, quien al poco de asumir el cargo, el verano de 2023, reabrió el debate. Y esta es una posibilidad que no verían con malos ojos en la Junta de Andalucía, afirman fuentes de San Telmo en privado. Sería una forma de dar un revulsivo a una ciudad que vive a veces en el bloqueo. ¿Pero cómo contemplar la posibilidad de una Tablada urbanizada después de una riada que ha dejado ya casi dos centenares de fallecidos en Valencia, en parte por el desborde de ríos.
Según los datos que maneja Leandro del Moral y que le han trasladado desde la Universidad de Alicante, el cauce nuevo del río Turia llevaba 2.000 metros cúbicos de agua en el momento de la inundación del pasado martes. "Si no se hubiera desviado después del 57, habría anegado a una Valencia mucho más grande y extendida que entonces", expresa este geógrafo, que marca distancias con la situación de Sevilla. Para que la dehesa de Tablada empiece a inundarse, el Guadalquivir tiene que llevar entre 3.500 y 4.000 hectómetros cúbicos de caudal. "Eran avenidas que eran frecuentes en Sevilla, con una periodicidad media de 5 años", apunta Del Moral, que explica que con 5.000 o 6.000 ya llegaba a los bordes del barrio de Triana.
Para que esos números se den en la capital andaluza tiene que llover "con intensidad" sobre superficies más amplias, "sobre Sierra Morena y las campiñas sur y norte". En primavera, además, sería más probable que se diera una situación así, con los afluentes del Guadalquivir crecidos después del deshielo, pero hay que tener en cuenta a los embalses. Las avenidas del río grande andaluz —Guadalquivir es una transliteración del wadi al-kabir árabe que significa, literalmente, río grande— están "laminadas" desde hace años por los embalses. "Sobre todo cuando están vacíos", detalla Leandro del Moral, que cuenta que el riesgo de riadas aumenta cuando los pantanos están llenos y tienen que desaguar. Es lo que ha pasado, por ejemplo, en la presa de Arcos de la Frontera (Cádiz), que el jueves tuvo que desembalsar en el Guadalete, lo que provocó activación de una alerta en el cauce bajo, al paso del río por Jerez.
El plan de riesgos de inundación de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, que determina a Tablada como zona inundable con periodicidad "media u ocasional" parte del comportamiento del río "en régimen natural", es decir, sin la presencia de esos embalses. "Y aun así, se mantiene como una zona de riesgo", añade el catedrático de Geografía de la US, que admite que es posible revertir esa situación después de hacer un nuevo estudio hidrológico como el que se elaboró para el PGOU de Sevilla en 2006 y, por medio de obras hidráulicas, convertir parte de la dehesa de Tablada en una parcela urbanizable. La prueba es que hay otras zonas de la capital andaluza que están protegidas por ese tipo de obras.
Cuando un coche circula en dirección sur por la circunvalación de Sevilla, la SE-30, deja a derecha el cauce natural del río Guadalquivir, con los pueblos del Aljarafe detrás, y a su izquierda los barrios de Triana y Los Remedios. La autovía va sobre lo que se conoce como el muro de defensa, un dique de 12 metros que luego tiene continuidad hasta la zona portuaria de la ciudad. Lo que se planteó hace 25 años pasaba por trasladar ese muro hacia el oeste y proteger parte del antiguo aeródromo, pero el informe en el que participó Leandro del Moral y dirigido por Fernando Sancho Royo lo descartó.
Según explica el geógrafo, entre los motivos contrarios estaba el efecto que tendría el muro aguas abajo y en la margen derecha del Guadalquivir, donde se elevaría el riesgo de inundación en zonas como el barrio bajo de San Juan de Aznalfarache. Y a ello hay que sumar la "pérdida del espacio natural" en el que se ha convertido Tablada. Un estudio de los zoólogos Eduardo José Rodríguez y Rafael Carmona desveló que la dehesa se ha convertido en un reservorio para especies como la nutria, el zorro o las ginetas y hasta 114 especies de aves, el 17% de las que hay certificadas en España.
Los planes vigentes ahora mismo en el PGOU y el plan urbanístico del área metropolitana de Sevilla (Potaus) pasan por diseñar un gran parque periurbano que dé servicio a la capital andaluza y su zona de influencia, manteniendo el valor natural. Pero las presiones de los propietarios encajan con la idea del alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, de compatibilizar los usos medioambientales con un nuevo barrio con suelo residencial y equipamientos comerciales y terciarios. La propuesta no ha pasado todavía de los titulares, aunque el recuerdo de lo que ha pasado en Valencia no ayude a esta recalificación de una llanura de inundación en una ciudad marcada desde su propia existencia por las riadas.
No es raro ver en el centro de Sevilla azulejos que recuerden dónde llegó el agua en las grandes avenidas del Guadalquivir, aunque es cierto que la última gran inundación, en 1961, se produjo por el desbordamiento de un arroyo que desemboca en el río grande. Se trata del Tamarguillo, que ahora muere a la altura del puerto de la capital andaluza tras ser encauzado después de que anegara a tres cuartos de la superficie de la ciudad. El martes, mientras el agua caía con fuerza en Valencia, el último tramo salvaje del Tamarguillo-Tagarete (otro arroyo encauzado en el mismo sistema hidráulico) se desbordó a la altura de Pino Montano y provocó un corte de tráfico. Nada grave, como hace más de medio siglo, pero lo suficiente para recordar que Sevilla no está exenta de una gran inundación.
{getToc} $title={Tabla de Contenidos}