La mujer de Manuel Solsona siempre tuvo un sueño. La idea de amanecer junto al mar en el interior de una furgoneta camperizada– recubierta de madera, sobre un colchón con cojines beige neutro, detalles marineros y al más puro estilo aesthetic– resonaba desde hacía un tiempo en su cabeza. Este verano estuvo de suerte; al cumplir los 50 años, su marido accedió a disfrutar de una semana sobre ruedas con toda la familia. La envidia de cualquiera que pase más de dos minutos en Instagram en verano: en estas fechas, cada vez son más los que apuestan por disfrutar de las vacaciones dentro un habitáculo minúsculo pero con vistas al océano.
Así lo pensaron, también, las 1.250 personas que matricularon un vehículo vivienda en julio de 2024. Según los datos de la Dirección General de Tráfico (DGT), la cifra supera con creces a la registrada el año anterior (893), pero lejos del éxito de 2021 con 1.392. Al boom de la pandemia le siguió un descenso considerable los años posteriores. No obstante, los números del presente año están al alza y, para el mes de diciembre, podría incluso superar al 2021. La modalidad de vehículos vivienda incluye turismos con instalación de elementos, furgonetas de más de nueve plazas homologadas, autocaravanas y furgones, camiones y autobuses vivienda. "Hay un incremento interesante de gente que se está acercando a esta forma de viajar, especialmente en jóvenes", confiesa José Manuel Jurado, presidente de la Asociación Española de la Industria y Comercio del Caravaning (Aseicar).
Por suerte, Solsona no pasó directamente a la compra, sino que optó por alquilar una camper durante una semana. "Me arrepiento desde que salí del parking", señala el valenciano. Su experiencia no ha sido la idónea: "Soy autónomo, me cojo solo una semana de vacaciones al año. No quiero sufrir", relata a El Confidencial. ¿Conclusión? Una experiencia diferente y aventurera que no repetirá jamás.
"Lo más duro es estar cuatro personas en un espacio tan reducido. Tienes que hacer vida dentro. En las áreas de descanso no puedes sacar mesas y sillas, y aunque pudiera… ¿Para qué? Es un puñetero parking", reseña. La idea de pasar sus días de descanso en un área de servicio de una carretera autonómica no le terminaba de convencer. Solsona y su familia salieron con la furgoneta desde Valencia, pasaron por Huesca y terminaron en Girona. "No puedes casi parar", explica argumentando que solo contaba con siete días para hacer todo el recorrido. "No repetiré, seguro. Mi mujer… si quiere volver, me divorcio y que venga con otro", cuenta entre risas.
Además del handicap del espacio, existe también el reto de limpiar las aguas negras: básicamente, consiste en deshacerse de los excrementos vertidos en el váter portátil del vehículo. Guillermo P., de 30 años, alquiló en julio una autocaravana con tres amigos para pasar unos días en la costa de Lugo. Lo de no tener un váter anclado a tierra firme para hacer sus necesidades les pasó factura: "Casi vomito", destaca. "Se supone que los químicos van degradando los excrementos, que quita el olor y que se puede echar papel higiénico. Pues no, no se puede. Por culpa de hacerlo, al vaciarlo, se hizo un tapón, se mancharon las zapatillas de mi amigo y había un olor que me quería morir", relata el aventurero. Su viaje apenas duró cuatro días: "El primer día genial, aunque conducir daba miedo, pero según pasaba el tiempo le iba encontrando más defectos".
Aparcar no es acampar
Al margen de la frustración por las altas expectativas con las que iniciaron el viaje, Manuel y Guillermo hicieron las cosas bien: durmieron en sitios habilitados para ello. Pero no todos actúan de la misma forma. Hay quienes optan por pernoctar a la intemperie en sitios donde no está permitido sacar sillas, mesas y demás parafernalias. Dormir en el interior del vehículo, al tratarse de un espacio privado, no rebasa los límites de la legalidad –salvo en espacios protegidos con una normativa específica–. El conflicto se produce cuando los usuarios utilizan el suelo público para acampar. De hecho, ya se han producido altercados entre caravanistas y vecinos de Ferrol, en A Coruña, y Elche, en Alicante. Los residentes señalan a los pasajeros de las caravanas por irrespetuosos y, según declararon a La Voz de Galicia, "limpian las ollas en las duchas".
Miguel Iglesias es un experto de los viajes en caravana. Está al frente de la revista Soy Caravanista y lleva viajando con esta casita portátil desde los años 70. Reconoce que hay quienes se aventuran a adquirir este tipo de vehículos sin haber probado previamente. "Se está vendiendo mucho la idea bucólica de 'tengo una camper y duermo en el paraje más alucinante del mundo mundial'", continúa. Para él, fiel defensor del camping, esto supone un riesgo para la seguridad de los viajeros. Iglesias defiende que él se siente más a gusto en un recinto cerrado y donde existe "un código de civismo" concreto. Además, pernoctar en zonas no autorizadas no beneficia a la imagen del sector. De hecho, desde Aseicar defienden que sean sancionados con las multas pertinentes. "No porque tengas una furgoneta con cama puedes hacer lo que quieras. Hay Parques Naturales, hay leyes de Costas… y sobre todo, hay sentido común", continúa Jurado, el presidente.
La entidad, además, no es ajena a las aglomeraciones. De hecho, consideran que el desconocimiento de algunos usuarios unido a la falta de oferta para pernoctar son los principales factores de la saturación. Por ello, demanda a los Ayuntamientos, Diputaciones y Comunidades Autónomas que colaboren con la ampliación de zonas para pasar la noche. En España existen 1.350 áreas de estacionamiento; un 750 % más que en 2010. Pero, según los cálculos de la asociación, faltan en torno a 2.000 espacios más para abastecer la demanda en temporada alta. "Se pueden hacer las cosas bien, como en el Atalaia Camper Park de Foz (Lugo)", ejemplifica el presidente. Otro dato: en 2014, según las cifras recogidas por Aseicar, había en España en torno a 20.000 autocaravanas y campers. Hoy, sumando ambas modalidades, son casi 120.000. En cuanto a la flota de alquiler, los concesionarios cuentan con una flota de 11.000 vehículos de este tipo para rentar temporalmente.
"Tenemos una junta directiva a final de mes y vamos a tratar seriamente qué podemos hacer. Cada vez hay más problemas porque cada año hay más usuarios. Yo ya soy viejo [tiene 65 años], pero antes la gente tiraba las cajetillas de tabaco al suelo. Ahora es impensable. Esto es igual, es educación; y hay que sancionar a quien no cumpla", opina Jurado.
Según los datos recogidos por este periódico, la posesión de estos vehículos vivienda está en auge. Para Iglesias, uno de los motivos es la caída de suministros de 2022. El caravaning vivió su época dorada a finales de 2020 y principios de 2021. "La gente que ahorró durante la pandemia apostó por esto", explica Iglesias. Después, el sector se vio afectado por la falta de materiales derivados de la guerra de Ucrania. Mientras tanto, la demanda de usuarios seguía por las nubes. Eso, sumado a la subida de los tipos de interés de 2023, complicó el acceso a las casas con ruedas. Iglesias también hace hincapié en la subida de precios en la primera y, sobre todo, en la segunda mano: "Han bajado en relación con 2020. Pero en 2019 te encontrabas autocaravanas por 30.000 euros. Ahora, por menos de 50.000 o 60.000 no las hay", continúa.
¿El problema? Que muchos se aventuraron a adquirir una camper, autocaravana, furgoneta o caravana sin haberlo pensado dos veces. "La gente se lanzó a la compra y luego no era lo que esperaban. Otros, por ejemplo, han tenido dificultades para pagarla", explica el caravanista. "Yo recomiendo, primero, alquilar un día. Después, alquilar dos. Después, una semana. Y cuando hayas ido varias veces, ya te planteas comprar", continúa el experto.
Crecen las pernoctaciones en 'campings'
Hay que tener en cuenta que muchos optan por pasar la noche en un camping por varias razones: la primera es que hay pocas zonas en España que permiten dormir a la intemperie de forma legal y segura; la segunda, que ofrece servicios básicos como electricidad y aseos. De esta forma el viajero evita la limpieza de las conocidas aguas negras.
Olivia P., una veinteañera originaria de Lanjarón (Granada) viajó con su familia en una camper a un camping de Valle-Niza, en la provincia de Málaga. Lo que iba a convertirse en una escapada de diversión en familia terminó en una calurosa tortura: "Me desperté a las cuatro de mañana sudando diciendo que, o abrían la puerta, o me iba a mi casa en el primer autobús de por la mañana", reseña la joven a este periódico. A la mañana siguiente, su padre tomó una decisión: "Recogimos las cosas y nos fuimos", comenta ahora de risas. "Eso de convivir en dos metros cuadrados no lo llevo muy bien", continúa la joven granadina. Sin embargo, y al haber escogido un camping, podían lavarse en una ducha en condiciones.
Las parcelas ofertadas en los campings de dicha provincia han descendido un 3,7 % desde 2019, aunque el número de pernoctaciones continúa subiendo. Esta es la tónica general de la Andalucía occidental, Castellón, Tarragona, el País Vasco y Asturias, según los datos analizados por este periódico. El número de noches que pasan los visitantes crece en casi todo el país, excepto en tres campings de España: uno en Cáceres, otro en Lleida y otro, también, en Tarragona. El resto despunta con creces. Por ejemplo, el Pirineo navarro cuenta con un crecimiento del 36,3 % en relación con 2019 y la Costa de la Luz, en Huelva, supera el 70 %.
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