Literatura
Cuando uno afronta la lectura de una novela de ciencia ficción asume, de entrada, que es muy complicado que la narrativa le sorprenda, que la historia propuesta, la distopía, la invasión, la propuesta futurista, no esté impregnada de referencias, homenajes o retales. Pero acudimos a ella, a la ciencia ficción, porque somos creyentes, la amamos, la necesitamos, en realidad. Necesitamos un espacio de holgura mental, una propuesta cambiada, una exigencia matemática... necesitamos escapar hacia mundos donde todo es posible y, aunque parezca imposible, lo desconocido se adjetiva con coherencia. Pero, en esta ocasión, Semiosis, la obra de Sue Burke, editada en España por Dolmen junto a Freder&planB, es una propuesta lúcida, distinta, especiada con una fuerza despiadada e incontenible. Hacía años, lustros, décadas en realidad, que no disfrutaba tanto con la lectura de una posibilidad, de una utopía, de un viaje hacia lo desconocido. Hablemos, pues, de una nueva civilización, de un planeta, de una humanidad completamente nueva.
Estructurada a través de siete generaciones, recorriendo en saltos cualitativos las vivencias de los líderes de una colonia humana enviada hacia un planeta con la colonización como misión única. Un primer contacto, con el nuevo terruño, con las nuevas plantas, especies, colores, animales y, claro, presencias inteligentes. No es solo el juego de los cuatro fantásticos, no es Bradbury, ni las guerras contra insectos o las aventuras del Nostromo. Es un grupo de humanos abandonados en una isla-planeta que, en poco más de un siglo, siguen conservando esbozos de su pasado para convertirse en ese tipo de experimentos sociológicos sobre los que se elucubraba en los setenta. Abandonar al bebé y sus congéneres, el mito del Buen Salvaje, el Señor de las moscas... está bien, he dicho que no hay referentes. No los hay explícitos, depende de su buen hacer, de sus ganas de conectar lecturas y visionados, de buscar el sustrato básico y seguir la rama hasta los frutos.
La maestría con la que la autora es capaz de ir desprendiendo de la sociología terrestre original a la nueva población establecida en el planeta, los sutiles cambios estructurales, morales, eróticos, vitales, es uno de los ejercicios de abstracción estructural en lo social más hermosos y disfrutables entre mis lecturas.
Hay, claro, efectistas golpes de estado entre jóvenes y viejos, al modo de la tragedia clásica, hay evidencias de comportamiento olvidadas que se sustituyen por decisiones de difícil comprensión, hay hombres-sementales y hay comportamientos pecaminosos que para un lector de verano en un país europeo resultan hilarantes. Pero, solo con rascar un poco, te das cuenta de lo majestuoso de la propuesta. La voz interior de cada líder, de cada personaje, del niño que termina como gobernante, es una lujosa construcción literaria y narrativa que no suele abundar en este tipo de temáticas.
Y, claro, si el título del libro es Semiosis, no puedes obviar el exponente cualitativo, el movimiento hacia el futuro (o el pasado, nunca sabremos), que es la aparición y relación con una especie vegetal inteligente.
No son necesarios conocimientos de botánica o química, pero si los tienes, el disfrute, el paladeo es cualitativamente superior. Qué maestría, que construcción de un personaje clorofílico, nitrogenado, de dióxido de carbono y azúcares básicos... una sucesión de nutrientes básicos, alcaloides, los procesos de la química orgánica como redes neuronales informáticas.
Insectos que prefieren la compañía de las frutas, hacedores de vidrio de quitina inteligente que involucionan hacia el salvajismo, la guerra de las feromonas, canibalismo ético. Semiosis nos descubre la manera en la que evolucionaría las organizaciones sociales elementales, los retazos humanos, las estructuras básicas que evolucionan hacia procesos naturales: castas, reproducción, liderazgo, violencia, cultura. ¿Qué es un cuchillo? ¿Qué es un secreto?
Una novela de generaciones, mucho más allá del primer impacto violento. No es una historia sobre un desembarco, es una historia sobre la raíz social moldeada en ausencia de referentes puros. Es la inocencia, la física frente a la mecánica, la química de la vida. Dióxido de carbono u oxígeno. Enlaces covalentes.
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