Más de 2.800 personas llegaron a las costas canarias la semana pasada. Ya son más de 28.000 este año, así que faltan 3.000 para superar la crisis de 2006. Rescates continuos en todas las islas, menos en La Palma, que volvieron a poner contra las cuerdas a quienes salen en su búsqueda en alta mar: los trabajadores de Salvamento Marítimo. A esta labor, en la que están en riesgo miles de vidas además de las suyas propias, se añaden los cientos de kilómetros que realizan navegando, las jornadas maratonianas en el mar y las bajas médicas que se han visto obligados a coger por lesiones de espalda (sacan uno por uno a los migrantes) o problemas psicológicos, entre otros.
Si había una noticia que debía ayudarles, ha terminado por indignarles aún más. Salvamento anunciaba este martes el refuerzo de seis trabajadores (uno en cada turno) en tres Salvamares distintas: en La Palma, Tenerife y Gran Canaria. En las dos últimas islas irán a los muelles que hay en ambas capitales. Esto, según Salvamento, "permitirá una rotación de unidades para evitar la sobrecarga en las embarcaciones en las zonas con mayor actividad". Lo cierto es que a la isla de El Hierro, donde más inmigrantes llegan y donde hay más trabajadores desgastados, no irá nadie. La Palma, sin embargo, tendrá dos empleados más pese a no haber recibido un solo cayuco.
Ismael Furió, secretario general del Sector Mar y Puertos de la Confederación General de Trabajo, lo califica como "una barbaridad". "Es una decisión que tenía tomada el jefe de centro de coordinación de emergencias, en sustitución de la jefa de operaciones, y de la cual no tuvo marcha atrás", comenta. Furió señala que este cargo, en una reunión, le aseguró que "las unidades se intercambiarán con las que llevan más trabajo y así la tripulación descansa".
"Esto es un auténtico disparate, uno más de tantos", afirma. Y es que, siguiendo esta decisión y nueva orden, una persona que lleve cuatro o cinco días trabajando en rescates en el mar de El Hierro, cuando tenga que parar no va a su casa, sino que tendrá que desplazarse 160 kilómetros hasta La Palma para hacer relevo y dormir fuera en lo que es su semana de descanso. "Ocho horas en las que los muelles de El Hierro y La Palma queden desatendidos. Si pasa algo, para colmo, será culpa del patrón al que se le ordenó ir a otra isla", destaca.
No solo se pierden horas. Según Furió, "son miles de euros quemados en combustible y con el añadido de que los barcos en los que llegarán refuerzos son de los que están en islas para actuaciones cerca de costa. No es que estén obsoletos, pero sí muy limitados", critica. "Están convirtiendo en barcos que están obsoletos en punta de lanza de la llegada de embarcaciones y, para colmo, un señor en Madrid contrata a gente de bolsa para ponerse delante de cayucos a rescatar a personas".
Y es que esas personas que llegan hoy a las islas no tienen alojamiento, ni saben cuáles serán sus funciones. Ni siquiera muchos de ellos han asistido jamás al rescate de una embarcación. "No les han dado instrucción de nada", comenta, "van a llegar a una unidad nueva, donde no conocen a nadie, no saben donde está el material, ni cómo trabaja el patrón, ni la operativa del barco o la zona. Sobrevive como puedas". Solo que, esta vez, están en juego la vida de personas porque, recuerda Furió, "hay 150 que deben salir vivas. En una de estas pueden ir todos al fondo o, en su defecto, quedarse a la deriva y que no se les encuentre nunca".
El tiempo juega en contra
Furió pone un hipotético ejemplo que no deja indiferente: "Imagina que, tras el relevo, la Salvamar de La Palma, mientras baja, es activada para un rescate en el sur de El Hierro, no va a llegar". Y no llega porque, a su juicio, "cuando nos activan para salir desde El Hierro tardamos dos horas, si nos coge en camino desde La Palma, hay que sumarle seis; un patrón y la tripulación llevarían ocho horas de recorrido cuando el combustible estará en mínimos".
En su conclusión: "Tienes una tripulación reventada, un barco viejo y teniendo que parar en puerto herreño a repostar 2.000 o 3.000 litros de combustible para, que con suerte, al salir consigas localizar el cayuco y rescatar, con el cansancio que llevas detrás, una por una a, a lo mejor, 150 personas y volver a puerto".
Sin embargo, no alude solo a las islas occidentales porque, por ejemplo, si una embarcación de Salvamento Marítimo tuviera que ir de Gran Canaria a Fuerteventura ocurre similar. "Estamos en temporada alta de veleros, día sí y día también hay uno, si yo tengo que ir de Gran Canaria a la isla majorera, ¿quién atiende los accidentes el tiempo que tarde si la única unidad que me queda es el remolcador grande y no sirve ni para veleros ni cayucos porque al acercarme lo hundo?", cuestiona el que también es un trabajador al que, como a sus compañeros, la vocación le puede. Pero la explotación, no.
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