Que en las elecciones estadounidenses beneficia tener una imagen fotogénica es indudable. Al fin y al cabo, la cara sudorosa de Richard Nixon durante un debate televisado se considera uno de los motivos de su derrota en las elecciones de 1960. Pero la pelea por la Casa Blanca nunca había sido un concurso de belleza. Ahora el candidato republicano Donald Trump parece dispuesto a competir sobre el aspecto físico: en un mitin en Pensilvania este sábado ha insistido hasta tres veces en que es “mucho más guapo” que Kamala Harris, su contrincante demócrata.
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