Los marineros que faenan en las aguas más peligrosas te explican cuánto vale de verdad el pescado que comes

Los marineros que faenan en las aguas más peligrosas te explican cuánto vale de verdad el pescado que comes

"El ciudadano no es consciente del sacrificio que hay detrás de algo tan común como comer merluza". Tras cuatro años faenando en aguas de las Malvinas tiempo atrás, Carlos Castro, un experimentado marinero gallego, ve con "terrible dolor" la tragedia del Argos Georgia y piensa en la dureza de la profesión. "Siempre que volvía a casa del barco me santiguaba antes de comer cualquier tipo de pescado pensando en los marineros que lo habían traído a tierra. Soy muy consciente de todo el sacrificio que hay detrás y la gente debería saberlo también", esgrime el marinero.

De las mareas más inhóspitas al plato de casa. En Malvinas y Argentina, lo más habitual es la pesca de merluza y pota. En Namibia, también la merluza copa gran parte de los caladeros, aunque además es común la pesca de rape y otras especies. En Terranova (Canadá), aguas de extrema dureza, donde ocurrió la tragedia del Villa de Pitanxo, se sustrae bacalao. En Angola, marisco y gamba roja. En Marruecos o Mauritania, se faena pulpo o sepia.

EFE

"Estás en una pequeña isla de metal, en mitad de la nada, a la suerte del mar y a kilómetros de tierra", cuenta Felipe Fernández, marinero andaluz que ha llegado hace unos días a su hogar después de tres meses en alta mar. "No sé si es la profesión más dura, pero sí una de las que más", opina Fernández. Además, narra cómo la experiencia psicológicamente es compleja: "A veces miro al cielo, cierro los ojos y pienso qué carajos hago yo aquí pasándolas putas en mitad de la nada. Pero es la forma que tengo de llevar dinero a casa. Aprieto los dientes y tiro para adelante".

Un imprescindible en la dieta diaria de la población mundial, el pescado que se obtiene de la pesca de altura, tiene una compleja travesía hasta llegar al restaurante que te lo sirve caliente acompañado de las mejores salsas. "Cuando pescamos lo almacenamos en cámaras frigoríficas que tenemos en la nave. Faenamos días y días sin pisar tierra, aprovechando el máximo tiempo en el lugar para pescar cuanto más mejor", cuenta Felipe Fernández.

Vídeo barco pesca arrastre

"Como al delantero que le exigen al menos 10 goles por temporada, a nosotros también nos exige la empresa armadora unos objetivos de pesca. Echamos muchos cálculos y son días de mucho agobio cuando no consigues pescar lo exigido", afirma el marinero. Además, revela: "He tenido que faenar en días de extrema dureza, con mucho temporal, porque no tenía la cantidad de género que me pedían".

El Argos Georgia se encontraba en Malvinas pescando merluza negra. En ese mismo caladero estuvo Carlos Castro, que apunta a que las condiciones en esta época del año son muy difíciles. "El frío te cala los huesos y, cuando se junta con un temporal, es el último lugar de la tierra donde quieres estar", rememora el gallego.

Convivir mar adentro durante un prolongado periodo de tiempo, aun sin mal tiempo, "es una prueba para el cuerpo y la mente", según explica Carlos Castro. El marinero gallego narra como "estás horas y horas trabajando en una superficie móvil, que va de un lado a otro", y donde "desconectar es imposible". En otros empleos, "uno sale de trabajar, va a casa y reposa cuerpo y mente, pero en un pesquero es imposible", cuenta Castro. "Hay noches que directamente no puedes dormir y no puedes ir a ningún lado, estás encerrado", añade.

L. Bustabad. A Coruña

"Pasamos mucho tiempo lejos de la familia. Es muy duro"

A la complejidad de trabajar durante días y semanas en alta mar y hacer frente a las inclemencias de la marea, se le suma la lejanía de la familia. "Pasamos gran parte del año en el extranjero, muy lejos de nuestros seres queridos, eso es muy duro", asegura el marinero Felipe Fernández.

"Sientes que te lo pierdes todo, no estás en muchos de los grandes hitos vitales de tus hijos, tu esposa o tus padres. Uno está lejos de casa para ganar dinero y darle la mejor vida posible a los suyos", apunta Fernández, que también cuenta cómo a veces él mismo se pregunta: "¿Merece la pena este sacrificio si no puedo ver cómo disfruta mi familia de aquello que le doy?"

"Cuando estoy en casa, intento exprimir al máximo todo el tiempo posible con ellos, es todo muy intenso, diferente a la vida de cualquier otro"

Por su parte, Carlos Castro, que ha estado en lugares como Terranova o Malvinas, atestigua que "siendo muy difícil hacer frente al mal tiempo, sin duda alguna lo que más duele y lo que peor se lleva es estar lejos de familia y amigos".

"Cuando puedo hacer una videollamada desde tierra con mi esposa y mi hijo y veo cómo me quieren y se acuerdan de mí, eso me da la vida, sin esos momentos no podría subirme de nuevo al barco", testifica Castro. "Cuando vuelvo y estoy en casa, intento exprimir al máximo todo el tiempo posible con ellos, es todo muy intenso, diferente a la vida de cualquier otro que trabaje en un empleo distinto. Es pasional. La llegada, la despedida, cada momento que pasas con ellos", cuenta el gallego.

Mar, riesgo, sacrificio, lejanía, dolor. "Lo que hay detrás de cada plato de pescado es inimaginable", concluyen ambos marineros, Castro y Fernández.



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