España encadena tres trimestres consecutivos con crecimientos de la economía muy elevados, batiendo todas las previsiones, mientras que Alemania flirtea con la recesión y Francia e Italia crecen a ritmos más tímidos. Los números hablan por sí solos: la economía española avanza un vigoroso 2,9% interanual frente al 0,6% que repunta la zona euro. Y logra estas cifras a pesar de una serie de obstáculos que, en principio, eran difíciles de sortear sin sufrir daños considerables: una inflación acumulada que supera el 15% y que todavía lastra la capacidad de compra de las familias; una subida de tipos muy intensa que frena la inversión y que supone unos 12.000 millones más al año en el pago de intereses de los hogares, y una atonía de los socios comerciales que debería arrastrar al sector exterior español. Además, se suma de forma estructural un paulatino proceso de envejecimiento que va restando capacidad de crecimiento. Pero aun así, crece. Y con fuerza.
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