Jugarse la vida escondido en los bajos de una furgoneta u oculto en una atracción de feria. Esta es una escena habitual en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla que, cada año, se repite al terminar sus fiestas patronales. La situación fronteriza con Marruecos lleva a muchos inmigrantes a aprovechar el trasiego de vehículos para cruzar el Estrecho, haciendo uso de los camiones que transportan las atracciones y piezas desmontables.
La feria de los ceutíes, que concluyó este lunes, ha dejado esta vez unas bajas cifras "históricas", en palabras de la delegada del Gobierno en la localidad, Cristina Pérez. En total, en la Operación Feriante –como se conoce al dispositivo que controla estas salidas– hubo apenas 12 detenciones. Dos adultos y 10 menores fueron encontrados entre atracciones tras inspeccionarse hasta 325 vehículos.
El dispositivo se activó en torno a las 6:00 de la madrugada del martes en una operación conjunta de la Guardia Civil, la Policía Nacional y la Policía Portuaria, que junto a cuatro vigilantes de seguridad privada sumó esta vez 41 agentes en total, indican fuentes de la Delegación. En la tarde del jueves, lo dieron por finalizado.
Sin embargo, hace años que los intentos de cruzar de esta forma están en caída libre. En 2023 se localizó a 24 inmigrantes ocultos –marroquíes y argelinos–, la mitad que en el año anterior. En esta ocasión la cifra vuelve a bajar; y desde la Benemérita aseveran que en los últimos operativos han sido cada vez menos los inmigrantes que se lanzan a alcanzar la Península por esta vía. Especialmente, desde la pandemia. ¿A qué se debe?
Un 70% menos que en pre-pandemia
Las razones no están claras. El portavoz de la Guardia Civil en la ciudad autónoma, Alfonso Cruzado, lo atribuye al "refuerzo" de la seguridad y la intensificación de las restricciones en el paso del Tarajal, que conecta con Marruecos. Desde que en 2022 reabrió la frontera con el reino alauí se exigen visados especiales para cruzar, y ya no se consiente el acceso con pasaporte a los residentes de Tetuán o Nador, las regiones colindantes con Ceuta y Melilla, como si ocurría antes de 2020. Atravesar hoy la frontera por la vía terrestre no es tan sencillo.
Otra cosa es el mar. "Cada vez hay menos detenciones tras la feria, pero las entradas desde Benzú o el Tarajal [los dos espigones de la ciudad] se han disparado con la pandemia", explica Ana Redondo, que investiga la frontera sur y estas operaciones en la APDHA (Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía). ¿Cómo se relaciona esto con la Operación Feriante? Su conclusión es clara: "La gente no es idiota. Los que cruzan saben que en estos días hay más vigilancia, en qué camiones hay más control, a qué horas existe más riesgo... Era cuestión de tiempo que buscaran alternativas", concluye Redondo.
Detectores de latidos
Para localizar a los que aún lo intentan y tratan de alcanzar el puerto de Algeciras (Cádiz) junto a los feriantes se utilizan hasta detectores de latidos. Los agentes colocan estas máquinas en las camionetas para recibir una señal de alarma en caso de que haya alguien en su interior, además de vigilar con drones y hacer uso de guías caninos.
"Antes del coronavirus costaba contarlos y necesitábamos mucho refuerzo, pero ahora todo es más tranquilo", añade, de nuevo, el portavoz de la Benemérita. De hecho, desde entonces ha habido récord de mínimos cada año. Hace un lustro llegaron a encontrar hasta a 85 personas entre bambalinas, un 70% más que ahora. Entre ellos había 19 menores; y de los 70 que cruzaron en 2018, 20 no llegaban a la mayoría de edad. "Eso también ha cambiado: parece que lo intentan más los jóvenes que los adultos", asegura Isabela, vecina de Ceuta, que pone el ejemplo de la primera Operación Feriante tras la pandemia: llegaron 47 y solo tres eran adultos.
Aunque no recuerdan incidentes, los representantes del Gobierno en Ceuta advierten del peligro que supone cruzar así. "No es solo una cuestión de inmigración irregular, sino de seguridad. Es muy peligroso, para ellos y para los feriantes", sostienen desde la Delegación, que anualmente hace seguimiento a los controles. Cinco menores que en esta última tanda se ocultaban en una de las atracciones, sin ir más lejos, lo hacían tapados con lonas sin saber que el camión que la transportaba no embarcaría hasta días después.
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