No eran los mejores atracadores del mundo, pero se hicieron famosos tras difundirse las imágenes de uno de sus robos. El objetivo fue una empresa de distribución de vapeadores del polígono El Viso de Málaga capital. Y se llevaron 4.000 cigarrillos electrónicos valorados en unos 15.000 euros. Un golpe, por momentos cómicos, con sus autores dando agua a la dependienta para que se tranquilizara, y que precedió a una persecución peliculera. Lanzando el botín contra el coche policial que les seguía los pasos y al menos un disparo que impactó en la furgoneta a la fuga.
Fue el primer atraco de una banda, con no mucha fortuna, que en su segundo intento irrumpió en un estanco y tuvo que salir por patas porque en una habitación contigua celebraban un cumpleaños al que asistían una veintena de personas. "Huyeron porque iban a recibir", comenta una fuente policial, que recuerda con una sonrisa en el rostro que "una de las personas los persiguió en muletas".
Los investigadores del Grupo de Atracos y Delitos Violentos se pusieron sobre la pista de estos peculiares ladrones el pasado 27 de enero. Ese día asaltaron la tienda de vapeadores armados con una escopeta y una pistola que se piensa que eran simuladas. Mientras llevaban las cajas hasta una furgoneta blanca conducida por un tipo obeso —"fueron necesarias dos esposas para poder engrilletarlo a la espalda"—, un policía nacional fuera de servicio vio a esos cuatro tipos encapuchados que corrían por la Avenida Washington y comenzó a seguirlos discretamente.
El agente contactó con la Sala del 091 y "radió" el recorrido del vehículo hasta que un coche patrulla se sumó a la persecución. Los ladrones, según explicaron a El Confidencial fuentes cercanas al caso, abrieron las puertas traseras de la furgoneta y comenzaron a lanzar las cajas sustraídas contra el vehículo policial. Uno de los agentes abrió fuego y un proyectil impactó en un lateral. Los atracadores lograron dar esquinazo a los policías en una zona conocida como Fresneda. Esta tiene muchos carriles y, claramente, la conocían bastante bien.
Los responsables del caso sabían el modelo y marca de la furgoneta, pero las matrículas habían sido ocultadas con cinta adhesiva. Esa línea de trabajo quedó paralizada en ese momento, pero una grabación realizada una semana antes del robo con violencia puso de relieve que sus autores estuvieron en el lugar —posiblemente— planificando el asalto.
La recopilación de información continuó en los días posteriores. Pero los ladrones no estaban dispuestos a dar una tregua. El 9 de abril, "dos varones vestidos de negro" irrumpen en un estanco de la barriada El Tarajal. Un tercero espera fuera al volante de un turismo de color rojo de alquiler y cuyas placas habían sido modificadas burdamente convirtiendo un 3 en un 8 por obra y gracia de cinta aislante de color negro.
La escena fue tan sorprendente como surrealista. Sobre todo, porque no tendría el final esperado por los atracadores. Uno de ellos se subió al mostrador y exigió todos los vapeadores que hubiese, mientras su compinche trataba de controlar el acceso. No se cortaron en hacer ruido. Y tampoco ayudó que dos mamparas contra el coronavirus, de las que se ponían en los mostradores, cayesen al suelo y sonaran como disparos. A través de una puerta, que comunicaba el negocio con un inmueble, comenzó a salir una veintena de personas que celebraban un cumpleaños y puso en fuga a los dos delincuentes. A alguno no le detuvo las muletas para correr tras ellos.
Los agentes de la Policía Nacional, gracias a imágenes recuperadas del llamativo coche, pudieron reconstruir la ruta de llegada y huida de los tres atracadores y llegaron a la conclusión de que las personas que buscaban tenían que residir o moverse por la zona del Carril de los Chopos. Las características de este lugar, con calles estrechas de un único sentido, dificultaba los dispositivos de vigilancia y "era sencillo que ‘marcasen’ a los policías".
A pesar de estas dificultades, los investigadores tendrían un golpe de suerte. Un coche patrulla que estaba haciendo una ronda por la zona observó una furgoneta que encajaba con la utilizada por los atracadores en el primer robo. Uno de los agentes se aproximó y observó en la matrícula restos de cinta adhesiva como la que tapaba las placas del vehículo que se dio a la fuga en enero. También se percató de que en la carrocería había un arreglo con masilla de un orificio que encajaba con el provocado por un proyectil.
El trabajo policial se centró, a partir de entonces, en tratar de identificar al propietario de la furgoneta y las personas de las que se rodease. Las pesquisas llegaron hasta un joven de Alhaurín de la Torre y durante una de las ‘tronchas’ completaron el círculo. Los agentes que controlaban los movimientos de uno de los sospechosos observaron un turismo rojo a toda velocidad que rápidamente identificaron como el utilizado en el intento de atraco del estanco. Lo conducía un tipo de complexión gruesa que supuestamente ejercía de conductor del resto de la banda. "Es una persona con un gran sobrepeso y no podía correr o entrar en los sitios", relata uno de los investigadores, que agrega que finalmente se fijaron cuatro sospechosos: "Tres adultos y un menor".
Los restos de cinta adhesiva en la matrícula y un disparo tapado en la carrocería ayudaron a localizar uno de los vehículos usados por la banda
Los agentes supieron posteriormente que algunos de ellos habían actuado también en demarcación de Guardia Civil y agentes de este cuerpo les intervinieron una pistola que podría ser la utilizada en sus palos en la capital malagueña. Y en una de las vigilancias observaron como los investigados descargaban cajas,
La denominada operación Humo se saldó con la detención de los cuatro presuntos autores de los dos atracos acusados de robo con violencia y falsedad documental por la modificación de la matrícula del segundo coche. En los tres registros realizados se localizaron ropa, teléfono y la escopeta que supuestamente se utilizaron para sus asaltos. El conductor con sobrepeso ha sido el único que ha ingresado en prisión.
Las fuentes consultadas explicaron que los vapeadores se han convertido en objeto de deseo de bandas de ladrones porque es un producto al que le pueden dar salida rápidamente y que les reporta unos beneficios inmediatos.
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