¿Existe peregrinofobia en Santiago de Compostela, una ciudad con apenas cien mil personas empadronadas y que sufre una presión turística de 9,5 visitantes por cada habitante, dos puntos más que destinos como Granada o Toledo, y cinco puntos más que indudables destinos del turismo nacional como Barcelona y Sevilla, según un estudio de la Universidade de Santiago de Compostela (USC)?
Para el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, encantado con esta gallina de los huevos de oro que no solo hace Marca Galicia, sino que aporta a las arcas autonómicas buena parte del 12% del PIB debido al turismo, esta creciente animadversión ciudadana se debe a que "hay motivaciones ideológicas que están detrás de este rechazo".
No lo ve así, sin embargo, Francisco Prieto, el arzobispo de Santiago de Compostela, guardián de la memoria y la tumba del Apóstol Santiago en la catedral compostelana, meta de los 446.073 peregrinos que llegaron el año pasado a la capital gallega. Comprende la preocupación de los vecinos por la gentrificación del casco histórico, la desaparición del comercio tradicional del centro, el aumento de los precios de los alquileres en hasta un 30% por la dedicación de las viviendas a pisos turísticos, declarados o no. Es consciente igualmente de las también cada vez mayores muestras de incivismo de una parte de los peregrinos, del ruido, de la ocupación del espacio público que asfixia a los santiagueses… Pero Francisco Prieto les pide a todos hacer "pedagogía", el equivalente académico al "sentidiño" del que ha hecho santo y seña el presidente Rueda, con el que, por otra parte, se lleva bien.
"Hay actitudes y comportamientos que entre todos tenemos que educar -señala Prieto, en conversación con El Confidencial-. Es preciso hacer pedagogía, tanto por parte de una ciudad que acoge, como Santiago, que hemos de aprender la hospitalidad, como también por parte de quienes hasta aquí llegan, que tienen que aprender a respetar la ciudad en quienes la habitamos, los acogemos y los recibimos".
"Ahora mismo es una cuestión de educación lo que primero necesitamos para que sepamos convivir todos, porque todos somos visitantes y turistas en tantos momentos de nuestra vida. Y se precisa esta pedagogía que nos eduque a todos en esas normas mínimas de respeto y de sana convivencia", apostilla el arzobispo compostelano, de 55 años y que lleva trece meses al frente de una institución que, reivindica, ha sido la que ha creado la ciudad.
Santiago no cierra España
"Santiago no es una ciudad cerrada, es una ciudad abierta, acogedora, hospitalaria… Es una ciudad meta de peregrinación con una vocación universal", insiste Prieto, para poner coto a esa creciente turismofobia. "Si precisamente Santiago tiene algo que redescubrir, es que es una ciudad construida por su catedral, que se levanta para cobijar la memoria y los restos del apóstol Santiago. Es la catedral la que levanta la ciudad. Evidentemente, puede haber por parte de algunos excesos en sus comportamientos que no responden al sentido genuino de la peregrinación, pero tenemos que evitar que esos comportamientos excepcionales los elevemos a una categoría que afecte a todos".
No apunta nada más (ni a nadie) el arzobispo Francisco Prieto, pero se entiende que si alguien puede darse por aludido directamente es la corporación municipal compostelana, en manos nuevamente del BNG, formación que tradicionalmente ha mantenido una actitud distante con la Iglesia, que ha levantado la voz contra esta presión turística y, en consonancia con otras ciudades que también la sufren, ha reclamado a la Xunta de Galicia una tasa de entre 1 y 2,5 euros, dependiendo de la categoría del alojamiento.
"Santiago no es una ciudad cerrada, es abierta, acogedora, hospitalaria… Es meta de peregrinación con una vocación universal"
Sin embargo, el gobierno autonómico del PP se muestra reticente. Encima de mesa de Rueda está ya el informe elaborado por la USC sobre una tasa que recaudaría la Xunta y que esta cedería a los municipios que quieran aplicarla. Hay un cierto temor a que cuando Galicia repunta a niveles de récord en su ocupación turística tras la pandemia y gana enteros como refugio climático ante las olas de calor que han convertido en tórridos los tradicionales lugares de veraneo, no se quiere gripar el importante motor económico en que se ha convertido el Camino de Santiago, donde el impacto de cada peregrino que se asoma a la Plaza del Obradoiro supone el mismo efecto sobre la economía de la zona que 2,3 turistas convencionales, tal y como reveló en 2021 el estudio Impacto Socioeconómico del Camino de Santiago, elaborado por la USC en colaboración con Turismo de Galicia. Cada euro que gasta un peregrino genera hasta un 11% más de producto y un 18% más de empleo.
Pedagogía para no espantar
No le ve mayores inconvenientes a esta iniciativa el arzobispo compostelano. "La tasa turística -que sí existe en otras ciudades y que todos hemos abonado cuando visitamos y nos alojamos en ellas- es una tasa que, si revierte en los ayuntamientos y ciudades a la hora de mantener unos servicios que pueden estar saturados por la presencia de unos turistas que, a su vez, son generadores de riqueza en los negocios y comercios de esa ciudad, es una expresión de solidaridad y colaboración con aquel lugar que visitas", expone Prieto, quien en todo caso, y en esa reiterada apuesta por la “pedagogía”, que no es otra cosa que el diálogo entre las partes -también la Iglesia-, pide "buscar en todo esto un equilibrio que no espante al turismo".
En este sentido, desde la Xunta se ha tratado de argumentar esta turismofobia afirmando que "hay motivaciones ideológicas que están detrás", apreciación que tampoco comparte el arzobispo gallego. "No es una cuestión de motivaciones ideológicas el rechazo al turismo. Creo que es una necesidad de educación. Tenemos todos que aprender a convivir, tanto los que somos turistas como los que somos habitantes de las ciudades visitadas. Hay que dejar atrás la ideología y buscar siempre esa capacidad de generar entre todos una normativa que facilite el respeto mutuo en la ciudad que se visita y se habita, porque lo ideológico, cuando lo empleamos como categoría, no nos permite afrontar estos debates con claridad".
Sí que le preocupa a Francisco Prieto otra cuestión en la que, sin embargo, no repara el resto de las administraciones, De hecho, cuando se produjo el bum del renacer de la peregrinación en la histórica ruta jacobea, en 1993, ya hubo los primeros roces entre el gobierno autonómico, que se inventó la denominación de Xacobeo para lo que desde el arzobispado no era otra cosa que el Año Santo Compostelano, que se celebra cuando el 25 de julio, festividad del Apóstol Santiago, cae en domingo (el próximo, en 2027). Aquella apuesta de los gobiernos de Fraga por desacralizar ese acontecimiento religioso y abrirlo al turismo, provocó algún que otro suave desencuentro institucional.
Hoy no queda nada de aquello y la colaboración entre las instituciones es fluida. Pero Prieto lanza una advertencia ante algo que le preocupa más que la tasa turística. "El Camino de Santiago es patrimonio de todos, creyentes y no creyentes, pero para cuidarlo y que no muera de éxito debemos entre todos buscar su sentido original, el sentido de la peregrinación a la tumba y memoria del apóstol Santiago, el sentido de plenitud, de búsqueda, de horizonte en el caminar cotidiano de las personas Tenemos, entre todos, que saberlo cuidar, cada uno desde su responsabilidad: desde la Iglesia, desde las administraciones, tanto locales como autonómicas o estatales. Cuidar el Camino de Santiago no es solo cuidar el espacio por el que discurre, el recorrido por sus pueblos y ciudades. Es también es importante, pero eso no es lo único. Es cierto que a lo largo de la historia se han ido acumulando distintas motivaciones, y hoy no solo es la religiosa, pero si no perdemos de vista cuál es la raíz, eso facilitará que el Camino siga siendo lo que es hoy: ese camino donde creyentes y no creyentes se encuentran y son capaces de hacer camino juntos. Y lo digo como expresión de una convivencia tan necesaria en estos momentos".
{getToc} $title={Tabla de Contenidos}