La economía del dato ya es un elemento clave para medir la productividad y la eficiencia en el tejido empresarial español. En el caso de la Comunidad Valenciana representa un 1%, si se mide en relación al porcentaje de inversión sobre el PIB regional, según un informe elaborado el año pasado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) e Inndromeda. Esta cifra se encuentra alejada del 2,4% de la Comunidad de Madrid, autonomía que se sitúa a la cabeza del país en esta materia, y del 1,3% de la media del conjunto de España. Pese a todo, la inversión en esta autonomía casi se ha duplicado en la última década, pasando de los 576 millones de euros en 2011 a los más de 1.200 millones de 2022. Ante esta coyuntura, cabe preguntarse qué ocurre para que tantas compañías aún se encuentren en una etapa tan inicial en lo que a evolución de modelos de negocio apoyados en el dato se refiere y cómo se puede lograr que no se descuelguen del frenético camino marcado por la tecnología.
Para entender por qué, en plena revolución de la Inteligencia Artificial (IA), no se está produciendo la definitiva apuesta valenciana por el dato y qué repercusión puede tener en la evolución de la productividad empresarial española y en la superación o agrandamiento de las brechas económicas regionales, El Confidencial organizó junto al Ivie, y con el apoyo de IVACE + i, el foro Big data e innovación: ¿motores de crecimiento para la economía valenciana?, enmarcado en el espacio divulgativo Valencia Monitor. El encuentro, celebrado en la sede de CaixaBank de la capital del Turia, contó con la participación de Nuria Montes de Diego, consellera de Innovación, Industria, Comercio y Turismo de la Generalitat Valenciana; Joaquín Maudos, director adjunto de investigación del Ivie; Hugo de Juan Jordá, CEO de Encamina, Entresistemas y Derobotica, y profesor en ESIC Business School; y Alejandro Escribá, investigador asociado del Ivie, catedrático de Dirección de Empresas de la Universitat de València (UV) y director de la Cátedra de Empresa Familiar de la UV. Además, el público pudo conocer, de primera mano, el análisis de cuatro especialistas vinculados a empresas intensivas en el uso de la tecnología que participaron en una mesa redonda.
Tras los discursos de bienvenida de Nacho Cardero, director de El Confidencial, y Joaquín Maudos, quien puso en valor las 44 tribunas publicadas hasta el momento en Valencia Monitor y que han servido para “analizar en qué aspectos de la economía valenciana hay que incidir para terminar con la baja productividad”, fue turno de escuchar las palabras de la consellera. Nuria Montes de Diego reconoció que “mientras las empresas grandes sí han incorporado el big data a sus modelos de negocio, el reto es hacerlo llegar a la pequeña empresa. Es algo necesario porque solo así podremos salvar la brecha y alcanzar en el medio plazo a la autonomía más avanzada en esta materia que es Madrid”. Respecto al impacto del dato, explicó que “más allá del retorno directo, cada profesional incorporado a la economía del dato se traduce en 2,6 puestos de trabajo adicionales, así que también genera empleo”.
"Más allá del retorno económico, cada profesional de la economía del dato genera 2,6 empleos adicionales", N. Montes de Diego
La consellera confirmó que “desde el sector público también deben ponerse objetivos relacionados con el big data”. Y puso un ejemplo: “Desde la Comunitat Valenciana estamos ultimando el Plan Simplifica, que verá la luz en los próximos días, y que servirá para que la administración esté menos burocratizada”, aseguró. En esta evolución, “el funcionario 4.0 deberá tener una alta capacitación en tecnología, en general, y en IA, en particular, para que el talento público se pueda enfocar a las tareas de mayor valor”, apuntó Nuria Montes de Diego, para después especificar que “si conseguimos automatizar los procesos rutinarios que no requieren de una gran formación, experiencia y talento, nuestros profesionales se podrán centrar en aquellas tareas más complejas y así la administración será más eficiente”, señaló.
A continuación tuvo lugar un Q&A entre Alejandro Escribá y Hugo de Juan Jordá, titulado El impacto de los datos en el tejido productivo: oportunidades y retos. El primero expuso que “el contexto valenciano tiene un déficit estructural”, para después aclarar que “éste deriva de la naturaleza de las empresas valencianas, ya que cerca del 63% de ellas tienen un único propietario y, pese a generar más del 50% del PIB de la región, son, en general, de tamaño pequeño o medio”. En su opinión, “para conseguir los mejores resultados no hay que solicitar a los empresarios que cambien su mentalidad. El mensaje debe ser otro y estar enfocado a desarrollar otro tipo de gobierno, pero manteniendo la propiedad”. El catedrático propuso “introducir profesionales externos que trabajen junto a las familias propietarias con el objetivo de profesionalizar la gestión. La evolución del órgano corporativo permitirá un mayor crecimiento. Después se irán incorporando más profesionales que ayuden a cambiar la cultura. Esto corregirá, en gran medida, el déficit de productividad”, defendió.
"Introducir profesionales en los órganos de gobierno ayudará a las empresas familiares a ser más eficientes", Alejandro Escribá (Ivie)
Con él coincidió Juan Jordá, quien amplió el razonamiento con la siguiente reflexión: “Lo primero es entender cuáles son las virtudes que han convertido a otras Comunidades Autónomas en potencias en economía del dato. Una de ellas se basa en las ventajas estructurales, como el tamaño de sus empresas, pero también al hecho de tener una orientación más profesional y menos familiar. A todo ello hay que sumar una fuerte presencia en sectores proclives a la digitalización”, precisó. Entre los riesgos que existen en lo que a adopción de la tecnología se refiere, el profesor de la ESIC Business School detalló que “el principal reside en el temor a que la inversión en tecnología no tenga un retorno acorde al porcentaje deseado”. Sin embargo, quiso lanzar una pregunta a los que están preocupados por esta cuestión: “¿Puede una empresa estar tranquila si su competencia está incorporando esa tecnología, investigando con ella e incluso obteniendo beneficios?”.
Juan Jordá desgranó una fórmula basada en la experiencia que “puede funcionar para cualquier empresa”. Según indicó el experto, “cuando un fondo de inversión comienza a trabajar con este tipo de empresas, se dispara la inversión en tecnología. Los llamamos coloquialmente ballenas azules y traen mucho oxígeno. Entre sus medidas iniciales siempre está la gestión profesionalizada: aterrizan directores expertos en tecnologías con una mentalidad diferente a la que tenía la compañía”. Además, estas ballenas azules “buscan crecimiento en un plazo de tres a cinco años para luego salir y fijar su mirada en otro proyecto. Eso obliga a aumentar la eficiencia de forma rápida para ganar competitividad y consolidarse en el mercado”, enfatizó. En resumen, la receta tiene tres ingredientes: “Inversión, tecnología y talento”, subrayó.
Cómo terminar con la brecha en la economía del dato
La mesa redonda que cerró el encuentro se tituló ¿Está preparado el tejido productivo valenciano para dar el salto a nuevos modelos de negocio basados en datos? y contó con la participación de Ángela Pérez, directora Operaciones y VP de Desarrollo de Negocio en Health in Code Group; Inés Rosell, Head of Data & Analytics en S2 Grupo; Marcos Rozas, director de la unidad de negocio tecnológico de Grupo Gimeno; y Oriol Rebull, CDO de CaixaBank. La mesa estuvo moderada por el periodista de El Confidencial, Víctor Romero.
"La brecha real se produce entre unas empresas y otras. Concretamente, entre las que apuestan por el dato y las que no", O. Rebull (CaixaBank)
En primer lugar, Oriol Rebull orientó parte de sus intervenciones hacia una idea central: “Hay que poner en valor la necesidad de tener un buen gobierno del dato”, especificó. Así, el experto también advirtió de que se antoja imprescindible aportar “seguridad y privacidad, así como una IA responsable y un uso ético. Son cuestiones que deberían formar parte del ADN de las compañías”, reivindicó. “No olvidemos —continuó— que los derechos fundamentales de las personas deben estar siempre garantizados. Es una línea que la tecnología no puede atravesar. Y para conseguirlo, hay que trabajar bien desde el propio diseño”, remarcó. Este razonamiento le llevó a constatar que “la brecha, más allá de ser regional, se produce entre unas empresas y otras. Concretamente, entre las que apuestan por el dato y las que no lo hacen. Hay que dar el paso hacia el cambio cultural y asentarlo sobre cimientos fuertes, más que sobre las inversiones”, recomendó.
Ángela Pérez, cuya compañía utiliza los datos para realizar diagnósticos médicos a través de secuencias genéticas, se movió en los mismos términos que su compañero: “¿Cómo no seguir una tendencia que sabes que va a funcionar? A estas alturas no se puede considerar la IA, por ejemplo, como algo elegible, sino que es imprescindible”, advirtió. Respecto a las empresas que se acogen a la falta de talento o de capital para emprender el cambio de paradigma, defendió que es tan sencillo como contratar cuando no se conoce bien la tecnología y buscar dinero cuando éste se necesita, pero ya no se pueden obviar más los datos y la inteligencia artificial”. Para conseguir el mejor talento, aconsejó “tener proyectos específicos que atraigan la atención de los mejores profesionales y, sobre todo, tener un plan para cuando el talento decida irse”. En su opinión, “para poder contar con el número de profesionales cualificados que demanda actualmente el mercado, la universidad debe apretar mucho para adaptarse a una sociedad que cambia a gran velocidad”, señaló.
Por su parte, Inés Rosell aterrizó su mensaje detallando lo que suponen los datos para la compañía que representa y cuyo core es la ciberseguridad: “Desde nuestros clientes nos llegan 8.000 millones de datos al día relacionados con su seguridad. Esto es imposible de interpretar por un ser humano. Es ahí donde entran en liza los modelos que permiten poder gestionar el enorme volumen de información. Después, un equipo especialista conformado por profesionales humanos separa lo relevante de aquello que no lo es”, concretó. La Head of Data & Analytics en S2 Grupo aclaró que “cuando se habla de talento, la clave es el concepto trasversal, ya que el nuevo paradigma afecta a muchas especialidades distintas, cada una con su propia denominación”. Para captar este talento tan demandado, recomendó “trabajar en la propuesta de valor. Las nuevas generaciones, más que estabilidad económica, se fijan en otros factores, como la movilidad internacional. Los jóvenes profesionales quieren vivir nuevas experiencias y aprender, las empresas debemos adaptarnos en este sentido”, reconoció.
La última clave de la jornada llegó de la mano de Marcos Rozas, quien defendió el valor de “compartir datos”. “Es cierto que si necesitas información, la competencia no te la querrá regalar. Es un error y debemos cambiar la mentalidad en ese sentido porque, si compartimos datos, todos creceremos más”, remarcó. Eso sí, el experto también dejó claro que “aquel negocio que sea el primero en preparar una estructura que le permita elegir qué datos comparte y cuáles no tendrá una ventaja competitiva y será el lider. Hay que entender que muchas firmas que antes eran competidores serán partners muy pronto”, afirmó. Para concluir, el representante en la tertulia de Grupo Gimeno se mostró tajante en su reflexión final: “Es imposible mantener un negocio sin ser más eficiente. Las empresas cierran cuando no son sostenibles y rentables y, actualmente, la única palanca que tienen muchas empresas para conseguirlo es la digitalización. Por lo tanto, el problema no es la mencionada brecha, sino caer al fondo de la misma”, remató.
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