Es una dolencia de carácter crónico que no solo produce dolor de espalda, puede llegar a resultar incapacitante.
Más de 100.000 personas sufren en España la espondilitis anquilosante, una enfermedad autoinmune que se diagnostica de forma tardía, sobre todo en jóvenes, y que puede llegar a dejar al paciente en silla de ruedas.
Con motivo del Día Mundial de la Espondilitis anquilosante (4 de mayo), la Sociedad Española de la Columna Vertebral alerta de la importancia de la detección precoz para evitar la evolución de la patología hacia sus estadios más graves.
El diagnóstico no es sencillo pues las radiografías pueden ser inicialmente normales e incluso cuando generan fracturas de columna pueden pasar inadvertidas, explica este viernes la sociedad médica.
La espondilitis anquilosante es una dolencia de carácter crónico que va mucho más allá que un simple dolor de espalda y que pueda llegar a resultar incapacitante.
Se caracteriza por un proceso inflamatorio que afecta a toda la columna vertebral y comienza por las articulaciones sacroilíacas (las que unen la pelvis con la parte inferior de la columna).
Se estima que la padecen en España más de cien mil personas, sobre todo personas jóvenes, y uno de los factores más decisivos para su evolución es el diagnóstico precoz, razón por lo que los cirujanos de la Sociedad Española de la Columna Vertebral GEER recomienden estar muy atentos.
“El dolor lumbar prolongado sin causa justificada en una persona joven debe hacer sospechar sobre la posibilidad de padecer espondilitis anquilosante”, explica su presidente, Luis Álvarez Galovich.
Detectar precozmente la enfermedad e iniciar pronto el tratamiento es crucial para evitar las secuelas más graves de esta enfermedad, que puede llegar a dejar al paciente en silla de ruedas.
"Cuando llegan los pacientes al reumatólogo, encargado de su diagnóstico, a veces es tarde. Acuden tras malinterpretar sus síntomas como meros dolores de espalda con los que se han acostumbrado a convivir, pese a que la afección que supone a sus actividades cotidianas en un momento además clave de sus vidas en el que están finalizando sus estudios o iniciando su carrera laboral", añade la nota.
La evolución de la enfermedad es por lo general lenta y alterna períodos asintomáticos con otros inflamatorios.
Son factores de peor pronóstico el inicio muy temprano de la enfermedad, durante la adolescencia, la afectación severa en los primeros diez años y la escasa respuesta al tratamiento con antiinflamatorios.
"La buena noticia es que los nuevos tratamientos biológicos han mejorado el pronóstico de esta enfermedad cuando los antiinflamatorios no resultan eficaces, reduciendo el porcentaje de pacientes en los que la capacidad funcional queda severamente afectada, porcentaje que se estimaba en el 20%", concluye.
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