¿Hay algo de verdad en el reiki? Lo que dice la evidencia científica sobre esta pseudoterapia


         ¿Hay algo de verdad en el reiki? Lo que dice la evidencia científica sobre esta pseudoterapia

El reiki se basa en un concepto, la 'energía vital', que es ajeno al método científico. Por ello, no tiene base científica y no parece que sea más efectivo que el placebo.

Durante años, el reiki ha ido instalándose lentamente en España. Existe incluso una federación nacional, que según afirma cobija a más de 5.000 federados. Y es un negocio lucrativo: el precio de una sesión de reiki oscila entre los 25 y los 45 euros, según el portal Cronoshare. Hace algunos años, llegó incluso a colarse en hospitales públicos de toda nuestra geografía, lo que motivó la intervención de las autoridades en comunidades como Madrid.

Fuertemente ligado al esoterismo, el reiki es una misteriosa 'disciplina' basada en ciertas ideas provenientes de filosofías orientales sobre la 'energía vital' y que promete sanar diversas dolencias a través de la imposición de manos. Sus practicantes a menudo usan términos de culturas asiáticas radicalmente diferentes entre sí (cosas como chakras, proveniente del entendimiento hinduista del cuerpo humano, o qì, un concepto básico del taoísmo) y colorean las sesiones con incienso y música new age. Como era de esperar, la comunidad científica tiene, por decirlo suavemente, algunas reservas al respecto.

Lo que dice la ciencia

La evidencia científica es prácticamente unánime en señalar que el reiki no es eficaz frente a ninguna dolencia o enfermedad, razón por la que el ministerio de Sanidad lo incluye en su Plan para la Protección de la Salud frente a las Pseudoterapias y por la que la Universidad de Oxford lo emplea como ejemplo de las pseudociencias en el área de la psiquiatría.

Para empezar, el mecanismo postulado por el reiki para explicar su acción se basa en un concepto filosófico (el ) y no científico, y por ello tanto el reiki como más ampliamente las denominadas como 'terapias de energía' no pueden tener una base científica.

A pesar de ello, los defensores de la técnica han intentado probar su eficacia frente al placebo en ciertas investigaciones, e incluso el ingeniero químico convertido en maestro de reiki David E McManus reunió muchas de ellas en una revisión publicada en 2017 en el medio Journal of Evidence-Based Complementary & Alternative Medicine.

Paradójicamente, argumenta el biólogo y comunicador de la Universidad McGill (Canadá) Jonathan Jarry, los trabajos recopilados en dicho artículo ilustran los problemas habituales en la literatura destinada a probar lo improbable (en este caso, las bondades de las pseudoterapias): falta de seguimiento, grupos pequeños (y por tanto, datos ruidosos) y la medición de un gran número de parámetros, de tal manera que al menos uno ofrezca un resultado favorable por casualidad.

Por el contrario, existen muchos estudios que sí han abordado la cuestión de manera seria y han encontrado que no es efectivo en el tratamiento de ninguna enfermedad (no más que el efecto placebo). Así lo expresa, por ejemplo, uno publicado en Oncology nursing forum en 2011 que comparó el reiki con un placebo en pacientes oncológicos.

El experimento de una niña de nueve años

Ya en 1998, The Journal of the American Medical Association publicó una de las demostraciones más llamativas de la ineficacia del reiki de la mano de Emily Rosa, una niña de tan sólo once años de edad de Colorado (Estados Unidos) que había llevado a cabo un experimento sobre la pseudoterapia como proyecto científico para el colegio.

Según reportó en su día Gina Kolata para el medio norteamericano The New York Post, Rosa concibió el estudio cuando tenía nueve años de edad. Por aquel entonces, el reiki se encontraba en auge en Estados Unidos; se enseñaba en universidades prominentes y se practicaba en centros médicos.

Lo que Rosa quiso comprobar es si estos 'terapeutas' eran capaces de detectar un 'campo de energía vital', y para ello diseñó un método tremendamente simple. Consiguió reclutar a 21 terapeutas, les colocó delante una pantalla opaca a través de las cuales podían pasar las manos pero que les impedía ver, y colocó su mano sobre la izquierda o la derecha de cada sujeto (sin tocar) alternativamente echándolo en cada caso a cara o cruz. Los participantes debían, entonces, identificar dónde estaba la mano de la... {getToc} $title={Tabla de Contenidos}

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