El atractivo inigualable de la nieve puede conllevar graves riesgos para aquellas personas que la ven como un simple divertimento. En la montaña madrileña, donde cada fin de semana se reúnen cientos de curiosos y la gente busca un momento de desconexión en la naturaleza en su momento más invernal, las pérdidas de orientación, caídas y hasta desenlaces fatales, como la muerte, no son algo demasiado inusual. Además de tener en común la falta de preparación, los protagonistas de estas desgraciadas historias también tienen en común el auxilio que reciben por parte de los servicios de rescate.
Joaquín Malo es el referente voluntario del Equipo de Respuesta Inmediata en Emergencias (ERIE) de Cruz Roja, apostado todos los fines de semana y días festivos en el entorno de la Sierra de Guadarrama: "Cubrimos una zona bastante extensa que llega hasta Navacerrada, los puertos de la zona, Cotos, la Bola del Mundo, la Maliciosa, La Pedriza y parte de Cercedilla", introduce.
A pesar de que no hay un perfil concreto de personas que acuden a ver o pasear por la nieve el fin de semana, Malo sí afirma que la gran afluencia de público a estos enclaves hace que las posibilidades de un accidente aumenten. En este sentido, los niños son las personas que más suelen encontrarse en apuros: "Vemos muchas caídas por resbalones, que no suelen ser complicados, pero también algunos traumatismos que pueden llegar a ser muy peligrosos en un entorno como la montaña", explica.
Por concretar, estos domingueros que buscan su recuerdo en la nieve invernal adolecen de la preparación necesaria para enfrentarse a una jornada en la que, quizá y sin quererlo, tengan que poner a prueba su capacidad física. "No hay que olvidar que estamos en un entorno muy cambiante, donde la meteorología juega un papel crucial y estamos expuestos a fenómenos muy adversos", añade el especialista.
Aunque parezca de perogrullo, Malo se ha encontrado personas en mitad de la montaña helada sin la ropa adecuada, lo que ha desembocado en no pocas hipotermias que, si no fuera por la pronta respuesta del equipo de rescate, podrían llegar a ser mortales. “A todos los traumatismos que uno pueda sufrir hay que tener en cuenta el frío, lo que complica todo”, dice.
Los peligros del trineo
A nadie se le escaparán las agradables y fantasiosas imágenes de pequeños tirándose colina abajo con un trineo. Pues bien, esta actividad no está exenta de riesgos: "La gente no lo sabe, pero se trata de una actividad muy peligrosa que, de manera habitual, desemboca en accidentes serios", continúa el voluntario del ERIE. Cabe recordar que la montaña es un espacio abierto a cualquier persona, con o sin preparación, pero que siempre llama la atención de quien la visita.
"Lo que hacen normalmente es llamar al 112, el número de emergencias de referencia. Ahí seleccionan qué equipo les debe auxiliar, dependiendo de lo que haya sucedido", relata Malo. En ese momento es donde entran ellos en el juego. "Organizar los equipos de salvamento lleva su tiempo. Hay que medir bien qué ha ocurrido, cuántas personas hacen falta para el rescate y elegir el material específico que necesitaremos", apuntilla.
Se pone serio. La cuestión de las hipotermias no es baladí, reitera. Apenas hace un par de años dos personas se perdieron en la montaña. La noche se les echó encima y el equipo no llegó antes de que se pusiera el sol. La oscuridad fue mortal para una de ellas y la otra fue hallada poco después con una hipotermia severa.
Pero hay de todo, comenta. En la zona de la Maliciosa, hace algún tiempo, el desprendimiento de la nieve hizo que una persona se desplomara 100 metros ladera abajo, justo en aquellas que ya dan a Segovia. "Esas caídas son fatídicas", dice al respecto.
Llega el equipo de rescate
No tanto para evitarlo, sino para remediar la situación está Malo y su equipo. Considerados un equipo auxiliar de los poderes públicos, todos sus voluntarios han recibido una formación sanitaria y de montaña de aproximadamente año y medio. "Nosotros apoyamos a la Guardia Civil y a Bomberos, que son los responsables del rescate", informa. Actualmente, el equipo lo forman 50 voluntarios que realizan guardias presenciales todos los fines de semana y días festivos, unas guardIas que alcanzan las 12 horas de duración.
En torno a ocho voluntarios forman la dotación que cada día está pendiente de cualquier aviso de emergencia. Se valen de tres vehículos: dos todoterrenos que les facilitan el desplazamiento por la mayor parte del terreno que vigilan y una ambulancia, también todoterreno, preparada para entornos como la montaña nevada.
Los accidentes que se sufren en estas latitudes tan altas suelen ser desgarradores. Así lo ilustra el propio Malo: "Lo más complicado que recuerdo fue el choque entre un trineo con un niño pequeño y una máquina de nieve artificial en una pista de esquí, que tuvo un desenlace fatídico, aunque sobrevivió". Este ejemplo, protagonizado por un chico de cuatro años, también provoca una presión a nivel emocional para el equipo de rescate: "Recuerdo que se fracturó el cráneo y la zona que cubre el cabello se le levantó hacia arriba, era algo muy grave".
Valiéndose de sus vehículos y su gran conocimiento del terreno llegan hasta los accidentados, pero la intervención solo acaba de comenzar. "Nuestros materiales principales son unos crampones y lo que llamamos una camilla percha, que se despliega y llevamos entre los rescatadores con el cuerpo del paciente", recalca Malo. Se trata de situaciones que pueden llevar unos 10 minutos, pero también hasta dos horas de "percheo", por lo que el equipo de rescatadores debe estar preparado para realizar relevos.
Por otro lado, el ERIE también atiende a personas accidentadas dentro de las pistas de esquí privadas, aunque solo cuando el equipo propio que tienen las mismas pistas se lo requieren. Pese a que suelen ser zonas bastante seguras, también hay algunos tramos que se entremezclan con las rutas abiertas por las que caminan los viandantes. Nada se les escapa.
Miedo por la noche
La noche no suele ser una buena aliada para aquellos aventureros que se adentran en la montaña. De nuevo, la falta de preparación puede jugar una mala pasada: "Es muy típico eso de empezar una caminata e ir viendo cómo se pone el sol. De repente, entra el pánico, el miedo, el cansancio, y uno se queda bloqueado", comenta al respecto. Por suerte, la gente que suele quedarse a dormir en las montañas de Madrid durante los gélidos inviernos, según la ley siempre sin una tienda de campaña, son personas más preparadas.
"Hay muchísimo insensato. La gente no se prepara, ni físicamente ni técnicamente", incide este voluntario de Cruz Roja. En este sentido, resulta crucial proteger los terminales móviles, tener algo con lo que iluminar y reservas para comer y beber, así como cubrirse con ropa seca y preparar muy bien la ruta.
Entre las principales recomendaciones que Malo prioriza está notificar a alguien la actividad que vas a hacer, hacia dónde te vas a dirigir y el tiempo que calculas que vas a tardar. De esta forma, ante un largo retraso, dicha persona podrá alertar a los equipos de emergencias con las indicaciones más precisas. "Y lo del móvil, eso es imprescindible. La localización del WhatsApp ha salvado muchas vidas, más de lo que una persona alejada de este mundo puede imaginar", concluye el especialista.
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