La salida de Lluís Llach eleva la presión sobre Puigdemont para tumbar la ley de amnistía

La salida de Lluís Llach eleva la presión sobre Puigdemont para tumbar la ley de amnistía

La marcha de Lluís Llach del Consell de la República, la manera en que se ha explicitado y la distancia que el cantante ha puesto con Carles Puigdemont elevan aún más la presión sobre el expresident para tumbar el proyecto de ley de amnistía. La dimisión de Llach y sus declaraciones a favor de una lista alternativa para el independentismo ponen a Puigdemont ante una revolución de los más radicales del movimiento, cuyos signos ya llevaban meses produciéndose.

Esas primeras señales habían acontecido en los grupos parlamentarios. Primero fue la exconsellera Clara Ponsatí, que abrió fuego contra Puigdemont el pasado mes de julio en el Parlamento Europeo acusándole de mentir a las bases. Luego fueron las diputadas en el Parlament Aurora Madaula y Cristina Casol, ambas del entorno de Laura Borràs. Madaula está de baja por depresión y Casol ha terminado expulsada en el grupo mixto.

JxCAT quiere operar como un partido, pero es más bien un movimiento. Ponsatí no militaba, pero se había presentado por Junts en las europeas. Las tres, Madaula, Casol y Ponsatí buscaron a la formación, pero podrían estar en la CUP. Igual que Llach, que siempre ha mostrado su simpatía por los anticapitalistas. Es el ala octubrista, donde también se encuentran Laura Borràs, Quim Torra o el exvicepresidente del Parlament Josep Costa. El drama es que todo apunta a que los más puigdemontistas ya no caben en JxCAT.

La ANC, a través de la militancia en la calle, conecta con ese sector de JxCAT más que cualquier otro. Por eso quieren impulsar una lista alternativa para captar esa abstención. Se calcula que hay medio millón de votos independentistas desencantados que se ha ido a la abstención. En teoría, esos votantes no quieren indultos, ni amnistía, ni pactos con Pedro Sánchez. Como Lluís Llach, se van a casa.

Marisol Hernández

Fuentes cercanas al Consell, no obstante, aseguran que detrás de la dimisión también hay razones personales. Que Llach se aburría en el Consell y que no había encontrado su papel en este organismo.

Como Carles Puigdemont aspira a ser reelegido presidente del Consell de la República, en una entrevista hace una cierta autocrítica reconociendo que no se ha conseguido unir al independentismo y coincide con Llach: “Con esta reestructuración institucional, centraremos todas nuestras fuerzas en la acción y no tanto en la creación de códigos y reglamentos, muy importantes y necesarios, pero que pueden alejarnos de la ciudadanía. Confío en que con el nuevo plan de gobierno, si soy presidente, la gente entenderá que esta etapa pasada era necesaria”.

Desconexión

Pero la gente ha desconectado del Consell. Las inscripciones llevan tiempo estancadas en los 103.000 socios y la falta de transparencia para ver si son reales no es precisamente la ideal. En las últimas votaciones, la participación fue muy baja, entre 4.000 y 6.000 votos.

Cuando la votación es contraria a Puigdemont, como pasó cuando el 76% de los participantes se pronunció por bloquear la formación de Gobierno y facilitar una repetición electoral, el expresident replicó que esa era una cuestión de JxCAT, donde por cierto Puigdemont carece de cargos orgánicos. Pero así es el fugado: cuando le conviene se pone el gorro del Consell y cuando se ve con Santos Cerdán, lo hace bajo el paraguas de Junts.

A un sector del independentismo les parece que Puigdemont da prioridad a JxCAT

“Creo que la función más importante que le queda como presidente en el exilio es terminar su trabajo. De hecho, se lo exijo. Por encima de Junts, si es necesario”, aseguró Lluís Llach en la entrevista en Vilaweb donde ha confirmado su baja, que se efectuó hace más de un mes. Muchos soberanistas ven a Puigdemont más cerca de JxCAT que de las bases del movimiento.

Exigencias

Ese colectivo desconfía de la nueva estrategia de Puigdemont. El último informe de la entidad independentista Catalan Global Institute, con sede en Suiza, considera que “otro elemento es el cambio de la hoja de ruta, de tener esta un carácter unilateral a buscar el diálogo con España como única vía posible”. Dicha renuncia a la unilateralidad provoca reticencias entre muchas de las bases del soberanismo.

El estudio reconoce que a cambio de renunciar a la unilateralidad se consigue la ley de amnistía. Ahora, dicha ley se queda en el limbo, como mínimo hasta las elecciones gallegas. La secuencia lógica si se acaba tumbando la ley de amnistía será vetar los presupuestos generales del Estado y luego la legislatura entera. Puigdemont habrá perdido su ala radical y JxCAT se quedará además sin su única baza ganadora. Pase lo que pase, mal encaje para una salida.



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