La de la Finca Loma Verde es una historia de cuñaos. Pero de cuñaos "no en sentido peyorativo". Es la ilusión de convertir en negocio un plato de Nochebuena con el que las hermanas Cantero agasajan a su familia cada 24 de diciembre. Una delicatessen que tiene un ingrediente principal: el capón. Un pollo castrado de pequeño que alcanza los cinco kilos de peso y sobre el que gravita un proyecto empresarial "honesto" basado en la "avicultura sostenible".
Su crianza en una finca de la sierra gaditana se ha convertido en todo un fenómeno mediático, en parte, por la singular alimentación que reciben las aves. Y es que los ya conocidos como pollos pata negra o pollos 5J tienen en su dieta bellotas, aceitunas, espárragos, granadas o membrillos. Comida que convierte este manjar en un "disfrute" que, gracias a la economía digital, cuenta con clientes en muchas partes del país: "Madrid, Asturias, Cantabria, Albacete, Barcelona, toda Andalucía...".
Pero Finca Loma Verde también es una nueva etapa vital para un ejecutivo de una gran multinacional que dejó atrás su etapa en los consejos de administración para ejercer como comercial. Vicente Moreno, expresidente y consejero delegado de Accenture, ahora recorre pollerías y negocios de restauración para ofrecer capones y pulardas.
La granja avícola lleva el apellido Cantero y los nombres de Marisa y Maite. Estas hermanas son el corazón de un negocio en el que sus maridos son socios. "Nosotros las acompañamos", comenta Vicente, que se define como uno de los cuñaos.
Cada matrimonio suma el 50% en una empresa con poco más de un año y medio de vida, donde otros miembros de la familia tienen sus funciones. Teresa, la hija de Marisa, se encarga de las redes sociales. Y su hermano Eduardo es quien prácticamente dirige la granja. Bueno, para ser sinceros, es algo más. Es su alma. Un veinteañero apasionado por el campo, estudiante de Ingeniería Agrícola y con un grado técnico en ganadería y asistencia sanitaria animal, que "arrastró" al resto hacia un proyecto ilusionante, pero condicionado por la incertidumbre que en la actualidad acecha al sector primario.
La mayor inversión fue para comprar la finca de cuatro hectáreas que los socios adquirieron entre los municipios gaditanos de Algodonales y El Gastor. Un lugar "precioso", en plena naturaleza, "perfecto" para desarrollar una avicultura sostenible en la que los pollos se crían "en total libertad". Con la compañía de Argos y Vigía, dos mastines con cierta pachorra en sus andares, pero de ladrido resonante, que ejercen de guardaespaldas frente a las rapaces que acechan en la zona.
Este proyecto ha llevado a Vicente Moreno a adentrarse en un camino desconocido: recorrer mercados para vender el producto
Es de los pocos ruidos que se escuchan en la finca, porque los pollos dejan de cantar cuando son capados. "Dicen que esa es la causa del origen de los capones, en la Antigua Roma, porque molestaba el canto mañanero de los gallos".
Este escenario cuasi idílico, donde la lluvia es regular y en el que la flora se abre paso, proporciona una alimentación natural que deja su huella en el sabor. "Aceitunas, espárragos, bellotas, mandrágoras, alcaparrones... Y hemos plantado granados y membrillo", enumera Vicente, que explica a El Confidencial que los productos que están comercializando son "un disfrute" para el paladar y se prestan a la liturgia de los apasionados por la gastronomía.
"Nuestros capones y pulardas son para los que quieran dedicarle tiempo a cocinar", que "el producto sea un aliciente para pasar tiempo con los amigos y la familia", ahonda el empresario, antes de confesar que "he aprendido a apreciar más la comida".
El otrora gran ejecutivo remarca que este proyecto quiere ser, ante todo, "honesto". Y eso pasa, en gran parte, por ser cuidadosos con el medio ambiente, huir del modelo de explotación intensiva y dar un trato respetuoso a las aves hasta el fin de sus días.
El sacrificio se realiza en un matadero "artesanal" de Conil de la Frontera. "Uno a uno, a mano, y en seco", por lo que la retirada de las plumas no se hace introduciéndolos en agua hirviendo, lo que preserva el gusto de la carne.
"Acumulan una grasa infiltrada que les da un sabor especial". "Es exquisita, jugosa, sabrosa", destaca Vicente Moreno, mientras pone en práctica sus dotes de vendedor. Porque esta apuesta no solo le ha llevado a adentrarse en una nueva experiencia vital, sino también a emprender un camino profesional desconocido.
De presidente a comercial
En 2016, cuando abandonó la presidencia de Accenture para España, Portugal, África e Israel, los consejos de administración de la multinacional dieron paso a un trabajo enriquecedor en distintas fundaciones. Pero posiblemente no imaginó que con el tiempo acabaría visitando pollerías y otros negocios del sector de la alimentación para ofrecer los productos de Finca Loma Verde.
"Mi función en la empresa es encargarme del marketing, pero también ejercer de comercial". Algo que "me gusta" porque "es muy distinto" a lo que había hecho hasta ese momento. "Me reúno en el mercado" con los potenciales clientes, "les explico cuánto cuesta el kilo", "las peculiaridades de nuestras aves"... "Es divertido", confiesa alguien que estuvo 30 años en una gran empresa y que ahora disfruta "con la familia de una divertida aventura".
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Eva M. Rull
Vicente reconoce que "no sabía nada de esta industria" y que "ha sido un cambio radical", pero ha encontrado en la avicultura la satisfacción de "hacer algo distinto".
Relata que el boca a boca y la interacción positiva de los primeros clientes han sido muy importantes para el crecimiento paulatino del proyecto, sobre todo porque "no nos conocía nadie, ni sabíamos cómo darnos a conocer".
"Es un mundo difícil, con varias marcas asentadas que ofrecen el producto cocinado", pero eso no impidió que en las Navidades pasadas vendiesen los 300 capones que criaron. Para este año, siguiendo el consejo de algunos expertos, decidieron cambiar de raza y optaron por la estirpe label de Las Landas. El lote se amplió a 500: 200 pulardas —que ya se han vendido— y 300 capones —de los que únicamente quedan 50—.
Actualmente, están utilizando la mitad de la finca —en la que se ubican tres naves, un silo de pienso natural de complemento y un cuarto de sanidad— y en esta superficie se podrían criar hasta 1.500 pollos. El margen de crecimiento es evidente. Aunque la familia no quiere arriesgarse a una muerte por éxito, por lo que un aumento de la producción estará muy planificado para que no suponga una pérdida de calidad.
Vicente afirma que el impacto mediático que están teniendo ha impulsado las ventas a través del comercio electrónico y que el siguiente paso de la empresa es penetrar en la restauración, proveyendo a restaurantes que quieran incluir en su carta el producto. De momento, saborean las mieles de un pequeño éxito que desean prolongar. "Esto es un disfrute".
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