Barcelona tiene un grave problema con las palomas. De la idílica imagen de Plaza Cataluña, el centro de la ciudad, llena de turistas y niños que dan de comer de la mano a las palomas, se ha pasado a un auténtico enjambre de aves insanos que se lanzan sobre locales y foráneos en busca de un alimento cada vez más escaso.
Según el Ayuntamiento de Barcelona, la ciudad convive con una "sobrepoblación de palomas", que cifran en aproximadamente 85.000 ejemplares dentro del área urbana y consideran que "puede llegar a ser un problema de salud pública". Muchas de esas aves están enfermas y la autoridad municipal alerta de que pueden transmitir patógenos zoonóticos a los humanos.
El riesgo de transmisión de enfermedades es más grave porque el problema ha pasado del cielo de la ciudad a las casas y los balcones de la gente. Personas que se enfrentan a una auténtica tortura de limpiar excremento de estos pájaros de sus viviendas a diario. Y no uno, o dos, como el que puede manchar el capó de un coche, sino que las palomas colonizan esos balcones para hacerlos suyos.
Mari Carmen López se ocupa de cuidar el piso de su padre mientras este está de viaje: "Es una auténtica barbaridad, cada día que iba tenía que dedicarme a rascar el suelo y los armarios y a quitar el nido". Explica que las palomas se habían adueñado por completo del espacio: "Traían todo tipo de palos y hasta pusieron huevos en el balcón, y aunque lo quitase, a las pocas semanas volvían a construirlo".
En el área metropolitana de Barcelona, son muchas personas las que se encuentran en esta misma situación y un colectivo muy numeroso son los mayores que se tienen que dedicar a limpiar a diario sus balcones, que colonizan estos animales. Mari Carmen probó de todo: molinillos de viento metalizados que hiciesen ruido, CD colgados con un hilo y hasta un búho de plástico que moviese la cabeza. Nada funcionó. La única solución que ha encontrado a su problema ha sido tapar la salida del aire acondicionado con una reja y sembrar todas las entradas al balcón con pinchos contra las palomas.
Pilar P. está jubilada y vive en un ático a la altura de un quinto piso. Ella ha encontrado una solución imaginativa: ha colgado dentro de su balcón bolsas de plástico de supermercado para conseguir ahuyentar a estos animales. "Probé con cintas de colores, pero no servían de nada, ahora con este parapeto las palomas siguen viniendo, pero cuando se van a posar el ruido de la bolsa las asusta", argumenta. No es la solución más estética, pero sí la más útil. "Incluso por la noche, a las 11, escuchaba como estaban ahí, dormían allí, era su casa, me asomaba y las encontraba encima del aire acondicionado", relata Pilar.
Menos palomas en 5 años
El Ayuntamiento de Barcelona no ha querido hacer declaraciones más allá de lo explicado en su página web, donde aseguran que, a través del Servicio de Ecopatología de Fauna Salvaje (SEFaS), quieren llegar a gestionar la población de palomas mediante el suministro de granos de maíz con nicarbacina. Esta sustancia química impide que las palomas se reproduzcan, porque evita la formación de la yema del huevo y les produce una infertilidad reversible. Con este tratamiento, que ya se ha probado en ciudades como Génova (Italia), el ayuntamiento espera reducir entre el 20% y el 30% de la población de palomas solo en el primer año, y casi el 80% después de cuatro o cinco años.
Pero no todo el mundo está contra estas aves. El Refugio Puro Amor es una asociación que se dedica a rescatar animales como palomas o ratas. Esta protectora de animales urbanos tacha las medidas de los ayuntamientos de "desaprovechamiento de recursos" e "inviables" porque, tras muchas pruebas, ninguna intervención ha supuesto una reducción de la población de aves que justifique la inversión. "No existe ningún estudio científico que apoye que las palomas son una plaga, ni que hay sobrepoblación, o que sea necesario controlarla, por eso, los controles de los ayuntamientos tienen poco sentido y utilidad", exponen los representantes de Refugio Puro Amor.
En Tarragona se comen el grano
Otro de los ayuntamientos que están teniendo muchos problemas con las palomas es el de Tarragona, que ya ha aplicado medidas concretas para reducir la población. Solo en el puerto de la ciudad, en 2022, se censaron alrededor de 15.000 palomas. En la infraestructura portuaria se almacenan cereales y la autoridad ha tenido que reforzar las medidas para evitar el acceso de estos animales al grano. Además, cuando los silos se vacían, los operarios están obligados a limpiar a la perfección cualquier residuo para evitar la proliferación de estas aves.
Según algunas informaciones publicadas por la prensa local, el ayuntamiento de la ciudad ha capturado 28.850 animales en tres años y están empezando a multar a las personas que dejan nidificar en sus casas.
Pese al incremento de los esfuerzos, el consistorio busca más alternativas para atajar este problema. Una de ellas, según el Diario de Tarragona, supone una inversión de 128.000 euros anuales, para la colocación de jaulas de captura en los tejados de edificios, la mayoría públicos, para retener a los animales. Una vez apresados, una empresa privada retira los animales de las jaulas cada dos días y un veterinario los evalúa para comprobar si están enfermos, normalmente por parásitos o pulgas, y en ese caso son sacrificados. La mayoría lo son.
Las jaulas están dotadas de agua y comida para los animales y están colocadas de manera discreta para que no las boicoteen. El Refugio Puro Amor mantiene que un proceso así no tiene garantías reales porque "no tiene sentido que la misma autoridad que invierte en eliminar población es la que luego se encargue de recuperar o salvar los ejemplares", ya que "las prioridades son obvias".
Gaviotas depredadoras
Además de las 85.000 palomas, la ciudad de Barcelona se enfrenta a un segundo problema: las gaviotas. Estos animales, que tradicionalmente se limitaban a las zonas de playa o costa, se están volviendo cada vez más urbanos y los ataques a las personas ya no son una anécdota, sobre todo en verano. Las gaviotas están obligando al ayuntamiento a tomar medidas, por lo menos en cuanto al urbanismo de la ciudad. Se han desplegado papeleras "antigaviotas" para evitar que puedan alimentarse de los residuos, y de esta manera, acabar con la invasión de estas aves omnívoras en las inmediaciones de mercados y tiendas de alimentación.
No solo las personas están notando este auge de la presencia de las gaviotas en la ciudad, también los otros animales se ven amenazados, incluidas las palomas, a las que matan a picotazos y se comen en mitad de la calle. "Es ir andando y encontrarte el suelo lleno de vísceras, es muy desagradable", explica Ferran T., un joven que cruza Barcelona a diario para ir a la universidad.
Desde el Refugio Puro Amor explican que las gaviotas en el entorno urbano representan un depredador para animales como las ratas y las palomas, pero que para los humanos suponen un riesgo "ínfimo" como cualquier otro animal urbano. Sin embargo, sí que reconocen que el mayor riesgo para las personas es "la inhalación de una gran cantidad de polvo de excremento en suspensión".
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