Por qué es más fácil beber agua en Cádiz que en Sevilla: "Es una cuestión de salud pública"

Por qué es más fácil beber agua en Cádiz que en Sevilla:

Con solo diez minutos caminando junto al Guadalquivir, el calor del verano sevillano se hace imposible de ignorar. No sopla ni una brisa y la sombra brilla por su ausencia. Al girar hacia la Avenida de la República Argentina antes de llegar a la Torre del Oro, tampoco encuentras ni refugio ni agua. Entonces te preguntas: ¿Qué opción queda? La respuesta está en los bares y otros espacios privados.

Esta no es una experiencia exclusiva de la capital andaluza, ni siquiera de España. Se trata de una carencia estructural de las principales ciudades europeas, que carecen de una red planificada y equitativa de fuentes de agua potable. “La disponibilidad de agua potable, pública y gratuita debería ser un derecho esencial inalienable, además de un eje fundamental en la lucha contra el cambio climático”, defiende Ana Terra Amorim, investigadora postdoctoral en el Basque Centre for Climate Change (BC3).

Pese a ello, en muchos distritos de las ciudades más pobladas de España, encontrar una fuente pública requiere caminar bastante más de lo razonable. En zonas periféricas, rurales o con baja densidad de población, este acceso se complica todavía más.

Aun así, hay distritos plenamente urbanizados, como Macarena, en Sevilla, donde el 63,4% de la superficie dista más de 300 metros del punto de agua más cercano. En Carabanchel, el distrito más poblado de Madrid, hay menos de cuatro fuentes por cada 10.000 habitantes, mientras Barajas tiene 23, lo que evidencia la brecha en el acceso al agua incluso dentro de la misma ciudad.

Barcelona lidera en fuentes por habitante, con 10,4 por cada 10.000 personas. Pero no solo importa la cantidad: el entorno, el mantenimiento y la accesibilidad también condicionan su uso. Aunque Madrid es la ciudad española con más fuentes, con 2.250, el 2,7% se encuentran cerradas temporalmente o fuera de servicio, lo que sitúa la cifra en 2.189, según los últimos datos del portal de datos abiertos del Ayuntamiento de la capital.

El modelo a replicar

Más allá de su número, la distribución de las fuentes debe seguir unos criterios estratégicos como la frecuencia de uso, la accesibilidad, las condiciones climáticas y el mantenimiento, que son necesarios para asegurar la eficiencia de este modelo. “El caso de Cádiz es paradigmático porque se logró una ordenación real de las fuentes. La clave es no tener que buscar las fuentes, si no que te vayan encontrando”, afirma Luis Babiano, gerente de la Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento (AEOPAS), entidad que engloba a 71 operadores públicos de agua.

El ‘modelo Cádiz’, desarrollado por AEOPAS y la empresa municipal Aguas de Cádiz, parte de una planificación detallada que garantiza que cualquier punto de la ciudad esté a menos de cinco minutos a pie de una fuente de agua potable. La red prioriza zonas con alta afluencia de peatones y ciclistas, áreas turísticas y barrios con población vulnerable. Además, se apoya en un nuevo diseño de fuente que facilita las labores de mantenimiento y limpieza, además de mejorar el acceso para personas con diversidad funcional.

Como resultado, el número de fuentes de la ciudad pasó de 67 a 110 en 2022, es decir, nueve por cada 10.000 habitantes. El proyecto también contempla su ubicación en zonas con sombra, no solo para incentivar su uso, sino para garantizar la calidad del agua, especialmente en verano. “Colocar una fuente en una plaza cementada y al sol es un error”, advierte Olazabal. “El agua puede alcanzar temperaturas elevadas que suponen un riesgo para la salud, al favorecer, por ejemplo, la aparición de legionela”, explica.

Más allá de la necesidad

Asimismo, en lugar de reforzar el acceso óptimo a este recurso básico en un contexto de olas de calor, picos de demanda y sequía, muchas instituciones optan hasta por restringirlo. “La respuesta más habitual ha sido cortar el suministro en fuentes públicas, en lugar de analizar qué sectores concentran mayor consumo de agua y podrían asumir una reducción más justa”, explica Marta Olazabal, investigadora asociada en la misma institución.

“Hemos ido olvidando la función social fundamental del acceso a puntos de agua, que en episodios de ola de calor pasa a ser una cuestión de salud pública”, admite Julia Martínez, directora técnica de la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA). El sistema MoMo (Monitorización de la Mortalidad diaria) del Instituto de Salud Carlos III estima que desde el 16 de mayo al 23 de julio de este año se han producido 1.413 fallecimientos atribuibles al calor en España. La mayoría de estos casos son descompensaciones de enfermedades previas agravadas por las altas temperaturas, aunque también se han registrado al menos diez muertes directamente vinculadas a golpes de calor, como la de una trabajadora del servicio de limpieza de Barcelona que falleció tras sufrir uno al finalizar su turno.

Además de para quienes trabajan a pleno sol, las fuentes de agua potable son vitales para transeúntes y turistas. El cambio climático ya está alterando los patrones de la demanda en el sector turístico: mientras que en 2016 la mitad de los viajeros internacionales llegaron a España entre junio y septiembre, en 2024 este porcentaje cayó al 46,8%. Según un estudio de BBVA Research, en el escenario de calentamiento global más severo, la demanda turística en España podría disminuir hasta un 7% a finales de siglo, con especial impacto en las zonas costeras del Mediterráneo.

Martínez advierte del alto impacto ecológico del agua embotellada por la gran cantidad de residuos plásticos altamente contaminantes que genera. “El uso sostenible del agua pasa por priorizar el consumo de agua del grifo frente a la embotellada. Para ello, es esencial disponer de puntos públicos donde rellenar botellas reutilizables”, señala Martínez.

No solo por la sed

Las fuentes públicas de agua potable son un ejemplo de infraestructura azul, concepto que engloba elementos hídricos urbanos como ríos, lagos y estanques. Combinadas con la infraestructura verde –parques, jardines o arbolado–, contribuyen a reducir la temperatura en las calles mitigando el efecto isla de calor y mejorando la calidad de vida en las ciudades. “El agua, bien usada, puede tener un papel increíble en los nuevos desarrollos urbanos, creando paisajes sonoros donde el suave murmullo del agua en caída genera una sensación de bienestar y confort”, explica Salvador Rueda, director de la Fundación Ecología Urbana y Territorial (FEUT).

Así, la diversificación del acceso también ayuda. Por ejemplo, Hungría mantiene un registro de más de 22.000 puntos de acceso público al agua, que incluye no solo pozos, sino también fuentes y manantiales naturales. A mediados de 2024, el mapa y la base de datos de Közkutak.hu enumeraban 16.516 pozos públicos operativos y potables, 33 con calidad de agua incierta, 278 funcionales pero no potables.

Fuente del 'Modelo Cádiz' en el entorno de la playa de la Caleta / Aguas de Cádiz.Fuente del 'Modelo Cádiz' en el entorno de la playa de la Caleta / Aguas de Cádiz. Fuente del 'Modelo Cádiz' en el entorno de la playa de la Caleta / Aguas de Cádiz.

Para incrementar el protagonismo del agua en nuestras ciudades es fundamental optimizar la eficiencia en su uso, estudiando todo su ciclo y valorando cuándo es preferible emplear agua potable o reutilizada. Rueda apuesta por programar el baldeo de suelos permeables durante las cada vez más frecuentes noches tropicales y tórridas –aquellas en las que la temperatura no baja de los 20 y 25 grados, respectivamente– para mejorar el confort térmico. Durante su etapa al frente de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona (2000-2020), reconoce que llegaron a plantear la instalación de piscinas en medio de la vía pública. “Es algo que acabará llegando cuando se consiga un sistema de depuración adecuado”, explica.

Miguel Ángel Gavilanes

De hecho, en otros puntos de Europa se emplea el agua para refrescar los ambientes. Por ejemplo, según informa el medio checo Denik Referéndum, Praga cuenta con más de 60 fuentes y, en los últimos años, se han instalado alrededor de 40 “rociadores de agua nebulizada” para refrescar el aire en las calles del centro. Además, las instituciones públicas priorizan la proximidad de los ríos y fuentes naturales a los centros urbanos como vía para asegurar la regulación de la temperatura ambiente.

Del dicho al hecho

De hecho, contar con una fuente es uno de los requisitos fundamentales para que un espacio pueda considerarse refugio climático. Estos refugios, concebidos como una estrategia de emergencia para enfrentar las olas de calor, deben ofrecer zonas de descanso en sombra, acceso gratuito al agua y temperaturas moderadas durante las horas de mayor calor. El gran desafío, como señala Ana Terra Amorim, es ampliar su distribución más allá de los centros históricos, donde generalmente se concentran los equipamientos públicos, e integrarlos en los barrios periféricos, de mayor vulnerabilidad.

Guillermo Martínez

“Aún es necesario desarrollar un mapa y una estrategia coordinada a nivel nacional que permita identificar y conectar las redes de refugios climáticos”, afirma Amorim. Lo mismo ocurre con las fuentes: facilitar que la ciudadanía las localice y conozca su historia es clave para fomentar su uso. Un buen ejemplo es la aplicación Fonts Barcelona, que permite encontrar la fuente más cercana e incorpora información histórica sobre las mismas.

Un registro parecido al de Greenpeace en Grecia, quien invita a los ciudadanos de todo el país a marcar en el mapa los lugares donde se puede beber agua gratis. En este sentido, según la Directiva UE 2020/2184, los municipios con red de agua potable deben garantizar grifos públicos gratuitos en instalaciones deportivas, parques infantiles y espacios de reunión, fomentando el uso de botellas reutilizables.

Por su parte, Greenpeace urge a las autoridades griegas a modernizar redes, proteger fuentes de agua y mantenerlas operativas, ya que muchas están averiadas o secas, especialmente en parques y áreas de interés histórico. “En las políticas públicas hay que vigilar la distancia entre lo que se dice y lo que se hace porque después aparecen zonas donde fisiológicamente no es posible estar”, defiende Sorando.

Un mayor número de fuentes de agua potable supone una importante contribución a la salud y la calidad de vida de los vieneses y ofrece protección en los días calurosos”, apoya desde el otro lado de Europa, el concejal de Medio Ambiente de Viena, Jürgen Czernohorszky. Así, y gracias a la apuesta por las políticas públicas, Viena cuenta con más de 1.600 fuentes. Según informa Der Standard, Viena cuenta ahora con ocho fuentes de agua potable por cada 10.000 habitantes y 100 columnas de nebulización, instaladas en bocas de incendios y pulverizan agua para que la gente pueda refrescarse.

Michael Mcloughlin

Mientras, en ciudades europeas como Praga, otro factor a tener en cuenta es que los baños públicos cuentan con agua potable, por lo que entran en el registro de elementos urbanos para esta democratización y de cara al desarrollo de la normativa pública.

En España, el suministro de agua es "una competencia municipal. Los ayuntamientos deben garantizar que haya suficientes puntos de agua, aunque cada consistorio sigue su propio criterio”, advierte Martínez. Esta disparidad evidencia la necesidad de un marco común. “Las comunidades pueden y deben establecer leyes marco del ciclo urbano del agua”. Algunas comunidades ya han legislado en este sentido: la ley extremeña, aprobada en 2023, es una referencia al incluir los principios del derecho humano al agua y participación en su gestión.

“Pedir un banco o una fuente es algo que se puede hacer, pero aún falta la conciencia ciudadana de que tenemos poder en la configuración de nuestros barrios”, remarca Olazabal. Así, ampliar los procesos participativos para que los vecinos puedan influir en cómo se diseña y adapta el espacio público permitiría incluir criterios de adaptación climática. Llamar a una mayor implicación pública es tan necesario como legislar.



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