Este es el perfil de las cuidadoras profesionales que "sostienen el sistema de Dependencia"


         Este es el perfil de las cuidadoras profesionales que "sostienen el sistema de Dependencia"

Dejan el sector tras una media de un año de trabajo y una de cada cuatro son mujeres migrantes.

La misma semana que han llegado al Consejo de Ministros la reformas de las leyes de la discapacidad y la dependencia, el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 ha presentado los resultados de un estudio que analiza la situación laboral de las trabajadoras del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia (SAAD).

Pablo Bustinduy, que ha inaugurado el acto en el que han participado la Secretaria de Estado, Rosa María Martínez, y Mayte Sancho, directora del IMSERSO, ha insistido en que, para llevar a cabo el objetivo de transformar el actual modelo de cuidados en un sistema más cercano y comunitario, es necesario mejorar las condiciones laborales de las trabajadoras del sector, que son en su inmensa mayoría -un 85%- mujeres con unas condiciones de trabajo marcadas por la inestabilidad y la precariedad económica, y que "sostienen sobre sus hombros un sistema aún lastrado por los mismos prejuicios sexistas, las mismas carencias de reconocimiento y una retribución digna".

El ministro ha explicado que la reforma legislativa propone la incorporación de un artículo para que tanto el Gobierno y como las comunidades autónomas, a través del Consejo Territorial, desarrollen indicadores sobre la calidad del empleo y que incluye marcadores desagregados por origen, edad o sexo.

Por otro lado, como ya adelantó en el Consejo de Ministros, la reforma prevé la creación de un nuevo servicio de provisión de productos de apoyo para la autonomía personal, como grúas o camas articuladas, que reducirá los riesgos físicos en el trabajo. "El futuro de la Dependencia pasa por mejorar las condiciones laborales de las trabajadoras", aseguró Bustinduy.

Poco salario y más temporalidad y problemas de salud

Entre los principales hallazgos del estudio que Derechos Sociales ha elaborado junto a las consultoras Afi y 40dB, destaca que los salarios en el sector son de media entre un 35% y 38% inferiores al promedio nacional, lo que supone unos 10.000 euros menos que el salario medio en España. De media, el salario medio bruto de las personas que trabajan en el sistema de cuidados era, según datos de 2023, de 16.400 euros, frente a los 26.600 euros promedio del conjunto de sectores.

Además, uno de cada cuatro contratos en residencias es temporal, y en los servicios de ayuda a domicilio solo el 60% de los contratos son indefinidos, 13 puntos porcentuales por debajo de la media nacional.

Se trata, además de un sector muy feminizado (más de 85% son mujeres) y donde 1 de cada 4 son migrantes. Estas mujeres son, en su mayoría -más de 50%- mayores de 45 años.

Estas precarias condiciones laborales tienen consecuencias directas en la salud de las trabajadoras, tanto física como emocional, pues tienen a menudo dolencias musculares crónicas (el 38% ha sufrido alguna vez dolor cervical crónico y el 42% lumbar), accidentes laborales más frecuentes que la media y su nivel de ansiedad y estrés es mayor que la media del resto de trabajadores (el 23% tiene ansiedad crónica y el 19 % ha tenido depresión).

Concretamente, en 2023 los accidentes en residencias con baja laboral fueron un 75% mayores que los del promedio nacional mientras que en los servicios sociales sin alojamiento, el exceso llegó hasta el 25%. En este último caso, destaca la alta siniestralidad in itinere: para estas trabajadoras los accidentes con baja ocurridos en desplazamientos al trabajo duplican la media nacional, con una tasa de 904 por cada 100.000 trabajadoras, frente a 446 en el conjunto del mercado laboral.

Las trabajadoras explican que la exposición continuada a esfuerzos físicos, posturas forzadas y estrés no solo deteriora la salud, sino que incrementa la rotación y las bajas laborales, afectando también a la calidad del cuidado que se presta. También es habitual que sientan una gran frustración. Por un lado, porque, a pesar de la responsabilidad que tienen, no perciben que su trabajo esté reconocido ni económica ni socialmente, y, por otro, porque, según contaron en el acto las autoras del estudio, sienten que las personas que cuidan no reciben los cuidados que necesitan por falta de tiempo e incluso de formación de las propias trabajadoras, lo que repercute, a su vez, en su salud mental.

Todas estas condiciones -precariedad más una sobrecarga física y mental- hacen que según est... {getToc} $title={Tabla de Contenidos}

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