El pueblo de Murcia que es patrimonio de la Humanidad y está lleno de piscinas naturales

El pueblo de Murcia que es patrimonio de la Humanidad y está lleno de piscinas naturales

Moratalla es el nombre que muchos empiezan a memorizar tras leer las recomendaciones de National Geographic para este verano. Este municipio del interior de Murcia, que hasta ahora pasaba desapercibido frente al bullicio del litoral, esconde una combinación única de patrimonio cultural y naturaleza salvaje que lo convierte en uno de los destinos más completos del sureste español.

Entre montañas y barrancos se alza este pueblo encaramado en una colina, con un castillo que domina el horizonte y un casco histórico de callejuelas empedradas que parece detenido en el tiempo. Pero Moratalla no solo destaca por su arquitectura medieval, sino también por dos tesoros que le han valido el reconocimiento de la Unesco como Patrimonio de la Humanidad: las pinturas rupestres levantinas de Cañaica del Calar y Fuente del Sabuco, y su tamborada de Semana Santa, una tradición sonora que hace retumbar sus calles.

A pocos kilómetros del centro histórico, el espectáculo lo pone el agua. El río Alhárabe surca este rincón de la comarca del Noroeste y regala uno de los paisajes más frescos y sorprendentes de la región. Las rutas fluviales por Moratalla son una invitación a caminar entre saltos de agua, formaciones rocosas y pozas cristalinas que se convierten en piscinas naturales durante los meses más cálidos.

Entre estos rincones escondidos destacan los Baños de Somogil, situados en el barranco de Hondares, una zona protegida por su valor ecológico. Las antiguas aguas termales —que antaño manaban a unos 24ºC— han dado paso hoy a un paraje salvaje y fresco, ideal para zambullirse en plena naturaleza. La caminata hasta aquí, desde el Camping La Puerta, es tan gratificante como el chapuzón.

Otra parada obligatoria es la Senda de Bolvonegro. Este desfiladero —incluido en la Red Natura 2000— no solo impresiona por sus formas geológicas talladas por siglos de erosión, sino también por las cascadas, cuevas y pilones que se forman a lo largo del recorrido. En días de lluvia, el final de la ruta se adorna con una cascada que se precipita en un anfiteatro natural.

S.C.

Y como si esto fuera poco, Moratalla añade un toque de color y aroma a su verano con los campos de lavanda en flor, que cubren sus alrededores como un manto violeta. Todo ello convierte a este pueblo murciano en un lugar donde la historia, el agua y la montaña conviven en armonía.



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