Crítica de 'Los 4 Fantásticos: Primeros pasos': Marvel se mira en los cómics para reencontrar su inocencia


         Crítica de 'Los 4 Fantásticos: Primeros pasos': Marvel se mira en los cómics para reencontrar su inocencia

Pedro Pascal y Vanessa Kirby encabezan a una familia chalada, poderosa y encantadora en la película con la que Matt Shakman nos devuelve la fe en la Casa de las Ideas.

Hay películas que no solo apabullan por sus méritos, sino también por su forma de esquivar el desastre, y Los 4 Fantásticos: Primeros pasos es una de ellas. Precedentes cinematográficos entre lo cuestionable y lo nefasto, una Marvel asfixiada por su propio afán monopolístico y el marrón de adaptar, no ya unos cómics magistrales, sino la historia que muchos consideran su cumbre: esas eran algunas de las tachas que este filme debía superar desde antes del primer "¡acción!".

Pero los supera. Vaya si los supera. A lo mejor al director Matt Shakman, que ya hizo sus pinitos marvelitas en Bruja Escarlata y Visión, le ha venido bien pasar por The Boys, la parodia más cínica del género de superhéroes, para contemplar sin tapujos su lado más optimista. O quizás ha hecho falta que Kevin Feige le viese las orejas al lobo para que el estudio se afane por recuperar esa sensación de sorpresa (tan lejana ya) que nos proporcionaron sus primeras películas.

Teorías aparte, la cuestión es que Primeros pasos ofrece lo que muchos no esperábamos de ella ni por casualidad: un homenaje sentido a los tebeos de Stan Lee y Jack Kirby, esos que, de 1961 en adelante, parieron a la Casa de las Ideas. Y lo hace, no solo mediante los guiños de rigor (uno de ellos, especialmente entrañable, reemplaza al habitual cameo del guionista), sino también invocando su espíritu cósmico, utópico y majara a través del humor, pero sin caer en la autoparodia.

¿Cómo llevar a cabo esa premisa? Pues recordando un dato con el cual este crítico lleva años atorrando a sus compañeros de redacción: que las historias de los Cuatro Fantásticos son, en esencia, la saga de una familia muy rara. De ahí que Shankman y su trío de guionistas (con credenciales cuestionables, todo sea dicho) pongan en marcha la trama, no con una batalla cósmica o un viaje a la Zona Negativa, sino con algo aún más escalofriante. Es decir, un positivo en un test de embarazo.

Desde entonces, la película funciona como un zoom inverso que nos lleva desde lo íntimo hasta lo planetario e interdimensional. Empleando de paso la artimaña de los universos paralelos (que de algo tenía que servir) para justificar su ambientación en una utopía space age de metacrilato y colores vivos, transformada para siempre por los inventos del cuarteto.

Sí, eso último tiene implicaciones cuestionables, pero tal y como van las cosas en nuestro planeta, la imagen de Sue Storm (Vanessa Kirby, maravillosa) como garante de la paz mundial a base de pragmatismo y campos de fuerza tampoco parece tan mala. Además, no hay tiempo para reflexionar sobre ello: cuando Estela Plateada (Julia Garner) llama a la puerta para avisar de que a su jefe le rugen las tripas, todos los matices se vuelven irrelevantes de golpe.

Y la aparición de ese jefe es el detonante último del vértigo y la maravilla. Porque estamos hablando de Galactus, el Devorador de Mundos, uno de esos personajes marvelitas que uno pensaba imposibles de llevar a la pantalla grande... pero que aquí aparece con los rasgos (¡y la voz!) de Ralph Ineson revestidos por el CGI con una majestad ciclópea y petrificada, como corresponde a un titán de más allá del tiempo.

A partir de ahí, todo parece posible: un alumbramiento en el hiperespacio, una conversación en la estratosfera a lomos de una tabla de surf, una adorable Cosa (Ebon Moss-Bacharach) de ojos azules, un bebé cósmico que ríe y llora como un bebé... Basta con arrellanarse en la butaca y dejarse sorprender por cada giro inesperado, cada idea kirbyana reconducida a imágenes en movimiento..

Pese a todo, cuando llega el final de Primeros pasos, uno hace balance y echa ... {getToc} $title={Tabla de Contenidos}

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