
Aunque se trata de uno de los productos más populares en nuestra dieta, una mala manipulación de este ingrediente puede acarrear problemas de salud.
El huevo es uno de los ingredientes más populares en el mundo entero y uno de los alimentos más completos y versátiles, ya que podemos encontrarlo en cualquiera de sus formas por todas las cocinas del mundo.
Aunque se trata de un producto de esos que manipulamos prácticamente a diario y que es de apariencia inofensiva, las altas temperaturas no casan demasiado con el huevo, por lo que en temporada estival tenemos que tener mil ojos cuando vamos a cocinar con este ingrediente para evitar intoxicaciones alimentarias.
Qué es la Salmonella
Un manejo o cocinado incorrecto de los alimentos puede conllevar ciertos problemas para la salud. Algunas bacterias peligrosas para el ser humano como la Salmonella pueden transmitirse con relativa frecuencia.
Esta bacteria se transmite habitualmente a través del huevo y afecta al aparato digestivo. La mayoría de los pacientes sufren síntomas leves, pero en algunos casos puede generar complicaciones de salud. Pero prevenir estos contagios es posible, siempre que se conozcan las normas básicas para conservar y cocinar el huevo.
Desde Pazo de Vilane, empresa pionera en huevo campero y especializada 100% en este tipo de producción, nos comparten unos consejos para que este verano podamos disfrutar de los huevos con las mejores garantías, tanto nutricionales como sanitarias.
De la cadena del frío a la fecha de caducidad
1. No es necesario lavar los huevos. La cáscara es un excelente escudo protector natural. Es mejor revisar en busca de alguna grieta o rotura. En tal caso, hay que tirar el huevo roto.
2. Respetar su cadena del frío y muy especialmente ahora, que nos enfrentamos a las altas temperaturas. Por eso, después de hacer la compra, es importante no dejarlos al sol o en lugares donde haga mucho calor, como el interior del coche, por ejemplo. Evita dejarlos en encimeras cerca de tostadoras o cualquier otro electrodoméstico que desprenda calor (freidora de aire, etc.), al lado de la vitrocerámica, o cerca de una ventana donde a lo largo del día pueda recibir los rayos del sol directos, ya que aumenta mucho la temperatura.
3. Los huevos camperos, siempre en el interior de la nevera (no en la puerta) y en su propia caja. Haciéndolo así los protegemos de los cambios bruscos de temperatura que se producen al abrir y cerrar el frigorífico.
4. Para evitar que se nos caigan trocitos de la cáscara dentro del recipiente y contaminar el interior del huevo, debemos cascar el huevo en el borde de un recipiente o superficie distintos al que vayamos a utilizar para batirlo. Por el mismo motivo, a la hora de separar la yema de la clara, es mejor no hacerlo con la propia cáscara, sino ayudándonos de las manos bien limpias, una cuchara o un cuenco.
5. Por seguridad alimentaria, no debemos esperar más de dos horas para guardar un huevo cocido en el frigorífico una vez se haya cocinado, ni dejar fuera de la nevera platos cocinados con huevo (en cualquiera de sus elaboraciones).
6. Antes de cocinar los huevos debemos lavarnos bien las manos. Además, debemos asegurarnos de que las superficies y utensilios que vamos a utilizar están también limpios, tanto antes como después de manipularlos.
7. A la hora de cocinar los huevos (para hervirlos, freírlos o cuajarlos) y con más motivo en verano, asegúrate de hacerlo a altas temperaturas. Evitarás riesgos innecesarios.
8. Fíjate bien en la fecha de consumo preferente en la tienda y escoge los más recientes o frescos, es decir, los que tengan esta fecha más lejana al día de compra. De este modo llevarás a casa los que cuenten con una mayor protección natural de su cáscara y las membranas internas.
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