Trump gana tiempo con un plan contable para evitar una crisis de deuda


         Trump gana tiempo con un plan contable para evitar una crisis de deuda

La deuda de la primera economía del mundo supera los 36,2 billones de dólares, un 125% del PIB y el plan presupuestario aprobado en la Cámara de Representantes consolida un déficit estructural en torno al 6% del PIB.

El rendimiento de la deuda estadounidense a 30 años ha superado el 5% por primera vez en dos décadas. Mientras tanto, activos como el oro y el bitcoin marcan máximos históricos. Estos dos hechos, aparentemente desconectados, reflejan un punto de tensión creciente en el sistema financiero que pone en duda la sostenibilidad de la deuda de Estados Unidos.

Aunque los mercados bursátiles siguen mostrando fortaleza, con el S&P 500 a un 3% de sus máximos, el trasfondo fiscal inquieta cada vez más a los inversores. A esto se suma la filtración de un plan del entorno de Donald Trump que buscaría apuntalar la demanda de deuda pública con la ayuda del sistema bancario y modificaciones en la regulación contable.

Tipos altos y riesgo creciente

El repunte de los tipos de la deuda a largo plazo en Estados Unidos no se explica por un rebote inflacionario. De hecho, los bonos indexados a la inflación (TIPS) también han subido su rendimiento, lo que indica que no se trata solo de inflación esperada.

Una segunda explicación sería un crecimiento económico robusto y sostenible. Sin embargo, los tipos medios de los bonos corporativos de calidad similar a la deuda pública apenas han variado desde 2023. Es decir, el repunte no se está trasladando de forma homogénea al resto del mercado de deuda.

La tercera y más plausible razón es la creciente desconfianza en la disciplina fiscal de Estados Unidos. La deuda supera los 36,2 billones de dólares, un 125% del PIB, y no hay señales de que se quiera revertir esa trayectoria. El plan presupuestario aprobado en la Cámara de Representantes mantiene los recortes fiscales sin compensarlos con reducciones de gasto, consolidando un déficit estructural en torno al 6% del PIB.

El plan que busca tiempo mediante contabilidad y liquidez

El esquema que se está discutiendo busca cambiar una regla contable clave para la banca. Concretamente, se permitiría que los bancos compren más deuda pública sin que ello compute en su ratio de apalancamiento. En la práctica, podrían asumir más riesgo sin necesidad de aportar capital adicional.

La comparación con los LTRO del Banco Central Europeo (BCE) es inevitable. En 2011 y 2012, la entidad proporcionó liquidez ilimitada a la banca para que comprara deuda soberana, ayudando a frenar la crisis sin adquirir directamente los bonos. En Estados Unidos, el nuevo plan contempla que la Reserva Federal (Fed) proporcione financiación a los bancos para que compren deuda del Tesoro, sin alterar formalmente el equilibrio entre política fiscal y monetaria.

El plan tiene lógica. Si el Tesoro necesita colocar más bonos y los inversores privados exigen rentabilidades más altas, el Estado necesita compradores con incentivos para acudir. Ese papel lo asumiría la banca, con respaldo implícito de la Fed. El objetivo es evitar una crisis de financiación sin recurrir a la monetización directa.

Riesgos derivados y dilemas para la Fed

El plan, sin embargo, no está exento de riesgos. Puede alterar la asignación de crédito en la economía, desviando recursos del sector privado hacia el público. Además, pone en entredicho la independencia de la Fed, sobre todo si Trump nombra a un presidente afín. Si la Fed actúa como financiador indirecto del Tesoro, podría perder credibilidad ante los mercados internacionales.

Ese deterioro de confianza ya tiene reflejo. El oro y el bitcoin, considerados refugios en contextos de desconfianza institucional, están en máximos. Y mientras la rentabilidad sube, no hay una salida masiva desde estos activos hacia la deuda norteamericana. Al contrario, parte del capital podría estar abandonando el mercado de bonos.

Señales que conviene vigilar

La rebaja de la calificación crediticia por parte de Moody’s a finales de 2024 pasó casi desapercibida en medios y mercados. Pero marca un punto de inflexión. El coste de financiación no deja de crecer y la sostenibilidad de la deuda dependerá cada vez más de la confianza de los compradores.

A esto se suma el relajamiento fiscal global. La Eurozona ha abandonado de facto el Pacto de Estabilidad. Alemania ha superado su límite de deuda y el gasto militar se está dejando fuera de los déficits oficiales. En paralelo, Japón sigue con una deuda desbocada y China se apoya en el gasto público para evitar una crisis de crecimiento.

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