
El más inmediato ha sido el petróleo, que ha reaccionado con fuertes subidas ante el temor a que una guerra a escala regional pueda afectar al suministro en un área que representa un tercio de la producción mundial
Por si la economía mundial no tenía suficiente con los vaivenes provocados por las políticas de Donald Trump (aranceles, una reforma fiscal insostenible, recortes de la Administración, cerco a los inmigrantes...) la tensión ha escalado varios peldaños en Oriente Medio. De nuevo, con Israel e Irán como protagonistas. Un conflicto prolongado entre ambas potencias no sólo tendría efectos sobre los precios del petróleo y los combustibles, sino que podría ramificarse y afectar a los precios del resto de la cesta de la compra, a los tipos de interés, al crecimiento y al suministro de otras materias primas esenciales para la Unión Europea.
El inicio de los ataques y la reacción del petróleo
Israel lanzó a última hora del jueves una serie de ataques aéreos contra Irán en el marco de la operación 'León Naciente'. Se dirigieron contra instalaciones nucleares, incluida la principal planta de enriquecimiento de Natanz, contra el programa de misiles balísticos del país y contra mandos militares y en ellos murió el jefe de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), Hossein Salami. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, aseguró que la intervención se prolongará varios días, aunque la prensa del país no descarta que se extienda a lo largo de las próximas semanas. Cuanto más se prolongue, mayor será la incertidumbre que genere a nivel económico.
De momento, se ha declarado el estado de emergencia en Israel en previsión de una represalia con misiles y drones que, según fuentes israelíes, será mayor que en respuestas anteriores. En las primeras horas Teherán lanzó más de cien drones contra Israel, que ha proseguido con sus ataques. El líder supremo de Irán, Alí Jamanei, condenó los ataques, prometió una respuesta severa y el portavoz de su ejército aseguró que Estados Unidos pagaría un precio alto por su apoyo a Tel Aviv.
El impacto inicial de esta escalada a nivel económico lo ha reflejado el petróleo. Su precio llegó a dispararse más del 13% en los mercados internacionales a primera hora del viernes hasta superar los 78 dólares en el caso del barril de Brent, el crudo de referencia en Europa. Se trata del mayor repunte diario de esta materia prima desde que se produjo la invasión rusa de Ucrania a comienzos de 2022. La ofensiva israelí ha desatado el miedo a una guerra más amplia en una región clave para la producción mundial de petróleo.
El Estrecho de Ormuz y los precios del gas en Europa
El principal temor está en que Irán tome represalias interrumpiendo el transporte marítimo a través del Estrecho de Ormuz, un paso angosto de agua que conecta el golfo Pérsico con el golfo de Omán y el Océano Índico, y por el que transita el 20% del comercio mundial de petróleo (el 35% del marítimo). La mayor parte de este crudo se dirige a mercados asiáticos, incluyendo China, India, Japón, Corea del Sur y Singapur.
Se trata de un enclave geoestratégico de primer orden, sobre todo desde el punto de vista energético. "Es crucial para los países exportadores de petróleo en la región, como Arabia Saudita, Irán, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos", apuntan desde la consultora de análisis de mercados MacroYield. No sólo es esencial para el crudo. Qatar, que representa alrededor del 20% del comercio mundial de gas natural licuado (GNL), utiliza esta ruta para sus exportaciones y no existe una ruta alternativa. "Esto generaría una situación extremadamente difícil en el mercado mundial de GNL, lo que impulsaría significativamente los precios del gas en Europa", añaden desde la firma.
No sería la primera vez que Irán utiliza este estrecho como arma de presión en los conflictos geopolíticos. Esta nueva crisis y su impacto en el petróleo tiene otros efectos colaterales. Un precio del petróleo más alto encarece los combustibles y, en consecuencia, el resto de productos de la cesta de la compra (cuesta más transportarlos o producirlos). Este sería un nuevo motivo de preocupación para los bancos centrales, que ya permanecen alerta por cómo se trasladan los aranceles fijados por el presidente Donald Trump a la inflación.