
En el gigante asiático la expansión de la IA no se limita al sector privado, sino que forma parte de un proyecto de país y desde hace años su gobierno impulsa el uso de esta tecnología en todos los niveles del Estado
ChatGPT responde con soltura. Genera textos fluidos, ayuda a programar, redacta correos y hasta escribe poesía. Pero ¿Qué diferencia a la Inteligencia artificial (IA) de OpenAI de lo que realmente está ocurriendo en China? Mientras en Occidente algunos juegan con prompts (instrucciones) sin salir de sus pantallas, en Pekín la IA ya mueve dinero e influye en la economía real.
En Estados Unidos se habla de futuras posibilidades, en China ya se registran resultados. En lugar de pelear por el modelo más avanzado, allí priorizan el más útil. Así ha sido como la compañía Meituan ha pasado de ser una aplicación a convertirse en un robot logístico que procesa millones de entregas cada día. Sus algoritmos: ajustan rutas logísticas, reubican personal y eliminan cuellos de botella. ¿El impacto? El margen neto aumentó del 5% al 10,6% en apenas un año.
Pero no todo se resuelve con la logística. Baidu ha encontrado una veta más ambiciosa en la vida urbana. Ha implantado sus sistemas en semáforos, redes de transporte y redes eléctricas. Imaginen una ciudad donde la IA decide cuándo acelerar un metro, cómo desviar un bus y cuándo bajar la luz.
¿Y Xiaomi? Ya no es solo una marca de smartphones. Es un ecosistema conectado con aspiradoras, televisores, sensores, purificadores e incluso coches eléctricos. Sus dispositivos aprenden de los hábitos del usuario y ajustan su comportamiento. En lugar de añadir un asistente, lo construyen dentro del objeto. Los productos actúan solos. Cada uso define algo nuevo, cada compra genera un dato nuevo, y cada dato alimenta mejoras.
Este enfoque se apoya en estructuras propias. Las grandes tecnológicas chinas utilizan redes de datos y servicios en la nube diseñados internamente. No dependen de terceros para el desarrollo ni la distribución. Alibaba, Tencent y Huawei han desplegado más de 250 centros de datos en China, según el último informe del departamento de infraestructuras de Pekín.
Una estrategia nacional con objetivos definidos
La expansión de la IA china no se limita al sector privado. Forma parte de un proyecto de país. Desde hace años, el gobierno chino impulsa el uso de esta tecnología en todos los niveles del Estado. Hospitales, escuelas, oficinas fiscales y redes de transporte ya funcionan con soporte algorítmico. Hay planes que hablan de 100.000 millones de dólares dedicados a IA, robótica y computación a lo largo de este quinquenio.
Por otro lado, la necesidad de contar con tecnologías propias ha acelerado la producción nacional de chips y sistemas de cómputo. Frente a las restricciones internacionales, fabricantes como Huawei y Cambricon han lanzado chips optimizados para funciones específicas, compensando la falta de GPUs avanzadas. Modelos como Hunyuan de Tencent, entrenados con recursos moderados, logran resultados comparables a rivales occidentales.
Preguntémonos por un momento: ¿qué ocurre cuando una startup china lanza un modelo tan eficiente que dobla el rendimiento con la mitad de recursos? DeepSeek, lo hizo. Su modelo R1 logró posicionarse en enero de 2025 como la aplicación gratuita mejor valorada en EEUU, y provocó caídas en bolsa que dejaron 500.000 millones de dólares menos en el valor de Nvidia en una sola jornada. DeepSeek ha demostrado que la IA china no solo puede copiar a Occidente, puede competir y con menos recursos.
Según datos internos, más de 300 modelos ya están en uso comercial dentro de China. La mayoría se ha adaptado a sectores intermedios. Desde pequeñas cadenas de manufactura hasta redes provinciales de transporte o energía. Esta adopción no ocurre en fases piloto ni en entornos de prueba. Se produce a escala. Y los resultados son cuantificables. El departamento tecnológico chino estima mejoras operativas del 8% al 25% en sectores como energía, comercio minorista o manufactura.
Mientras tanto, en Europa y Estados Unidos la discusión sigue centrada en la disrupción a largo plazo. En China, el debate gira en torno a cómo mejorar un proceso, reducir un error o evitar una pérdida. No se trata de construir el sistema más complejo, sino el más útil para el entorno en el que debe operar. Esa decisión, repetida a lo largo de miles de procesos, ha acelerado su implantación sin necesidad de grandes titulares.
No cabe duda de que el modelo chino tie...