:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F278%2F60a%2Fdd7%2F27860add7fc0a627bf02dc7f5d805272.jpg)
Julio se acerca y cada viernes por la tarde la A-3 se colapsa. Los domingos a última hora, la historia se repite en el camino inverso. En la estación de Chamartín, que conecta la capital con la zona levantina, no cabe ni un viajero más y todos los convoyes, pese a los refuerzos, van abarrotados. Cargados con capazos de playa y en chanclas, muchos se disponen a sortear otro tórrido fin de semana lejos de Madrid. En la estación de Alicante Terminal son las once de la noche, pero parecen las cinco de la tarde. El golpe de calor húmedo no frena el éxtasis de los cientos de viajeros que llegan en los últimos trenes del día.
Casi 113.000 madrileños pasaron parte de sus vacaciones del verano pasado en Alicante ciudad, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Otros 109.000 en Benidorm y unos 107.000 en Torrevieja, ambos municipios de la provincia de Alicante. Son los tres destinos preferidos entre los residentes de la Comunidad de Madrid, seguidos de Gandía, con 105.000 y Valencia capital, con 97.0000.
En el total por provincias, hasta Alicante llegaron unos 807.000 viajeros de Madrid y se consolida como la primera en el ránking. Unos datos que confirman que la tendencia de veranear en la cálida costa mediterránea sigue tan viva como siempre, pese a que emerjan nuevos destinos como el norte peninsular por el clima más fresco o la costa gaditana. Pero estas propuestas aún no tienen relevancia dentro de las mentes madrileñas, atendiendo a los datos oficiales. De las diez ciudades más elegidas por los vecinos de la Comunidad, siete son en la región valenciana. Las tres restantes, Barcelona, Málaga y Marbella.
Los datos del INE, además, son favorables con los destinos con segundas residencias, como la costa suroeste, y las provincias cercanas a Madrid -Toledo y Ávila son la segunda y tercera más frecuentadas-. La metodología del INE explica que el caso en el que una persona haya viajado varias veces a otra provincia distinta de la de residencia en el mismo mes, será contabilizada tantas veces como viajes realice. Es decir, no tiene en cuenta turistas únicos.
Los que eligieron Calpe son el doble de los que optaron por Palma de Mallorca, y los que viajaron hasta Santa Pola son cuatro veces los de Ibiza. Pero, ¿por qué tanto amor por la costa levantina? La clave, una vez más, está en la cultura por la compra de vivienda. Un factor que propició que entre los años 70 y 80 cientos de familias de Madrid se hicieran con un piso en segunda o tercera línea de playa en el suroeste peninsular.
Raúl Travé, doctor y profesor de Sociología del Turismo y del Ocio en la UNED, explica a El Confidencial que en la Comunidad Valencia y Murcia la clase trabajadora de Madrid pudo optar por segundas residencias por los bajos precios. "Hubo muchísima oferta de vivienda asequible cerca del mar en el Levante", subraya. Pero incide en que eso no quiere decir que no haya también una Comunidad Valenciana para la clase alta con actividades y enclaves para presupuestos más elevados.
Esa capacidad de compra económica fue el motivo que apartó de un plumazo de la lista de destinos las islas Baleares, las Canarias o Cataluña, donde más allá de Barcelona pocos madrileños han llegado. “Aparte de que en esas zonas la oferta de viviendas era más cara, son áreas que antes estaban mucho peor comunicadas con Madrid y eso se traduce en más coste. Igual que en Andalucía”, explica el experto. La compra de segundas residencias no es solo cosa del pasado. Según datos del Ministerio de Vivienda, en 2019, los madrileños compraron el 41% de las segundas residencias de Alicante ciudad.
Gonzalo Moro, mostoleño de 25 años, no recuerda un verano sin pisar Guardamar del Segura (Alicante). Y tampoco piensa cambiarlo. "Tengo amistades desde hace más de 10 años con los que me reúno cada año. Siento un apego real por el pueblo, al que califico desde que tengo uso de razón como 'mi' o 'el pueblo", explica el joven y señala: "Mi vínculo con Guardamar hará que siempre vuelva cada 6 meses". El arraigo es justamente uno de los motivos que explican que se mantenga la elección de la costa levantina entre los madrileños, según detalla Raúl Travé. "Había mucha gente que compró porque tenía relación con la zona, otra no la tenía. Pero ahora ya ese vínculo se ha creado". No obstante, el experto apunta que, más allá de la pertenencia, la decisión estuvo (y está) motivada por la clase social. “La mayoría de esos veraneantes tienen una residencia ya comprada allí. Eso permite pasar muchos más días a un precio muy bajo. La clase social es determinante tanto para el tiempo que duran las vacaciones como la distancia a la que vamos”, señala.
A corto plazo, el experto explica que no habrá un cambio de tendencia, aunque comiencen a destacar otros lugares como Galicia o Asturias por el clima. “Las casas ya están compradas y eso es lo más importante para el veraneante. Lo que sí puede ser es que las siguientes generaciones comiencen a alternar las casas de sus padres con nuevos destinos. Será, si ocurre, a largo plazo”.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F841%2F44d%2F374%2F84144d37450bb21f620e1fdb31e45a0f.jpg)
Playa del Postiguet en Alicante (EFE) En el norte peninsular, destacan Santander hasta donde viajaron unos 70.000 madrileños y Gijón, con 59.000. Los datos de la Federación Madrileña de Agencias de Viajes (Femav) coinciden con los del INE. Según detallan en su último informe publicado esta semana, el 28,2% de los viajeros de Madrid optaron por la costa mediterránea, el 14,7% por Andalucía y el 10,6% por las islas Canarias. Aunque los datos del INE no permiten saber qué madrileños se mueven por el interior de la región, el último informe del Femav reconoce que es una tendencia cada vez más consolidada y destaca que casi el 84% de los encuestados mostró interés por conocer nuevos lugares de la autonomía.
Del mismo modo que ocurre con los viajes al norte, aún queda tiempo para que el turismo de interior pueda hacerle sombra a la costa. Aunque desde la pandemia de covid-19 muchos viajeros hayan descubierto una pasión por estos viajes alejados de la cultura de masas y los precios desorbitados del mar, los madrileños (y españoles en general) escogen el sol y playa cada vez que pueden. "También en este sentido podríamos hablar de un cambio a largo plazo, pero no a corto. La playa es una cuestión muy arraigada a las vacaciones y eso tardará en cambiar", zanja Raúl Travé.
{getToc} $title={Tabla de Contenidos}