El pueblo de La Rioja que rebosa verde y cultura: tiene un espectacular (y poco conocido) monasterio del siglo VI y muy buen vino

El pueblo de La Rioja que rebosa verde y cultura: tiene un espectacular (y poco conocido) monasterio del siglo VI y muy buen vino

El espíritu riojano, la cultura, el lenguaje y el buen vino se funden en San Millán de la Cogolla, un rincón que, lejos de las rutas masificadas, se ha convertido en parada obligada para quienes buscan paisaje, historia y, por supuesto, buen vino.

Escondido en el valle del río Cárdenas y flanqueado por la Sierra de la Demanda, este pueblo invita a pasear sin prisa: en cada curva del camino se abren viñedos centenarios y robledales frondosos donde, el silencio se oye, solo roto por el canto de los pájaros.

Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997, el conjunto monástico de San Millán —Suso y Yuso— conserva quince siglos de espiritualidad, arte y letras; quien atraviesa sus muros siente cómo la piedra habla y el rumor del tiempo cobra vida al final del claustro, allí donde nació el castellano.

Suso y Yuso, dúo eterno, se complementan como pocas joyas arquitectónicas: uno rupestre y ascético, el otro renacentista y luminoso; juntos custodian códices, retablos y reliquias que han sobrevivido a incendios, razzias y al paso de los siglos.

En las vitelas de sus escriptorios aparecieron las Glosas Emilianenses, primeras palabras escritas en romance, una revolución que colocó a La Rioja en el mapa lingüístico; en esas notas al margen, el latín se hizo pueblo y germinó el español que hoy une a medio mundo.

Marina Velasco

Más allá del arte sacro, el entorno es un paraíso para senderistas: rutas que serpentean entre hayedos, praderas verdes y panorámicas de alta montaña invitan a enfundarse las botas, llenar la cantimplora y respirar hondo hasta el mirador, donde los atardeceres tiñen de oro los tejados y el paisaje se bebe.

Y porque estamos en La Rioja, las bodegas familiares de los alrededores ofrecen catas que maridan tempranillos frescos con embutidos de kilómetro cero; al alzar la copa observarás, justo en el centro del valle, historia en el vino.

Romper la rutina es sencillo si coincides con sus fiestas: la romería de Pentecostés a Valvanera, la Traslación de septiembre o las verbenas de la Virgen del Carmen mezclan devoción, música y gastronomía con la naturalidad de quien lleva siglos celebrando.



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