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Del 'hobby' al negocio: la fiebre pija de comprar cerámica al peso toma MadridValencia, la capital de la cerámica… que podría ser: "Queda mucho trabajo por hacer"
Quienes caminan por las calles históricas del centro de Madrid descubren, si alzan la vista en cada esquina, un detalle que diferencia a este núcleo urbano del resto de la ciudad: sus placas de cerámica. Lejos del diseño azul y blanco metálico que predomina en el resto de barrios, estas señales combinan arte, historia y tradición, atrapando la esencia de cada calle con dibujos que despiertan la curiosidad. La esencia del viejo Madrid se conserva en estas obras cerámicas, que más allá de su función práctica, son fragmentos del alma de la ciudad.
Desde 1992, estos rótulos tan singulares están firmados por una dinastía de ceramistas originarios de Talavera de la Reina: los Ruiz de Luna, una familia profundamente ligada a la cerámica artística desde principios del siglo XX. La saga la inició Juan Ruiz de Luna y Rojas, autor, entre otras obras destacadas, del retablo del altar mayor de la Iglesia de San Andrés de Castillo de Bayuela (Toledo). Su nieto, Alfredo Ruiz de Luna González, es el artista que está detrás de estas placas tan castizas. Instaló su taller en el barrio de La Guindalera y dedicó su vida a representar visualmente la historia de Madrid a través de estos azulejos. Su meticuloso trabajo, iniciado gracias a un encargo del Ayuntamiento, dio forma a cientos de placas que hoy decoran las calles del casco antiguo. Tras su fallecimiento en 2013, su sobrino Juan Ruiz de Luna tomó el testigo y continúa el legado familiar desde el mismo taller.
Cada una de estas placas cuenta una historia, no solo por el nombre que indica, sino también por la escena ilustrada con gran detalle y técnica cerámica centenaria. Son piezas únicas que convierten la señalización urbana en una galería de arte al aire libre. Hoy en día, los turistas y vecinos del centro encuentran en cada rincón una imagen que los conecta con el pasado de la ciudad, desde reyes y batallas hasta antiguos oficios y leyendas populares.
Un homenaje visual a los protagonistas del callejeroEl trabajo de la familia Ruiz de Luna en Madrid ha alcanzado ya los 384 nombres de calles ilustradas, con más de 1.500 placas que salieron de su taller desde los años 90. Estas piezas representan a personajes ilustres como Carlos III, Isabel II o José Canalejas; a mártires como Santa Inés o San Andrés; y a escritores como José Echegaray o Jacinto Benavente. También aparecen calles dedicadas a gremios históricos –como la calle de los Cuchilleros o la de las Botoneras– y a lugares emblemáticos como el Mesón de Paredes o la calle del Arenal.
Además del retrato de reyes, militares o santos, muchas placas reflejan elementos simbólicos relacionados con la historia de cada vía. Por ejemplo, San Isidro aparece con sus ángeles arando los campos, mientras que Santa Catalina es representada con la rueda de su martirio. Cada placa se convierte así en una ventana a las costumbres, mitos y personajes que definieron la ciudad a lo largo de los siglos.
La riqueza temática también se extiende a elementos naturales y topográficos: olivares, fuentes, humilladeros o manantiales que inspiraron nombres como la calle del Olivar, la de las Aguas o la de la Morería. Incluso la leyenda cobra forma en nombres como la calle de Mira el Sol, que rememora el día en que, tras semanas de lluvia, los madrileños celebraron la primera aparición del sol desde los balcones.
Una técnica centenaria que se adapta al presentePara dar vida a estas placas, la técnica sigue siendo la misma que utilizaban sus antepasados. Cada pieza de 60x60 centímetros se compone de nueve azulejos que pasan por varias fases: boceto, estarcido, esmaltado, pintado y cocción en horno a 960 grados. El proceso puede tardar varios días y requiere precisión artesanal. “Madrid es la única ciudad del mundo con este tipo de señalización cerámica”, afirma Juan Ruiz de Luna, actual responsable del taller.
Levantar la mirada en cada cruce del centro es descubrir una historia contada con pinceles y esmalte, una memoria viva que sigue creciendo gracias al trabajo silencioso de una saga de artesanos
A través de su empresa Las Calles del Viejo Madrid, Juan ha ampliado el proyecto original de su tío con la creación de réplicas en pequeño formato que se venden en tiendas de souvenirs selectas: imanes, postales, cerámicas decorativas... Todo elaborado en España y con el sello de autenticidad de la familia Ruiz de Luna. Su objetivo es claro: seguir dignificando este patrimonio visual de la ciudad y evitar la copia indiscriminada que ha llevado incluso a imitaciones de baja calidad sin el consentimiento familiar.